De acuerdo con la tradición aparecía aislada del resto de las construcciones . Y con la amable sencillez que caracteriza alas gentes humildes , dos de las matronas , que seguían poco más o menos el mismo camino , se brindaron a conducirme hasta el lugar . El barrio de los artesanos y la << calle sur >> - itinerario seguido hacia la esquina noroeste de la aldea - fueron iluminandose con la promesa de un día tan radiante y caluroso como el anterior . A las puertas de las casas , en los patios y callejones , dueñas y jovencitas ponían a punto las hornadas , canturreando al ritmo de la molienda , barriendo y baldeando el empedrado y alimentando las blancas columnas de humo de los fogones y hornos de pan que , sin querer , venian a trazar en el celeste del cielo una Nazaret vertical , ondulada y optimista . Una Nazaret ajena a las miserias de hombres como Heqet y sus secuaces . Era increible . A juzgar por los alegres y limpios saludos de los vecinos , nadie parecía al tanto de los turbulentos sucesos de la noche que acababa de retirarse .
En el cinturón de huertos que hacía de frontera entre la colina y las últimas casas , las risueñas mujeres , con las ánforas sobre las cabezas , me dejaron prácticamente encaminado en la dirección de la sinagoga . El edificio de piedra , sentaba sus reales en una mediana explanada , abierta a cosa de medio centenar de pasos de la aldea . En principio , excepción hecha de los bloques de roca - cenicientos y desgastados por la erosión -, la construcción no sobresalía del resto de las viviendas . Un casi imaginario senderillo rodeaba la casa por el flanco oriental , llevando directamente a las dos puertas que se habrían en la cara norte . Ambas se hallaban cerradas . Imaginé que se trataba de las entradas a las sinagogas propiamente dicha . En esa misma fachada norte , de unos quince metros de longitud , ocupando la esquina occidental , aparecía una construcción de menor envergadura y claramente diferenciada por el encalado de los muros . Presentaba también un portalón , semiclausurado por una cortina de lana escarlata . Y frente . Y frente a la que supuse vivienda del saduceo , a cuatro metros de la entrada , un pozo provisto de un trípode matálico del que colgaba un húmedo y balanceante cubo de madera . Amarrada al brocal me observaba indiferente una pareja de asnos de pelaje negro y ensortijado..
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
En el cinturón de huertos que hacía de frontera entre la colina y las últimas casas , las risueñas mujeres , con las ánforas sobre las cabezas , me dejaron prácticamente encaminado en la dirección de la sinagoga . El edificio de piedra , sentaba sus reales en una mediana explanada , abierta a cosa de medio centenar de pasos de la aldea . En principio , excepción hecha de los bloques de roca - cenicientos y desgastados por la erosión -, la construcción no sobresalía del resto de las viviendas . Un casi imaginario senderillo rodeaba la casa por el flanco oriental , llevando directamente a las dos puertas que se habrían en la cara norte . Ambas se hallaban cerradas . Imaginé que se trataba de las entradas a las sinagogas propiamente dicha . En esa misma fachada norte , de unos quince metros de longitud , ocupando la esquina occidental , aparecía una construcción de menor envergadura y claramente diferenciada por el encalado de los muros . Presentaba también un portalón , semiclausurado por una cortina de lana escarlata . Y frente . Y frente a la que supuse vivienda del saduceo , a cuatro metros de la entrada , un pozo provisto de un trípode matálico del que colgaba un húmedo y balanceante cubo de madera . Amarrada al brocal me observaba indiferente una pareja de asnos de pelaje negro y ensortijado..
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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