Y enfrascadoa en el enigma , los primeros golpes pasaron desapercibidos . Fue Ruth la que reclamó silencio . En efecto , en la parte posterior de lasa sonaron unos impactos , como si alguien aporreara una puerta con un bastón .
La Señora , a la pregunta de su hijo , se encogió de hombros Y los << albadonazos >> se repitieron lejanos pero claros , siguiendo una secuencia de tres golpes y silencio . Aquello parecía una contraseña . Y Santiago , más tranquilo , pidió calma . Y con paso cauteloso lo vi dirigirse al taller . Me fui tras él . Alivió la hoja del madero que la apuntalaba y entró en la claridad . Hasta ese momento no había tenido ocasión de pisar la tercera y última dependencia del hogar de Nazaret.
El galileo , extremando las precauciones , fue a detenerse en mitad del patio rectangular que cerraba la vivienda por el flanco norte . Y espada en mano esperó una nueva secuencia de golpes . Casi frente por frente a la puerta que acabábamos de dejar atras se abría una modesta cancela de tablas , que cerraba con un cordel semipodrido . Resultaba un tanto absurdo - pensé - atrancar los accesos principal y del taller cuando , de una patada , hubiera sido viable el ingreso por el patio . Como en la mayoría de las casas rurales aquella pieza constituía una especie de desahogo : en una superficie de siete por cinco metros , a cielo abierto , se amontonaba toda suerte de enseres y cachivaches que , por conveniencia , habían sido desterrados del hogar . Un muro de piedra sin encalar , con la roca anclada por un mortero anciano y erosionado por la climatología , cerraba la totalidad del corral , elevándose algo más de dos metros . En la pared de mi derecha se alineaban un telar vertical de 1,80 metros de altura ( ahora en claro desuso ) , un mortero de negro basalto y , formando cuerpo con la esquina , un horno de ladrillo rojizo de un metro de altura y del tipo cupuliforme . El mortero o << molino >> casero , seguramente adquiridos en la alta y volcánica Galilea , era sencillo en extremo . La verdad es que los había visto más << lujosos >> . La losa rectangular , de unos sesenta por cuarenta centímetros , que hacía de base , aparecía desgastada por el ininterrumpido y dilatado uso . Sobre ella descansaba la segunda y complementaria pieza : un pesado cubo de treinta centímetros de lado que servía para moler el grano .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
La Señora , a la pregunta de su hijo , se encogió de hombros Y los << albadonazos >> se repitieron lejanos pero claros , siguiendo una secuencia de tres golpes y silencio . Aquello parecía una contraseña . Y Santiago , más tranquilo , pidió calma . Y con paso cauteloso lo vi dirigirse al taller . Me fui tras él . Alivió la hoja del madero que la apuntalaba y entró en la claridad . Hasta ese momento no había tenido ocasión de pisar la tercera y última dependencia del hogar de Nazaret.
El galileo , extremando las precauciones , fue a detenerse en mitad del patio rectangular que cerraba la vivienda por el flanco norte . Y espada en mano esperó una nueva secuencia de golpes . Casi frente por frente a la puerta que acabábamos de dejar atras se abría una modesta cancela de tablas , que cerraba con un cordel semipodrido . Resultaba un tanto absurdo - pensé - atrancar los accesos principal y del taller cuando , de una patada , hubiera sido viable el ingreso por el patio . Como en la mayoría de las casas rurales aquella pieza constituía una especie de desahogo : en una superficie de siete por cinco metros , a cielo abierto , se amontonaba toda suerte de enseres y cachivaches que , por conveniencia , habían sido desterrados del hogar . Un muro de piedra sin encalar , con la roca anclada por un mortero anciano y erosionado por la climatología , cerraba la totalidad del corral , elevándose algo más de dos metros . En la pared de mi derecha se alineaban un telar vertical de 1,80 metros de altura ( ahora en claro desuso ) , un mortero de negro basalto y , formando cuerpo con la esquina , un horno de ladrillo rojizo de un metro de altura y del tipo cupuliforme . El mortero o << molino >> casero , seguramente adquiridos en la alta y volcánica Galilea , era sencillo en extremo . La verdad es que los había visto más << lujosos >> . La losa rectangular , de unos sesenta por cuarenta centímetros , que hacía de base , aparecía desgastada por el ininterrumpido y dilatado uso . Sobre ella descansaba la segunda y complementaria pieza : un pesado cubo de treinta centímetros de lado que servía para moler el grano .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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