No tardé mucho en desistir . Tras una corta incursión en un reducido campo en el que crecian unos jovéncisimos olivos , una serie de modernas fincas me cortó el paso . Todo había sido arrollado por el progreso . Una vez más , perdido en mi propio presente , lamenté que los seres humanos no hayan sabido o querido respetar un entorno tan entrañable y sagrado como aquél . Sé que es un sueño imposible , pero ¿ no hubiera sido más emotivo y auténtico conservar , tal cual eran , los lugares donde vivió el Cristo , sin iglesias ni santuarios ? Después de estas decepcionantes vivencias , comprendo mejor a los seguidores del rabí de Galilea que eligen remomar su recuerdo , alejándose de los tradicionales << santos lugares >> y buscando aquellos parajes - montañas , desiertos , playas de Galilea o campiñas - que siguen vírgenes y sin transformación alguna .
Poco faltópara que , al descender hacia la transitada carretera de Derech Yericho - la que pasa frente a la iglesia de Getsemaní -, siguiera mi camino , en busca de un taxi que me devolviera al hotel . Pero << algo >> inexplicable , esa especie de fuerza interior que me acompaña desde << entonces >> , me obligó a detenerme frente a la puerta de del Holy Place : el jardín donde se conservan y miman ocho venerables olivos que , según la tradición , fueron los mismos que cobijaran al Maestro . Tras sortear a los invitables vendedores ambulantes y a los áraves que se empeñan en montar a los turistas en sus camellos , penetré en el silencioso y sosegado recinto . Empezaba a llover y la mayoría de los escasos visitantes se precipitaban hacia la salida . Al ver los ancianos y enroscados olivos sentí un estremecimiento . Algunos de aquellos vetustos y gruesos ejemplares sí eran idénticos a los que crecían en la propiedad de Simón << el leproso >> . Aferrado a la cerca de hierro que los separa y protege del publico y absorto en la contemplación de aquellos posibles testigos mudos del paso de Jesus de nazaret durante sus caminataspor la falda del Olivete , no me percaté de la intensa lluvia que me empapaba . Hasta que , providencialmente , casi como una aparición , vi surgir de debajo de uno de los frondosos olivos , a un personaje menudo que , a buen paso , se situó frente a mi . Con una luminosa sonrisa , el franciscano me devolvió a la realidad , recordándome que estaba lloviendo .Y sin más protocolo me hizo cruzar la verja , conduciendome al pie del gigantesco árbol del que le había visto separarse segundos antes .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio martinez
Poco faltópara que , al descender hacia la transitada carretera de Derech Yericho - la que pasa frente a la iglesia de Getsemaní -, siguiera mi camino , en busca de un taxi que me devolviera al hotel . Pero << algo >> inexplicable , esa especie de fuerza interior que me acompaña desde << entonces >> , me obligó a detenerme frente a la puerta de del Holy Place : el jardín donde se conservan y miman ocho venerables olivos que , según la tradición , fueron los mismos que cobijaran al Maestro . Tras sortear a los invitables vendedores ambulantes y a los áraves que se empeñan en montar a los turistas en sus camellos , penetré en el silencioso y sosegado recinto . Empezaba a llover y la mayoría de los escasos visitantes se precipitaban hacia la salida . Al ver los ancianos y enroscados olivos sentí un estremecimiento . Algunos de aquellos vetustos y gruesos ejemplares sí eran idénticos a los que crecían en la propiedad de Simón << el leproso >> . Aferrado a la cerca de hierro que los separa y protege del publico y absorto en la contemplación de aquellos posibles testigos mudos del paso de Jesus de nazaret durante sus caminataspor la falda del Olivete , no me percaté de la intensa lluvia que me empapaba . Hasta que , providencialmente , casi como una aparición , vi surgir de debajo de uno de los frondosos olivos , a un personaje menudo que , a buen paso , se situó frente a mi . Con una luminosa sonrisa , el franciscano me devolvió a la realidad , recordándome que estaba lloviendo .Y sin más protocolo me hizo cruzar la verja , conduciendome al pie del gigantesco árbol del que le había visto separarse segundos antes .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio martinez
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