Dio unos pasos , golpeó con el puño uno de los tapices que colgaban de la pared y , volviendose hacia la << U >> , permaneció un par de minutos con la vista fija y vidriosa en la llama ambarina de una de las lucernas de aceite . Ninguno de los comensales le prestó la menor atención . Mejor dicho , ninguno no . Andrés y yo , que espiábamos sus movimientos , cruzamos una mirada de preocupación . Sabíamos sus intenciones de desertar del grupo y ambos nos preguntamos si quizá había llegado el momento .
De pronto , sin despedirse ni dar explicaciones alguna , se ancaminó hacia la salida , que permanecía entreabierta .
Esperé la reacción de su hermano . Sin embargo , Andrés no hizo nada . Palideció . Llenó su copa y , lentamente , apuró el vino de una sola vez .
Por enésima vez me sentí confundido . Aquello no estaba en los Evangelios . ¿ Cumpliría el pescador su intención de huir de la ciudad ? ¿ Me lanzaba tras él ? ¿ Permanecía en la cámara a la espera de esa prostera y teórica aparición , tan esperada por todos , incluido yo ?
Atormentado , reparé en el manto y el gladius hispanicus de Simón . Había quedado sobre el diván y la mesa , respectivamente . Eso me tranquilizó . Quizá volviese a recogerlos . Pero ¿ y si no lo hacía ?
Transcurridos unos quince minutos mi desasosiego fue en aumento . Comprendí que había obrado mal . Precisamente por nueva , y por tratarse de quien se trataba , aquella situación tenía prioridad . Asi que , olvidando la seguramente próxima y siempre hipotética aparición que mencionan los evangelistas , elegí lo seguro : seguir al pescador .
Solicité de Elías el permiso para retirarme , pero , cuando estaba a punto de dejarles , la inesperada intervención de Andrés me retuvo momentáneamente . Tan impaciente como yo , en una de las entradas de la servidumbre se interesó por su hermano . Uno de los criados nos tranquilizó a los dos . El Galileo se hallaba en el patio , paseando .
<< Quizá ha cambiado de idea << , me dije , al tiempo que - contrariado - buscaba con prisas una excusa que me permitiera descomponer mi anunciada marcha .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
De pronto , sin despedirse ni dar explicaciones alguna , se ancaminó hacia la salida , que permanecía entreabierta .
Esperé la reacción de su hermano . Sin embargo , Andrés no hizo nada . Palideció . Llenó su copa y , lentamente , apuró el vino de una sola vez .
Por enésima vez me sentí confundido . Aquello no estaba en los Evangelios . ¿ Cumpliría el pescador su intención de huir de la ciudad ? ¿ Me lanzaba tras él ? ¿ Permanecía en la cámara a la espera de esa prostera y teórica aparición , tan esperada por todos , incluido yo ?
Atormentado , reparé en el manto y el gladius hispanicus de Simón . Había quedado sobre el diván y la mesa , respectivamente . Eso me tranquilizó . Quizá volviese a recogerlos . Pero ¿ y si no lo hacía ?
Transcurridos unos quince minutos mi desasosiego fue en aumento . Comprendí que había obrado mal . Precisamente por nueva , y por tratarse de quien se trataba , aquella situación tenía prioridad . Asi que , olvidando la seguramente próxima y siempre hipotética aparición que mencionan los evangelistas , elegí lo seguro : seguir al pescador .
Solicité de Elías el permiso para retirarme , pero , cuando estaba a punto de dejarles , la inesperada intervención de Andrés me retuvo momentáneamente . Tan impaciente como yo , en una de las entradas de la servidumbre se interesó por su hermano . Uno de los criados nos tranquilizó a los dos . El Galileo se hallaba en el patio , paseando .
<< Quizá ha cambiado de idea << , me dije , al tiempo que - contrariado - buscaba con prisas una excusa que me permitiera descomponer mi anunciada marcha .
Autor : J.J.Benitez
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Antonio Martinez
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