Al instante asocié esta afirmación con uno de los más famosos y misteriosos pasajes evangélicos : el de Jesus caminando sobre la superficie del lago Tiberiades . ¿ Qué había querido insinuar el ex jefe de los apóstoles ? Y en lo más íntimode mi corazón me propuse averiguarlo . Pero ésta es una historia que quizá cuente más adelante ...
Andrés , con una dulzura implacable , impropia de el , continuó arengando a sus compañeros , con el único y abierto fin de que olvidaran las << majaderías de Simón >> . Éste se sintió herido en lo más profundo y , alzandose del divan , se retiró a una esquina de la estancia . Sólo los gemelos tuvieron la delicadeza y el coraje de acudir junto al humillado pescador , consolándole y declarando a voz en grito - de forma que todos pudieramos oírles - que ellos si le creían y que su madre también había visto al Señor .
El hermano de Pedro miró despreciativamente a los Alfeo y , cada vez más enfurecido , siguió en su empeño , pujando por borrar de las mentes de los apóstoles las supuestas vivencias del galileo .
Pero la encendida perorata de Andrés se vería súbitamente frustrada .
En parte me alegré . El impertinente discurso del exjefe de los apóstoles estaba causando estragos .
Al principio oímos un pequeño tumulto . Voces de hombres y algún que otro breve pero agudo chillido de mujer . El hermano de Simón Pedro titubeó . Elías giró la cabeza hacia la puerta y Juan Marcos , que jugueteaba con un puñado de huesecillos de dátiles , formando sobre el tablero de la mesa la cabalistica palabra Yeshua o Jesús , pero que en aquella lengua significaba también Yah ( yavé y << salud >< ) , << borró >> de un manotazo el querido nombre de su ídolo , atemorizado ante la posibilidad de que fueran los policías del Templo . Guardamos silencio y varios de los discípulos , a una señal de Santiago Zebedeo , tomaron sus armas . Elías se indignó . Y con gesto autoritario les recordó que se hallaban en su casa y que no permitía violencias de ningun tipo . El alboroto fue haciéndose más nítido . Se oyeron pasos que ascendían por las escaleras de acceso a la planta donde nos encontrábamos y nuevas voces . Santiado y algunos más se incorporaron , maldiciendo a los gemelos por no haber atrancado la puerta . Pero ya era tarde .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Andrés , con una dulzura implacable , impropia de el , continuó arengando a sus compañeros , con el único y abierto fin de que olvidaran las << majaderías de Simón >> . Éste se sintió herido en lo más profundo y , alzandose del divan , se retiró a una esquina de la estancia . Sólo los gemelos tuvieron la delicadeza y el coraje de acudir junto al humillado pescador , consolándole y declarando a voz en grito - de forma que todos pudieramos oírles - que ellos si le creían y que su madre también había visto al Señor .
El hermano de Pedro miró despreciativamente a los Alfeo y , cada vez más enfurecido , siguió en su empeño , pujando por borrar de las mentes de los apóstoles las supuestas vivencias del galileo .
Pero la encendida perorata de Andrés se vería súbitamente frustrada .
En parte me alegré . El impertinente discurso del exjefe de los apóstoles estaba causando estragos .
Al principio oímos un pequeño tumulto . Voces de hombres y algún que otro breve pero agudo chillido de mujer . El hermano de Simón Pedro titubeó . Elías giró la cabeza hacia la puerta y Juan Marcos , que jugueteaba con un puñado de huesecillos de dátiles , formando sobre el tablero de la mesa la cabalistica palabra Yeshua o Jesús , pero que en aquella lengua significaba también Yah ( yavé y << salud >< ) , << borró >> de un manotazo el querido nombre de su ídolo , atemorizado ante la posibilidad de que fueran los policías del Templo . Guardamos silencio y varios de los discípulos , a una señal de Santiago Zebedeo , tomaron sus armas . Elías se indignó . Y con gesto autoritario les recordó que se hallaban en su casa y que no permitía violencias de ningun tipo . El alboroto fue haciéndose más nítido . Se oyeron pasos que ascendían por las escaleras de acceso a la planta donde nos encontrábamos y nuevas voces . Santiado y algunos más se incorporaron , maldiciendo a los gemelos por no haber atrancado la puerta . Pero ya era tarde .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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