jueves, 10 de septiembre de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 2 - 9 de abril , domingo ( 161 )

Al instante asocié  esta afirmación con uno de los más famosos  y misteriosos pasajes evangélicos  : el de Jesus caminando sobre la superficie del lago Tiberiades  . ¿ Qué había querido insinuar el ex jefe  de los apóstoles  ?  Y en lo más íntimode mi corazón me propuse averiguarlo . Pero ésta es una historia que quizá cuente más adelante ...
Andrés , con una dulzura  implacable  , impropia de el , continuó arengando a sus compañeros  , con el único y abierto fin de que olvidaran las << majaderías de Simón >> . Éste  se sintió herido en lo más profundo y , alzandose  del divan , se retiró a una esquina  de la estancia  . Sólo los gemelos  tuvieron la delicadeza y el coraje  de acudir  junto al humillado pescador  , consolándole  y declarando a voz en grito  - de forma  que todos pudieramos  oírles - que ellos si le creían y que su madre  también había visto al Señor .
El hermano de Pedro miró despreciativamente  a los Alfeo  y , cada vez más enfurecido , siguió en su empeño , pujando por borrar  de las mentes de los apóstoles las supuestas vivencias del galileo .
Pero la encendida perorata  de Andrés se vería súbitamente frustrada .
En parte me alegré  . El impertinente discurso del exjefe de los apóstoles  estaba causando estragos .
Al principio oímos un pequeño tumulto . Voces de hombres y algún que otro breve  pero agudo chillido de mujer . El hermano de Simón Pedro titubeó . Elías  giró la cabeza hacia la puerta  y Juan Marcos  , que jugueteaba  con un puñado de huesecillos  de dátiles  , formando sobre el tablero de la mesa la cabalistica  palabra Yeshua  o Jesús  , pero que en aquella lengua  significaba  también Yah ( yavé y << salud >< ) , << borró >> de un manotazo el querido nombre de su ídolo  , atemorizado ante la posibilidad  de que fueran los policías del Templo . Guardamos silencio y varios de los discípulos  , a una señal de Santiago Zebedeo , tomaron sus armas  . Elías se indignó . Y con gesto autoritario les recordó que se hallaban en su casa  y que no permitía violencias  de ningun tipo  . El alboroto fue haciéndose más nítido . Se oyeron pasos que ascendían  por las escaleras  de acceso a la planta  donde nos encontrábamos  y nuevas voces  . Santiado y algunos más  se incorporaron , maldiciendo a los gemelos por no haber atrancado la puerta  . Pero ya era tarde .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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