miércoles, 3 de febrero de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 4 - El Diario , 25 de abril, martes ( 100 )

Destapó la gran vasija  y se sirvió una ración de vino . Al llevarlo a los labios  su mirada  tripezó con la mía . Supongo  que no fui el único que detecto la gravedad de su semblante . Al reparar en mi presencia , carraspeó nerviosamente . Algo había sucedido  . Algo que yo no debía  escuchar . Así , al menos , lo interpreté  . Y en silencio me dirigí a la apuntalada  puerta principal . Pero la Seóra , ágil y atenta  como un leopardo , me salió al paso y reteniéndome  por el brazo rompió el embarazoso suspense :
- ¿ Qué ha ocurrido ? - La pregunta  , dirigida a Santiago  , no obtubo respuesta  . Y presionando mi  antebrazo con sus dedos reclamó mi atención -: Jasón , ¿ qué pasa ? ¿ Por qué te marchas ?...
No hubiera sabido responderle . Pero tampoco me dio oportunidad . Y aproximándose a su hijo le exigió unaexplicación . Le vi dudar . Aquello me extrañó en Santiago . Su confianza en mí era irrepochable  . Bajó los ojos  y , al punto , alzándolos de nuevo , fijó en mí su penetrante mirada . Después lo comprendería  . Aquel noble corazón trataba  de evitarme  un disgusto . Pero , presionado por su madre , introdujo la mano izquierda  en la faja  que ceñía  la túnica , rescatando un pequeño trozo  de cerámica  : una ostraka  . Y en silencio se la entregó a María  . Ésta la aproximó a la lucerna  que presidia la mesa de piedra  y tras examinar la breve inscripción  garrapateada  en la arcilla me miró incrédula . Y negando con la cabeza se la devolvió a su hijo .
- No lo creo .... - fue su comentario  .
Intrigado y perplejo asistí entonces a un lacónico e indescifrable  diálogo entre ambos .
- ¿ Quien ha podido escribir una cosa así  ? clamó furiosa .
- Es su letra ... - replicó el galileo .
- Eso no basta . ¿ Es que no sabe que le aborrece  ?
Y María  , abortando la tensa situación , le arrebato  la ostraka  , cediéndomela . Durante algunos segundos  todas las miradas fueron a posarse  sobre este confuso explorador  . A Dios gracias  , mi pulso no tembló  . Leído el mensaje , sin perder la calma  se lo devolví a María . Y supongo que mis ojos hablaron con mayor precisión que mi garganta  . Y los de la mijer se iluminaron , radiantes ante la muda  confirmación . pero , al escuchar mis palabras , su júbilo se marchitó .
- Es cierto - declaré sin rodeos -. Soy amigo de Poncio ...
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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