Aguardé , inquieto . No me gustaban las cuevas . La última experiencia , en la garganta del Firán , con Yehohanan , no fue muy satisfactoria , en mi opinión ...
Y reparé en un detalle en un detalle . No disponiamos de lucernas .
Segundos más tarde , como si hubiera adivinado mis pensamientos , el Galileo regrsó al exterior , y rogó que esperase .
- ¡ Qué Dios más torpe ! - murmuró entre dientes -. ¡ He olvidado las luces !
Y corrió por el camino , hacia Beit Ids .
Éste era el Hijo del Hombre ...
Examiné la boca de la cueva . No levantaba más de 1,50 metros , con una anchura de 1,40 , aproximadamente . Presentaba un sólido arco de piedra , que , en relidad se prolongaba como un túnel . Eché un vistazo , pero no fue mucho lo que acerté a ver . Las tinieblas , en el interior , eran absolutas . Pronto sucedería lo mismo con el exterior .
Había sangre en el arco de piedra . Cubria la casi totalidad de los doce sillares que integraban dicho arco . Deduje que se trataba de una dabíheh , una de las ceremonias de inmolación que practicaban los badu y que consistía en el sacrificio de un animal , siempre hembra , con el que calmaban al wely de turno . Con la sangre embadurnaban paredes , tumbas , o cualquier lugar , supuestamente relacionado con el genio . Nos hallábamos , efectivamente , ante un mazar , una zona santa para los beduinos <, una cueva , y una fuente , en este caso , que habían sido testigos de algún acontecimiento sobrenatural o que , simplemente , disfrutaban de una tradición popular vinculada a un espíritu , una welieh , según la anciana .
Y recordé las palabras de la beduina : << ... no molestes a la welieh de la fuente >>.
En realidad me encontraba ante un mazar más sagrado de lo que suponía . La deducción no fue gratuita . Muy cerca de la cueva , como un extraño en el bosque de la << luz >> , se alzaba una encina verde , de troco grueso y poco elevado , pero lo suficiente para dejar atrás a sus protegidos , los almendros . De las ramas colgaban largas cintas de tela de color rojo y verde , así como trenzas de cabello humano , cuerdas con nudos , trozos de cerámica y bastones .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Matinez
Y reparé en un detalle en un detalle . No disponiamos de lucernas .
Segundos más tarde , como si hubiera adivinado mis pensamientos , el Galileo regrsó al exterior , y rogó que esperase .
- ¡ Qué Dios más torpe ! - murmuró entre dientes -. ¡ He olvidado las luces !
Y corrió por el camino , hacia Beit Ids .
Éste era el Hijo del Hombre ...
Examiné la boca de la cueva . No levantaba más de 1,50 metros , con una anchura de 1,40 , aproximadamente . Presentaba un sólido arco de piedra , que , en relidad se prolongaba como un túnel . Eché un vistazo , pero no fue mucho lo que acerté a ver . Las tinieblas , en el interior , eran absolutas . Pronto sucedería lo mismo con el exterior .
Había sangre en el arco de piedra . Cubria la casi totalidad de los doce sillares que integraban dicho arco . Deduje que se trataba de una dabíheh , una de las ceremonias de inmolación que practicaban los badu y que consistía en el sacrificio de un animal , siempre hembra , con el que calmaban al wely de turno . Con la sangre embadurnaban paredes , tumbas , o cualquier lugar , supuestamente relacionado con el genio . Nos hallábamos , efectivamente , ante un mazar , una zona santa para los beduinos <, una cueva , y una fuente , en este caso , que habían sido testigos de algún acontecimiento sobrenatural o que , simplemente , disfrutaban de una tradición popular vinculada a un espíritu , una welieh , según la anciana .
Y recordé las palabras de la beduina : << ... no molestes a la welieh de la fuente >>.
En realidad me encontraba ante un mazar más sagrado de lo que suponía . La deducción no fue gratuita . Muy cerca de la cueva , como un extraño en el bosque de la << luz >> , se alzaba una encina verde , de troco grueso y poco elevado , pero lo suficiente para dejar atrás a sus protegidos , los almendros . De las ramas colgaban largas cintas de tela de color rojo y verde , así como trenzas de cabello humano , cuerdas con nudos , trozos de cerámica y bastones .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Matinez
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