Al asomarme al exterior vi a los soldados medio tumbados en tierra , gritando , y sujetándose el cráneo con las manos . El zumbido , indudablemente , también les había afectado .
Llamé a Eliseo , pidiéndole información sobre la hora y un posible registro en los sismógrafos . Eran las 2.44 . Y , tal y como sospechaba , el instrumental de a bordo no detectaba oscilación alguna del terreno . Sin poder contenerme relaté a Eliseo lo ocurrido , maniféstándole mi procupación por lo que estaba sucediendo .
Durante los minutos siguientes , la calma fue completa . Los soldados fueron recuperándose , entablando una encendida polémica sobre lo ocurrido . Unos los atribuían a un nuevo terremoto . Otros , en cambio , hablaron de una tormenta . << ¿ Tormenta ? >> , me pregunté a mi mismo . Observé el cielo , pero seguía transparente , sin el menor asomo de nubes . << ¡ Imposible ! >>, comenté para mí . << No conozco una tormenta que sea capaz de desarrollar un zumbido como aquél . Además , ¿ cómo explicar las sacudidas ? >>
Algunos levitas insinuaron que debían avisar a sus jefes , pero , finalmente , ante la falta de argumentos , desistieron y volvieron a sentarse .
A las 03.00 horas Eliseo efectuó la segunda llamada . Me preguntó si todo seguia en orden y , al responderle afirmativamente , me sugerió que no me descuidara . << A las siete - comentó - tomaremos el té ... >>
Agradecí la broma de mi hermano . Lo nacesitaba . Aquella tensión me estaba destrozando .
Cuando empezaba a creer que todo aquello podía haber sido fruto de mi imaginación , un nuevo suceso vino a empañar este paréntesis .
A los siete u ocho minutos desde la última conexión con el módulo , un silencio extraño y anormal - muy similar al que yo había sentido en Getsemaní - cayó sobre la zona . Observé ls palomas . Inexplicablemente se habían acurrucado en el fondo de las pequeñas celdas del palomar , visiblemente asustadas.
Agucé los oídos . Nada , No se percibia ni el más leve ruido.
Los soldados romanos , intrigados por el silencio , se habían puesto en pie,.
Autor
J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Llamé a Eliseo , pidiéndole información sobre la hora y un posible registro en los sismógrafos . Eran las 2.44 . Y , tal y como sospechaba , el instrumental de a bordo no detectaba oscilación alguna del terreno . Sin poder contenerme relaté a Eliseo lo ocurrido , maniféstándole mi procupación por lo que estaba sucediendo .
Durante los minutos siguientes , la calma fue completa . Los soldados fueron recuperándose , entablando una encendida polémica sobre lo ocurrido . Unos los atribuían a un nuevo terremoto . Otros , en cambio , hablaron de una tormenta . << ¿ Tormenta ? >> , me pregunté a mi mismo . Observé el cielo , pero seguía transparente , sin el menor asomo de nubes . << ¡ Imposible ! >>, comenté para mí . << No conozco una tormenta que sea capaz de desarrollar un zumbido como aquél . Además , ¿ cómo explicar las sacudidas ? >>
Algunos levitas insinuaron que debían avisar a sus jefes , pero , finalmente , ante la falta de argumentos , desistieron y volvieron a sentarse .
A las 03.00 horas Eliseo efectuó la segunda llamada . Me preguntó si todo seguia en orden y , al responderle afirmativamente , me sugerió que no me descuidara . << A las siete - comentó - tomaremos el té ... >>
Agradecí la broma de mi hermano . Lo nacesitaba . Aquella tensión me estaba destrozando .
Cuando empezaba a creer que todo aquello podía haber sido fruto de mi imaginación , un nuevo suceso vino a empañar este paréntesis .
A los siete u ocho minutos desde la última conexión con el módulo , un silencio extraño y anormal - muy similar al que yo había sentido en Getsemaní - cayó sobre la zona . Observé ls palomas . Inexplicablemente se habían acurrucado en el fondo de las pequeñas celdas del palomar , visiblemente asustadas.
Agucé los oídos . Nada , No se percibia ni el más leve ruido.
Los soldados romanos , intrigados por el silencio , se habían puesto en pie,.
Autor
J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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