José hizo una pausa y , cuando daba por sentado que aclararía el importe de la citada recompensa , esquivó el asunto . Me vi en la obligación de interrumpirle otra vez e interesarme por la suma .
- Treinta monedas .... - replicó el anciano con repugnancia .
- ¿ Deanarios de plata ? - presioné .
José , molesto por mi insistencia , aclaró :
- No , 30 << sequel >>.
( esta moneda de plata , conocida popularmente como << siclo de Tiro >> , constituía , como ya dije , el dinero habitual en el pago de los tributos del Templo . Era , en definitiva , una pieza usada comúnmente por los sacerdotes en la mayor parte de sus transaciones comerciales . Su quivalencia , en aquella época era de unos cuatro denarios de platapor << sequel >> . Una suma , por tanto , << moderada >> . Hay que tener en cuenta que , según el testimonio evangélico de Mateo , los sacerdotes compraron un campo con el dinero que había rechazado Judas . Hoy , esos 120 denarios de plata podrían equipararse a uno 200 dólares )
El de Arimatea prosiguió :
- Cuando el traidor se cercioró del valor de la bolsa , livido y mudo de estupor se lanzó hacia la puerta del Consejo , dispuesto , supongo , a protestar . Pero el portero le cortó el paso , prohibiéndole la entrada .
<< Derrotado , Judas pasó de la cólera a su habitual frialdad . Dejó caer la bolsa en su bolsillo , alejándose de la sala de las << piedras talladas >> . Desde entonces no he vuelto a verle ...
Fue inútil que insistiera . José de Arimatea , en efecto , había perdido la pista del traidor . Ignoraba sus suerte y , por supuesto , no podía conocer el incidente del Templo y el gesto deseperado del Iscariote , arrojando las monedas al tesoro del Santuario . Yo estaba al tanto de esta última acción de Judas por la lectura previa de Mateo , pero ¿ habian sucedido las cosas tal y como lo describe el autor sagrado ?
La fortuna quiso que pudiera desvelar esta incógnita poco después de la marcha del anciano de la casa de Elías Marcos . Había dos asuntos que me obligaron a permanecer en aquel domicilio y que , sin proponermelo , fueron una magnífica excusa para averiguar otro dato.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
- Treinta monedas .... - replicó el anciano con repugnancia .
- ¿ Deanarios de plata ? - presioné .
José , molesto por mi insistencia , aclaró :
- No , 30 << sequel >>.
( esta moneda de plata , conocida popularmente como << siclo de Tiro >> , constituía , como ya dije , el dinero habitual en el pago de los tributos del Templo . Era , en definitiva , una pieza usada comúnmente por los sacerdotes en la mayor parte de sus transaciones comerciales . Su quivalencia , en aquella época era de unos cuatro denarios de platapor << sequel >> . Una suma , por tanto , << moderada >> . Hay que tener en cuenta que , según el testimonio evangélico de Mateo , los sacerdotes compraron un campo con el dinero que había rechazado Judas . Hoy , esos 120 denarios de plata podrían equipararse a uno 200 dólares )
El de Arimatea prosiguió :
- Cuando el traidor se cercioró del valor de la bolsa , livido y mudo de estupor se lanzó hacia la puerta del Consejo , dispuesto , supongo , a protestar . Pero el portero le cortó el paso , prohibiéndole la entrada .
<< Derrotado , Judas pasó de la cólera a su habitual frialdad . Dejó caer la bolsa en su bolsillo , alejándose de la sala de las << piedras talladas >> . Desde entonces no he vuelto a verle ...
Fue inútil que insistiera . José de Arimatea , en efecto , había perdido la pista del traidor . Ignoraba sus suerte y , por supuesto , no podía conocer el incidente del Templo y el gesto deseperado del Iscariote , arrojando las monedas al tesoro del Santuario . Yo estaba al tanto de esta última acción de Judas por la lectura previa de Mateo , pero ¿ habian sucedido las cosas tal y como lo describe el autor sagrado ?
La fortuna quiso que pudiera desvelar esta incógnita poco después de la marcha del anciano de la casa de Elías Marcos . Había dos asuntos que me obligaron a permanecer en aquel domicilio y que , sin proponermelo , fueron una magnífica excusa para averiguar otro dato.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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