Nicodemo seleccionó una de aquellas << vendas >> ( de algo más de un metro de longitud ) y tirando de ambos extremos la tensó , estabilizandola a un par de cuartas por encima del saquete que albergaba el dorado polvillo . Sin perder un instante , el de Arimatea enterró su mano izquierda en la saca , tomando un puñado de aquella especie de árido . Y lo dejó escapar por la parte inferior del puño , cubriendo más que generosamente la superficie de la tela . El tembloroso pulso del anciano hizo que buena parte del acíbar o áloe - porque de eso se trataba - cayera al saco o se demarrara sobre el abrupto pavimento de la cámara mortuoria . Sin demasiado disimulo recogí un pellizco de aquel polvo , guardándomelo . Una vez de regreso al módulo , y sometido al correspondiente análisis microscópico , Caballo de Troya supo que aquella sustancia era en realidad una de las variantes del acíbar : el llamado << sucotrino >> , que debe su nombre a la isla de Socotora , a la entrada del golfo Arábigo . Generalmente se presenta en masas de fractura brillante y como vítrea , rojas , verdosas o amarillentas y que , sometidas a pulverización , proporcionan un producto granulado , identico al que yo tenía ante mis ojos . En el caso del áloe originario de Socotora , su origen , como en otros tipos de acíbar - << hepático , o de las Barbadas >>, << caballuno >> , etc .-, está en el zumo que se extrae de diferentes especies botánicas . Se trata de grandes y hermosas plantas de la familia de las Liliáceas ( tribu de las Asfodeleas ) , que crecen en las regiones cálidas de Asia , África y América . Del centro de un conjunto de hojas grandes y carnosas , con bordes armados de puntas , arranca un tallo o escapo vigoroso que lleva en su ápice una larga espiga de flores tubulosas , generalmente bilabiadas y rojas . El mencionado zumo es producido por las hojas .
José se incorporó y acercándose a los pies del maestro , procuró juntarlos , levantándolos de forma que su compañero pudiera pasar la pieza de tela , impregnada de acíbar , a la altura de los tobillos . A continuación , Nicodemo fue arrojando su aliento sobre el áloe y , ante mi sorpresa , su particular olor se hizo más intenso y penetrante .
Anudó la venda en el nacimiento de los pies y , regresando a la saca , repitió la operación con una segunda tira . En esta ocasión , antes de anudar las manos del Galileon , José tuvo la precaución de depositarlas reverencial y púdicamente sobre el pubis del cadáver . La izquierda sobre la derecha . Aquella , como esta última , mostraba un rosetón de sangre coagulada sobre la parte superior de la muñeca . La forma triangular de la herida , con sus bordes negros y descarnados , me hizo estremecer.
José se incorporó y acercándose a los pies del maestro , procuró juntarlos , levantándolos de forma que su compañero pudiera pasar la pieza de tela , impregnada de acíbar , a la altura de los tobillos . A continuación , Nicodemo fue arrojando su aliento sobre el áloe y , ante mi sorpresa , su particular olor se hizo más intenso y penetrante .
Anudó la venda en el nacimiento de los pies y , regresando a la saca , repitió la operación con una segunda tira . En esta ocasión , antes de anudar las manos del Galileon , José tuvo la precaución de depositarlas reverencial y púdicamente sobre el pubis del cadáver . La izquierda sobre la derecha . Aquella , como esta última , mostraba un rosetón de sangre coagulada sobre la parte superior de la muñeca . La forma triangular de la herida , con sus bordes negros y descarnados , me hizo estremecer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
puede comentar todas las personas que lo deseen , con educación y respeto