Cuando vi cómo Nicodemo introducía las pequeñas plumas en las fosas nasales de Jesú scomprendí sus intenciones . Si el presunto fallecido conservaba un minimo de vida , el roce de los plumones irritaba las mucosas , excetindo así la respiración . Era , tal y como ha escrito el rabino A. Levi , la << certificación de la muerte >> . Ni qué decir tiene que el Galileo no experimentó reacción alguna . Cumplido el << trámite >> , José volvió a asomarse a la entrada de la tumba , retornando al instante .
- Hay que darse prisa - expresó en voz vaja -. El sábado no tardará en apuntar .
Y abriendo el ánfora , vertió parte del agua en un trozo de esponja , ceniciento y perforado por cientos de minúsculos orificios . Nicodemo se situó a los pies del maestro , levantando la extremidad inferior izquierda hasta donde fue posible . El de Arimatea se despojó del manto y , arremangandose la túnica , comenzó a frotar y limpiar la cara posterior del muslo y pierna . Después repitió el lavado en la pierna derecha , concluyendo con una serie de deficientes restregones sobre las nalgas , testículos y ano de Jesús .
- Dejémoslo así... - puntualizó Nicodemo , cada vez más nervioso ante el cercano final del viernes .
El de Arimatea arrojó la esponja al suelo y comenzó a desatar los saquetes de harpillera , mientras su compañero buscaba en el fondo del hatillo . Una de las sacas contenía entre 15 y 20 kilos de un polvo granulado , de un color amarillo - oro , sumamente aromático y que , nada más abrirlo , esparció una deliciosa fragancia por toda la cripta . Longino y yo nos miramos , agradeciendo aquel súbito cambio en el cerrado ambiente de la tumba .
En el segundo saco distinguí un campanudo jarro de cobre , perfectamente lacrado con un tapón de tela . José , una vez descubierto , se volvió hacia Nicodemo , reprendiéndole por su lentitud . Al fin , entre las peludas manos del exsanedrita vi aparecer unos retazos de tela . eran unas tiras estrechas , deflecadas y que , por las irregularidades de sus filos , debían haber sido desgajadas a mano y con prisas de algún viejo paño de tela .
Autor :J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
- Hay que darse prisa - expresó en voz vaja -. El sábado no tardará en apuntar .
Y abriendo el ánfora , vertió parte del agua en un trozo de esponja , ceniciento y perforado por cientos de minúsculos orificios . Nicodemo se situó a los pies del maestro , levantando la extremidad inferior izquierda hasta donde fue posible . El de Arimatea se despojó del manto y , arremangandose la túnica , comenzó a frotar y limpiar la cara posterior del muslo y pierna . Después repitió el lavado en la pierna derecha , concluyendo con una serie de deficientes restregones sobre las nalgas , testículos y ano de Jesús .
- Dejémoslo así... - puntualizó Nicodemo , cada vez más nervioso ante el cercano final del viernes .
El de Arimatea arrojó la esponja al suelo y comenzó a desatar los saquetes de harpillera , mientras su compañero buscaba en el fondo del hatillo . Una de las sacas contenía entre 15 y 20 kilos de un polvo granulado , de un color amarillo - oro , sumamente aromático y que , nada más abrirlo , esparció una deliciosa fragancia por toda la cripta . Longino y yo nos miramos , agradeciendo aquel súbito cambio en el cerrado ambiente de la tumba .
En el segundo saco distinguí un campanudo jarro de cobre , perfectamente lacrado con un tapón de tela . José , una vez descubierto , se volvió hacia Nicodemo , reprendiéndole por su lentitud . Al fin , entre las peludas manos del exsanedrita vi aparecer unos retazos de tela . eran unas tiras estrechas , deflecadas y que , por las irregularidades de sus filos , debían haber sido desgajadas a mano y con prisas de algún viejo paño de tela .
Autor :J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
No hay comentarios:
Publicar un comentario
puede comentar todas las personas que lo deseen , con educación y respeto