El relampagueo rojizo del hacha dentro de la tumba desapareció a los pocos segundos . Y el anciano , asomando la cabeza por la abertura , reclamó la sehunda antorcha . Su ayudante se apresuró a entregársela , haciendo otro tanto con el hato .
Cuando José consideró que todo estaba dispuesto salió del panteón , indicando a Nicodemo que vajasen el cuerpo del Maestro .
Los soldados cumplieron la orden , situando los restos sobre la tierra rojiza y apisonada del callejón . El cadáver fue orientado de forma que la cabeza quedara frente al angosto portillo . El anciano retornó entonces al interior , seguido del centurión . Una vez dentro , ambos comenzaron a tirar de la sábana , siendo ayudados desde el exterior por otros tres infantes .
Cuando , al fin , el cuerpo fue introducido en la tumba , Nicodemo fue pasando a José la pareja de sacos que aún colgaba de su hombro y el ánfora . Satisfecha esta última parte del laborioso traslado , aquél se inclinó también y , en ciclillas , se perdió entre la mortecina claridad del sepulcro seguido de Juan .
Ignorando si disponía de sitio , me aventuré a seguir a Nicodemo . Mi metro y ochemta centímetros de talla me obligaron a doblar el espinazo y arrastrarme sobre un piso tan rugoso como ingrato .
Al levantar la vista me encontré en una estancia cuadrada , de unos 3 metros de lado y de 1,70 de altura aproximadamente . ( de esta última cifra estoy bastante seguro porque , durante el tiempo que permanecí en el interior de la cripta , no tuve más remedio que inclinar la cabeza para no tropezar con aquel techo rocoso , duramente ganado a base de escoplo de cantería , a juzgar por los cortes a bisel de la citada bóveda y del resto de las paredes . )
Mi intromisión fue bien recibida . Cuando me incorporé , los cuatro hombres pujaban por levantar el cadáver hasta un simulacro de banco de 0,65 metros de altura , igualmente robado a la masa pétrea y ubicado en el muro derecho .
Me apresuré a unirme a ellos , colaborando en el definitivo y último izado del Nazareno . Sé que aquel insignificante y pobre gesto no hubiera sido aprobado por el estricto código del proyecto , pero eso qué puede importar ya ....
Autor :J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Cuando José consideró que todo estaba dispuesto salió del panteón , indicando a Nicodemo que vajasen el cuerpo del Maestro .
Los soldados cumplieron la orden , situando los restos sobre la tierra rojiza y apisonada del callejón . El cadáver fue orientado de forma que la cabeza quedara frente al angosto portillo . El anciano retornó entonces al interior , seguido del centurión . Una vez dentro , ambos comenzaron a tirar de la sábana , siendo ayudados desde el exterior por otros tres infantes .
Cuando , al fin , el cuerpo fue introducido en la tumba , Nicodemo fue pasando a José la pareja de sacos que aún colgaba de su hombro y el ánfora . Satisfecha esta última parte del laborioso traslado , aquél se inclinó también y , en ciclillas , se perdió entre la mortecina claridad del sepulcro seguido de Juan .
Ignorando si disponía de sitio , me aventuré a seguir a Nicodemo . Mi metro y ochemta centímetros de talla me obligaron a doblar el espinazo y arrastrarme sobre un piso tan rugoso como ingrato .
Al levantar la vista me encontré en una estancia cuadrada , de unos 3 metros de lado y de 1,70 de altura aproximadamente . ( de esta última cifra estoy bastante seguro porque , durante el tiempo que permanecí en el interior de la cripta , no tuve más remedio que inclinar la cabeza para no tropezar con aquel techo rocoso , duramente ganado a base de escoplo de cantería , a juzgar por los cortes a bisel de la citada bóveda y del resto de las paredes . )
Mi intromisión fue bien recibida . Cuando me incorporé , los cuatro hombres pujaban por levantar el cadáver hasta un simulacro de banco de 0,65 metros de altura , igualmente robado a la masa pétrea y ubicado en el muro derecho .
Me apresuré a unirme a ellos , colaborando en el definitivo y último izado del Nazareno . Sé que aquel insignificante y pobre gesto no hubiera sido aprobado por el estricto código del proyecto , pero eso qué puede importar ya ....
Autor :J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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