sábado, 17 de septiembre de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 6 - 20 de agosto , lunes ( 40 )

El Galileo cruzó la explanada , adentrándose en la breve arboleda del referido flanco este . Al otro lado nos aguardaba una no menos reconfortante sorpresa .
¡ Las cascadas !
Creo que fue normal . Eran demasiadas emociones como para recordar algo tan insustancial como las repetidas alusiones  de los montañeses a aquel << poco recomendable lugar >> . Espero volver sobre ello , pero , francamente , la presencia del Hijo del Hombre me tenía - nos tenía - medio hipnotizados...
Al filo mismo de los cedros apareció el olvidado nahal Hermón . Bajaba de los ventisqueros . Y lo hacía espumoso , enfadado y protestón . A la altura de la meseta , a cosa de cinco o seis metros por debajo de nuestros pies , el terreno se escalonaba , forzando a saltar al torrente . Resultado : dos blancas y rumorosas cascadas de más de dos metros de altura cada una . Y entre ambas , una espaciosa y mansa << piscina >> , de aguas frías  y transparentes . Un amarillento circo rocoso de yeso cenozoico , magistralmente diseñado por la Naturaleza , ocupaba parte de la << piscina >> , frenando el ímpetu del nahal . El roqueo acompañaba a la corriente , formando un segundo islote al pie de la última cascada .
Desde ese instante , para Eliseo y para quien esto escribe , el remanso en cuestión sería bautizado como la << piscina de yeso >>.
Frente a nosotros , asomándose a dicha << piscina >> , desafiando a los cedros , vigilaba una solitaria patruya de robles . Y entre la miniarboleda , algunos sauces y los inevitables corros de adelfas.
Y dicho y hecho.
El Maestro , alborozado , se depojó de túnica y sandalias y , de un salto , se lanzó de cabeza a las aguas , provocando la precipitada huida de decenas de inquilinos del robledal : nectarinas de cabezas y pechos violetas , trigueros de oreja negra y cola blanca y tímidos carpinteros sirios , entre otros .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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