jueves, 31 de marzo de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 41 )

María me arrebató el espejo de un manotazo y , confortada por quel griego , inasequible al desaliento , esbozó una sonrisa que la transfiguró . La blanca y equilibrada dentadura asomó fugaz y , fingiendo una dureza inexistente , señaló el piso de la plataforma , ordenando que me arrodillara . Obedecí simulando sumisión . Y refunfuñando depositó un denario de plata bañado en vinagre sobre el hematoma , sujetandolo con el largo lienzo.
- Ahora sí que estás guapo - replicó , devolviéndome el guiño .
Y de esta guisa , con la frente cubierta por el paño , retorné a la escena principal . La Señora  , remontando el inicial abatimiento , se aproximó a los cuatro escalones y , colocandose en jarras , contempló brevemente un alboroto que no parecia tener fin . Me eché a temblar . Algo sabia del temperamento de hierro de la madre del Galileo y de sus imprebisibles reacciones . David , acobardado , continuaba junto a la puerta  , tieso como un árbol y con los ojos fijos en Jacobo , que momentaneamente  vociferaba por encima de los demás . En el ángulo derecho , reclinado contra las ánforas , descubrí al fin al Zebedeo . Conservaba aquella mirada extraviada  . Evidentemente  , aunque asistía  al conflicto  , no parecía ver ni escuchar :
- ¡ No permitiré que mamá María  huya de su casa y de su tierra !...
Y milagrosamente  el albañil acompañó aquella última frase con un gesto de su mano izquierda  , marcando la dirección de la plataforma  . Y digo << milagrosamente >> porque , al detectar la figura de su suegra  , repuesta  y a punto de estallar , el apasionado galileo se deshincho al instante  . Y la brusca  interrupción y el atemorizado semblante de Jacobo - con la mirada enganchada  en aquel mal sujeto vendaval que se avecinaba  - no pasaron inavertidos . Los gritos , maldiciones y sarcasmos  cesaron como por encanto . Y el grupo , al unísono , percibiendo la borrasca , bajó la cabeza .
María , arruinando mis previsiones , se limitó a pasear su justa indignación ante cada una de las caras . Y sin mediar palabra alargó el brazo , indicando que la ayudaran a descender .
Y en un elocuente silencio , con el reproche colgando de la mirada , cruzó entre los pasmados Santiago , Miriam , Ruth y Jacobo.
Y quien esto escribe , sin saber dónde esconderse , continuó a su lado , sintiendo en la muñeca izquierda la presión de los largos y encallecidos dedos . Una preión que delataba toda su angustia .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 39 )

Pero el súbito impulso duraría poco . Una voz  , al otro lado de la madera , echó por tierra las endebles intenciones .
Y a respuesta de David , el paso fue franqueado . El sirviente , ajeno a mis reflexiones , descalzandose , penetró en la penumbra , dando por hecho que le seguía . Sin embargo dudé . Y fue el gesto de Santiago , haciendo señas para que apremiara , lo que terminó rindiéndome .
Y al salvar el alto peldaño me vi enfrentado a un nuevo << manicomio >>.
La familia , casi al completo , en pie alrededor de la mesa de piedra , se hallaba embarcada en una de aquellas ya habituales trifulcas , en la que todos gritaban a un tiempo , pisándose argumentos e improperios . Una lámpara de aceite en el centro de la rueda de molino que hacía de mesa asistía asustada , agitándose a cada ir venir de los gesticulantes hermanos . Faltaban Rebeca y Esta , la esposa de Santiago
Paseé la vista , buscando a María , la Señora  . Y la hallé a mi izquierda  ( sigo tomando como referencia  la puerta de acceso a la vivienda ), en la plataforma  elevada  que servía de cocina y dormitorio , acurrucada junto al fogón . Era la única que no discutía  . Otra lucerna  , a sus pies  , clareaba los altos pómulos  y los negros y sedosos cabellos recogidos en la nuca . Tenía  los ojos fijos en la contienda . Parecia asustada .
Y al verme , incorporándose con dificultad , trató de caminar hacia los escalones  que aliviaban el descenso hacia la estancia  en la que me encontraba . Pero su rodilla derecha se resintió , haciéndola tambalear. Me apresuré a salir a su encuentro , asistiéndola .
- ¡ Jasón !...
Aquel tierno abrazo y el bellisimo verde hierba  de sus almendrados ojos me hicieron olvidar disgustos y desatinos .
- ¿ Estás bien ? ... ¿ Qué ha ocurrido ? ... ¿ Qué tienes ahí ?
Era la primera persona , con excepción de David , que se interesaba por el estado de este maltrecho explorador . Y también fue ésta la primera ocasión en la que - gracias a la compasiba señora - pude aliviar el hematoma subcutaneo que deformaba mi frente y que había llamado su atención.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 40 )

Envuelto en aquel caos , apenas si tuve oportinudad de explorar de explorarme y conocer el verdadero alcance del traumatismo . Me sentía bien - ligeramente dolorido , es cierto - , pero ante la insistencia de la obstinada mujer , acepté sus cuidados .
Se dirigió al arcón y regresó al instante con un espejo y un largo lienzo.
- Observa - ordenó - . Eso no tiene buen aspecto ...
Tomé el bronce bruñido , encarándome con el pequeño y redondo espejo . La SEñora , aproximando la lamparilla de aceite , aguardó mi parecer .
Los gritos arreciaban y , deseoso de averiguar cuanto la razón o razones de tan penoso espectáculo , abrevié el examen . A pesar de la pérdida del conocimiento , el golpe no parecía encerrar mayores complicaciones . Las pupilas - sin asomo de midriasis ( dilatación ) bilateral o unilateral arreactiva - aparecían normales . Cualquier alteración en este sentido me habría alertado  sobre algún grave sufrimiento del tronco cerebral o la presencia  de un no menos delicado hematoma intracraneal , respectivamente.
Revisé el resto del cráneo , sin hallar otra cosa que leves escoriaciones , consecuencia de los múltiples encontronazos con las paredes de la cisterna . El pulso era normal . La intensa cefalea inicial había ido remitiendo y tampoco recordaba haber experimentado náuseas , vómitos o una actividad convulsiva  que avisaran de un incremento en la presión intracraneal . Sinceramente , a pesar de los pesares , podía considerarme un hombre afortunado . Y de haber contado en esos momentos con la farmacia << de campaña >> , la administración de una simple dosis de paracetamol hubiera ido eliminando el dolor de cabeza y las molestias generales .
Pero la SEñora , a su manera , compensaría con creces esta y otras carencias.
- ¿ Y bien ?...
Sonreí y , guiñandole un ojo , bromeé :
- Tu << ángel >> sigue siendo el más guapo ..
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

Caballo de Troya- El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 38 )

El resto de la secuencia , poco más o menos , ya lo conocía . Mi irrupción en la sala vino a coincidir  con la de Santiago y demás integrantes  de la expedición .
Por mi parte , cumpliendo lo prometido , le proporcioné  las únicas explicaciones  que acertaba  a intuir  sobre mi liberación del subterráneo y que ya he referido .
Y repitiendo sin cesar que << Dios está conmigo >>, el compungido anciano siguió tirando  de este explorador  entre rampas y callejones . Los recientes aguaraceros  , cubriendo de barro , guijarros  e interminables  rios los recovecos  de la intrincada aldea , hacían más penoso  el avance. Frente a las puertas , patios y corrales , hombres , mujeres y niños se afanaban con toda clase de vasijas y cántaros  en el achique  de las venas de agua  que corrían desde el Nebí , inundando las míseras construcciones . Algunas de las matronas , sorprendidas a nuestro paso , cuchicheaban entre sí , haciéndose lenguas sobre un suceso - la audaz intervención de los hijos de María , la de << las palomas >> - que << no podía traer nada bueno >>. No se equivocaban.
Y sin percatarme del rumbo tomado por David  , fuimos a desembocar frente a la familiar fachada sin ventanas del hogar de la Señora . Y el instinto , en guardia , me previno . ¿ Qué me reservaba aún aquel atardecer ? ¿ Debía entrar ? ¿ Cómo reaccionaría el refractario Zebedeo ? ¿ Habría olvidado su hostilidad hacia mi ?
Por un momento , mientras el anciano golpeaba  con timidez la menguada puerta , pasó por mi corazón la idea de dar media vuelta y despedirme allí mismo del leal sirviente . Faltaba hora y media para el ocaso . Más que suficiente para ganar la aldea de Caná . Mis objetivos en Nazaret estaban cumplidos . La información sobre la mal llamada << vida oculta >> del Maestro , al menos en lo sustancial , obraba ya en mi poder. El regreso al Yam y al añorado módulo no podía posponerse . Era necesario , además , que estuviera presente en la posible nueva aparición del Resucitado  , anunciada para la próxima jornada del sábado , 29 de abril . Por otra parte , mi resentido ánimo no habría soportado un cataclismo como el que acababa de padecer . No obstante , a pesar de estos sólidos razonamientos , la triste realidad de la perdida de la bolsa de hule me fue frenando . Tenía que localizarla .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

miércoles, 30 de marzo de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 37 )

La confidencia de la prostituta vino a ratificar lo que la familia ya sabía por boca de otro de sus aliados en Nazaret : el tal Jairo , el anciano de barbas deshilachadas que en la tarde del martes había aporreado la puerta del corral de la casa de María e informando a Santiago de la marcha a la vecina Séforis de la mano derecha del saduceo - Judá - con el fin de solicitar instrucciones al tribunal sobre la supuesta << blasfemia >> del hermano del Resucitado.
Al parecer - y esto no figuraba con claridad en la memoria del voluntarioso David -, Las noticias facilitadas por Jairo iban más allá de lo expuesto por Débora . << Es más que probable - les anunció - que Juan , el discópulo del Maestro , haya corrido idéntica suerte , encontrándose sepultado  en algún rincón del subterraneo. >>
Aquello si aclaraba la inexplicable desaparición del Zebedeo . Y tras un acalorado parlamento - con la comprensible oposición de las mujeres -, Santiago y su cuñado tomaron la decisión de acudir ante el vengativo sacerdote , pidiendo explicaciones . Y en previsión de más que probables complicaciones solicitaron el apoyo de los hijos de Nathan, el alfarero , así como de algunos de los vecinos más afines . Pero sólo dos de los tres alfareros aceptaron ante el feo cariz de la propuesta . y la aldea , como es natural , se vio conmocionada por lo ocurrido y por lo que a todas luces podía sobrevenir .
Entonces entendí el porqué del anómalo cierre del taller de alfarería que se alzaba próximo al puentecillo de troncos y , sobre todo , la escena de Jacobo , amenazando al saduceo con el gladius  y su palidez al reconocerme . Si se suponía  que este extranjero permanecía  enterrado en la cripta . ¿ Cómo demonios había llegado gasta allí ? Pero el albañil , como ya mencioné , agsorto en la custodia del peligroso Ismael , no preguntó.
Según David , al poco de verme  desaparecer en la negrura de la cisterna , percibió el rugido de la muela y un atropellado vocerío . Minutos después , Santiago y uno de los alfareros  se deslizaban por la cuerda , alertados por las confusas explicaciones del sirviente  y los enigmáticos gruñidos . Y al pisar el segundo silo - buscando en realidad al pobre Jasón - fueron a descubrir a un Juan Zebedeo atado de pies y manos y amordazado.
La sorpresa del exclavo , al desentrañar el misterio , fue similar a la mía al ver desfilar al tambaleante ciscípulo.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

Caballo de Troya - El Diari del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 36 )

Si se había adueñado de las sandalias , también cabía pensar que hubiera hecho otro tanto con la bolsa de hule  . Al menos con los apetecibles denarios .
Tiré de la hagorah - la faja  en la que era  costumbre esconder armas y dinero -, pero la hallé vacía . Tampoco tuve  suerteen el siguiente y nervioso cacheo .
Y no deseando tentar la fortuna  con el registro del saduceo , decepcionado  , elegí abandonar el lugar . Y la Providencia  me iluminó . Porque , nada más cruzar el zaguán , me salió al encuentro la figura de David , el sirviente . Preocupado por mi tardanza , volvió sobre sus pasos  . Y valientemente  , desafiando el peligro , parecía  dispuesto a entrar de nuevo en la casa , prestándome  ayuda una vez más . Le tranquilice  como pude , excusándome en una verdad a medias . Mostré las sandalias , explicando que el tal Judá  había necesitado de << ciertos argumentos >> para comprender que debía restituirlas a su verdadero dueño .
Guardó silencio y , visiblemente preocupado , mirando atrás una y otra vez , rogó que nos alejaramos  lo antes posible de la guarida de la víbora .
E impaciente por despejar los puntos oscuros de su rescate y , como no , de la presencia del Zebedeo en la gruta , le abordé sin tapujos mientras me dejaba guiar por el embarrado terreno hacia el laberinto de la aldea.
Así fue cómo recompuse la definitiva explicación a la oportuna llegada de Santiago y su gente al cubil del jefe del consejo . Una explicación bastante sencilla , teniendo en cuenta el cúmulo de antecedentes.
De acuerdo con lo narrado por el criado , nada más producirse nuestro encierro , al deslenguado Judá le faltó tiempo para propalar la << hazaña >> de su amo y señor . Y con la inestimable ayuda de un par de jarras de vino , toda la posada del << rana >> terminó conociendo los pormenores de la historia . Y Débora la << burrita >> , al tanto de mi entrevista con Ismael , se apresuró a presentarse en el hogar de la Señora , informando de lo ocurrido .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 35 )

Eché un vistazo a la puerta y , seguro de que el grupo se alejaba ya del edificio , apunté al cráneo del indeciso energúmeno . Y una descarga de veintiún hertz fua a traspasarle , alterando el aparato << vestibular >> , responsable de la percepción de sensaciones y de la permanente información soble la posición del cuerpo y la cabeza en el espacio . Las ondas ultrasónicas , de naturaleza mecánica y cuya frecuencia se encuentra  por encima de los límites de la audición humana ( superior a los dieciocho mil hertz , invadieron el oído interno  del matón , bloqueando , el conducto semicircular menbranoso . Y perdido el control , con los ojos desorbitados , fue a rodar por el pavimento.
El sacerdote , sin comprender lo ocurrido , miró atónito al inconsciente Judá . Después , alzando el rostro hacia las vigas de la techumbre , indagó sin éxito . Y quien esto escribe esperó impertérrito .
Respondí a su miedo supersticioso con una fría y calculadora mirada  mirada . Algo debió de intuir y , cambiando los papeles , con una notable teatralidad , cayó de rodillas . Y reptando , implorando clemencia , fue aproximándose . Pero sólo obtuvo justicia .
Y un segundo << cilindro >> infrarrojo , protegiendo los ultrasonidos , partió del cayado , haciendo blanco en la calva de aquel miserable . Y en centésimas de segundo se desplomó .
Aunque de naturaleza inocua , el dispositivo de defensa garantizaba la inmovilización durante varios minutos .
Y satisfecho di por zanjada mi pequeña y personal << venganza >> .
Y dispuesto a retirarme , con el propósito de alcanzar , algo me retuvo . Fui a inclinarme  sobre el exámine Judá y , en efecto , comprobé que no habia errado .
¡ Las sandalias << electrónicas >>!
Aquel miserable , conociendo mi encarcelamiento en la gruta , no dudó en apoderarse de ellas , calzándolas .
Me apresuré a desatarlas y , mientras arrollaba  y anudaba  las tiras de cuero de vaca a las canillas de mis piernas  , una lógica presunción me arrastró a registrar el resto del cuerpo.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 34 )

Y girando sobre los talones se dirigió a la salida , dispuesto a abandonar el lugar . Y el odio de Ismael se fue tras él como una ola  . Santiago  y los suyos se equivocaban . Aquella rata no sabía del perdón . Su crispada faz fue todo un aviso .
Y el grupo , silencioso , con las espadas en alto , se movilizó sin perder la cara del aparentemente vencido saduceo y su verdugo . Y quien esto escribe  , prudentemente  , se retiró con ellos  . Pero el Destino no había pasado aún aquella lamentable página  . No para mí .
Probablemente cometí una nueva torpeza . Aunque me alegro de que así fuera .
En lugar de imitar a mis compañeros , saliendo de espaldas , el exceso deconfianza me impulsó a hacerlo de frente . Y pagué por ello , aunque , insisto , de mil amores ...
De pronto , casi simultáneo a un agrio << ¡ Bastardo ! >>, sentí en el hombro derecho  el impacto de algo contundente . Mis amigos , fuera de la casa , no advirtieron el postre coletazo de rabia de Judá . Giré despacio . A mis pies se esparcían los restos de uno de los vasos de ágata .
Clavé la mirada en el atacante y , decidido , con una súbita e irrefrenable idea en el cerebro , avancé un paso .
El verdugo , no repuesto aún de la reciente humillación y desconcertado ante la serena actitud de aquel extranjero , palideció . Interrogó al saduceo y éste  , llevando la mano izquierda al cuello , le animó a que me lo rebanara de un tajo .
Pero el esbirro , desarmado , dudó . Buscó afanosamente , recorriendo la sala con la vista  , mientras este complacido explorador  deslizaba sus dedos hacia el extremo superior de la << vara de Moisés >> , al encuentro con el clavo de ancha cabeza de cobre que activa los ultrasonidos . Y aunque no disponía de las << crótalos >> , confié en mi buen tino.
Y recreándome , luciendo la más cínica de las sonrisas , aguardé a que recuperara un mínimo de quietud. Ismael , a media voz , saboreando lo que consideraba el principio de su venganza , animaba al acólito a terminar con mi vida .
Autor :
Un abrazo
Antonio Martinez

martes, 29 de marzo de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 33 )

Y ahora atiende - sentenció el hermano del Maestro, dirigiéndose al desaliñado saduceo -, Si tú y ese grupo de fanáticos nos olvidáis para siempre...
Recalcó el << para siempre >> .
- .... nosotros también olvidaremos este ultraje . Ismael acertó al fin a lenantar los enrojecillos ojillos y , destilando un odio tan denso y repulsivo como su aliento , desafió al sereno galileo:
- ¿ Ultraje ?... ¿ De que ultraje hablas ?
Y enroscándose en su soberbia , señalando a los presentes , dejó sentado que él y sólo él era depositario de la verdad:
- ... He cumplido con mi deber , poniendo una valla en torno a la Torá.
Santiago , conociendo sus retorcidas interpretaciones , le retificó :
- No utilices a tu antojo la sabiduría de la Gran Asamblea . Aquellos hombres prudentes dijeron : << Sed cautos en el juicio , suscitad muchos discípulos .., y poned una valla en torno a la Torá . ésta sí es toda la verdad.
y , fortaleciendo las palabras con una pausa , añadió :
- ¿ Dónde está tu moderación ?
E indicando al íntimo del Maestro , a David y a quien esto escribe remachó :
- Ni siquiera los has escuchado .
El saduceo acusó el golpe . Y la cólera incendió las rojas << arañas >> del rostro . Respiró con dificultad , bamboleando las prominentes mamas y , cuando se disponía a replicar , Santiago - excelente conocedor de los textos sagrados - segó la hierba bajo sus pies :
Te recuerdo la sentencia de alguien más justo que tú . Simón , hijo de Onías , acostumbraba decir : << Sobre tres cosas se sostiene el universo : sobre la Totá , sobre el culto y sobre la caridad. >> Tú pareces ignorar las tres ...
Y blandiendo el gladius a una cuarta de los babeantes labios del sacerdote , le hizo una última y directa advertencia:
- Mi Hermano y Maestro me enseñó a anteponer la caridad a la Ley . Pero no abuses de mi paciencia .
Autor :
J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 32 )

La inmediata aparición del segundo de los alfareros , igualmente armado y haciendo presa sin piedad en los cabellos de otro individuo de baja estatura , me sacó de unas deducciones que no tardaría en confirmar.
El huesudo y mal encarado rostro del segundo prisionero me resultó familiar . ¿ Dónde lo había visto?
No tardé en recordar . Los aflautados gemidos me trasladaron al instante a las << puertas >> de la aldea , rememorando la sanguinaria  estampa de Judá , el acólito del sacerdote , introduciendo la mecha ardiente  en la garganta del infeliz reo , ajusticiado aquella misma mañana  del jueves .
Algo , sin embargo , no terminaba de encajar . Aceptando que la hipótesis fuera correcta  y que el jefe del consejo hubiera sepultado al Zebedeo en la caverna , ¿ cómo explicar la presencia de Santiago y su gente ? ¿ Cómo lo habían sabido?
Pero las sorpresas continuaron.
Cerrando la comitiva , interrumpió en la sala otro entrañable amigo a quien , por cierto , casi tenía olvidado.
- ¡ David !
El anciano sirviente , inmóvil , de espalda ala puerta  , acusó la abundante y dorada luz que brotaba  de las dos grandes lucernas de hierro colgadas de la techumbre . Parpadeó dolorido y buscó la voz  que le reclamaba .
Al verme , creyéndome muerto , dibujó una media sonrisa  y , atropellado por la emoción , rompió a llorar . Y sorteando al grupo , dejándome arrastrar por la alegría  , me lancé sobre mi leal compañero , abrazándole .
- Pero , señor ...
El buen hombre , arrasado por el llanto , tratana inútilmente de preguntar , de comprender . Quise calmarle , prometiéndole toda clase de explicaciones . Pero la firme voz de Santiago , reclamando la atención general , dejó en suspenso mis intenciones..
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 31 )

Y con la templanza que le caracterizaba fue a liquidar la enojosa escena .
- ¡ Ya basta !
El albañil , más confundido aún , me señaló con la mano derecha , balbuceando la palabra traición.
Negué como pude .
Pero Santiago , empujando al livido sacerdote , no prestó atención a ninguna de las partes en litigio . Sus pensamientos rodaban en otra dirección . Y así lo expresó sin rodeos :
- Nuestro objetivo está satisfecho . Regresemos .
No alcancé a comprender . ¿ A que objetivo se refería ?
Jacobo retiró el gladius y se hizo a un lado . Y ante este desconcertado explorador tuvo lugar un desfile que aclararía las dudas y que nunca olvidaré
Inmediatamente detrás del oportuno Santiago vi aparecer a un Juan Zebedeo encogido y tambaleante , ayudado en su enestable acaminar por una de los hijos de Nathan , el alfarero . El fino rostro , demacrado , presentaba un tinte lechoso . Me estremecí . Los negros ojos , antaño vivos y penetrantes , aparecían extraviados .
Le miré de arriga abajo , estupefacto . Y al reparar en sus pies me ví asaltado por unas viejas y dolorosas imágenes ,
¡ Le faltaba una sandalia !
Y la dramática escena en el silo , a punto de caeren las aguas de la cisterna , con aquel bulto gruñendo y agitándose , cobró sentido . Y comprendí también el porqué de las canastas repletas de piedras y la sandalia abandonada entre los sacos de cereal.
¡ Dios , cuánta torpeza !
Y unas fatídicas frases , pronunciadas por Ismael en la mañana del miércoles , a lo largo de mi entrevista con el ponzoñoso personaje , retumbaron en la memoria , clarificando definitivamente el suceso:
-<<... en cuanto a ese Zebedeo ..., quizá tu " minucia " haya sido ya satisfecha . >>
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 30 )

El pasaje terminaría bruscamente y de la peor de las maneras : : en mi obcecación , sin norte alguno , fui a topar con notable ímpetu con los muslos del sorprendido Jacobo , que , desecrilibado , rodó cuan largo era .
Escuché una maldición . Después le vi revolverse , intentando ponerse en pie . Fue en vano . El manto de franjas verticales rojas y negras le jugó una mala pasada . En plena gresca consigo mismo pisó los bajos del amplio ropaje , cayendo de nuevo .
Fueron segundos . Suficientes , sin embargo , para que el postrado Ismael reaccionara . Y al verse libre del gladius , arrancó berreando como un becerro , perdiéndose en la oscuridad del pasadizo secreto .
Cuando quise solicitar disculpas por mi torpe proceder , el frío roce de la espada entre los ojos me dejó sin habla .
El albañil , juzgando el encontronazo como un ataque a traición , enrojeció hasta las cejas . Y los ojos azules , nublados por el rencor , me fulminaron.
Arrodillado a sus pies creí llegada mi hora .
Pero su reacción me desconcertó . Quizá fue mi aturdida mirada , vacía de toda maldad . No lo sé ..
La cuestión es que , tras unos instantes de vacilación , incapaz - supongo - de descargar el golpe fatal , me arrojó un salivazo , jurando que pagaría por mi doble juego .
- ¡ Jacobo !El inesperado llamamiento interrumpió el amargo lance . Creí reconocer aquella voz grave y autoritaria .
No me equivocaba . En el umbral de la puertasecreta se recortaba la corpulenta figura de Santiago , el hermano del rabi de Galilea . Vestía su habitual túnica blanca y la ancha y ajustada faja roja , Ceñía la frente y los lacios y canosos cabellos  con una cinta negra . Sostenía otra espada de similares características y - lo que era más importante - al escurridizo saduceo , sujeto por la ropa y sin contemplaciones . Estaba claro que acababa de atraparlo en plena fuga .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

lunes, 28 de marzo de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 29 )

Avancé con el decidido propósito de franquearla de nuevo y enfrentarme al irritante misterio . pero al apartar con el pie los mullidos almohadones de seda persa , dispersos sobre las losas de breccia , el rumbo de los acontecimientos cambió sustancialmente . En parte para bien y - cómo no - también para mal . Me explicaré .
El corazón de dio un vuelco . Y olvidando cuanto me rodeaba me precipité hacia el rincón donde , víctimas del mismo desorden , yacían semiocultas mis ropas y el cayado .
Aliviado , me felicité una y otra vez . Antes de lo imaginado - y de la forma más insospechada - logré rescatar la túnica color hueso , la chlamys azul celeste y la insustituible vara de Moisés .
Acaricié el cayado , examinándolo con ansiedad . No hallé desperfecto alguno . Al menos en apariencia .
Y sin más dolación me enfundé la túnica , enrrollando el engorroso manto alrededor del tórax y sobre el hombro.
Puede parecer pueril . Sin embargo , al contacto con la cálida y familiar lana de Judea , el ánimo se enderezó . Me sentí mas seguro.
Ajusté las cuerdas egipcias que formaban el cingulo o ceñidor y , de pronto , al reparar en mis pies desnudos , caí en la cuenta  que faltaba el calzado y la bolsa de hule impermeabilizado . Recordaba perfectamente cómo me había descalzado , depositando en el hall las sandalias << electrónicas >> , el único par disponible . En cuanto a la bolsa , yo mismo la anudé a la vara , entregándola - muy a mi pesar - al cuidado de uno de los sirvientes.
Nervioso , revolví los almohadones . Y gateando fui a deslizarme , incluso , entre las patas de marfil de la mesa .
Ni rastro...
Desasosegado ante las mortificante idea de perder también las vitales lentes de contacto y los denarios , continué arrastrándome con la vista clavada en el pavimento , apartando platos , jarras , restos de comida , bandejas , y otros enseres volcados y desperdigados en el forcejeo que , sin duda , precedió al sometimiento del saduceo.
Autor : J.J. Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 28 )

Allí estaban los restantes signos de su cirrosis : la acusada demacración muscular , el enrojecimiento palmar , la asciti o acumulación de líquido en la cavidad abdominal y , sobre todo , los nevos << en araña >> en manos y mejillas  ( vasos dilatados que se disponen en forma radial , como las patas de las arañas ).
¿ Que había sucedido ?
No me atreví a interrogar al rubio y desencajado cuñado de Santiago . Tampoco él cruzó palabra alguna . Pero empecé a sospechar cuál podía  ser la raiz de tan extrema actitud .
El pie derecho del habitualmente  tímido y reservado amigo de la infancia de Jesús siguió aplastando el abultado vientre del sacerdote . Y el hierro , implacable , continuó hundido en el cuello del aterrorizado viejo . La blanca y antaño impecable  túnica  de lino del jefe  del consejo aparecía con la manga izquierda desgarrada y la faja suelta y en desorden . Evidentemente , el saduceo había ofrecido resistencia .
Di por hecho que la intención de Jacobo no era ejecutar al humillado enemigo de la familia  . Las pariencias indicaban que se estaba limitando a inmovilizarle . E Ismael , acusando el filo del gladius , en un gesto instintivo , llevó las manos a la espada , tratando de contener la presión.
- ¡ Bas... bas ... tardo ! - tartamudeó el colérico albañil , lanzando una amenaza que obligó a la víbora a reconsederar su audacia -. ¡ Con.. concédeme el placer de... de ... de liberar a mi ... a mi ... a mi pueblo ... de tu .. tu ... tu sucia presencia !
Estaba claro que el yerno de la Señora no se habría atrevido a maquinar en solitario aquella casi suicida irrupción en los dominios del máximo representante de la ley. Y no estimando oportuno someterle a las lógicas preguntas - mucho menos en presencia del saduceo - opté por revisar el lugar con la esperanza de aclarar el enigma .
Y al punto reparé en una de las paredes . Entre las láminas de bronce destacaba el negro y estrecho redtángulo de la puerta secreta , abierta , por la que David y yo habíamos cruzado esa misma mañana . Las piezas seguían encajando.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 27 )

Las dos puertas de la sinagoga , a la izquierda , no presentaban alteración . Seguían clausuradas . La única señal de vida en equel extremo del cuadro corría a cargo de un chorro de agua , grueso como un puño , que huía por un canalón abierto en el terrado . De vez en cuando , en su precipitación , arrancaba destellos a los grises sillares del betusto edificio.
Al fondo , por detras de la construcción , a medio centenar de pasos , la aldea , como dormida , parecía ausente y ajena a tanta tribulación . Una vez más me equivocaba .
Había llegado la hora . No podía soportar aquella incertidumbre ni un minuto más . En cuanto al sacerdote y demás inquilinos de la vivienda de la vivienda , algo se me ocurriría sobre la marcha .
Y con paso enérgico salvé la distancia que me separaba de la entrada , penetrando en el hall como un tornado.
Pero la estancia se hallaba igualmente desierta . Agucé los sentidos . En alguna parte , alguien gimoteaba .
Y sin poder evitarlo , varias descargas de adrenalina tensaron el furor que había entrado conmigo . La presión arterial se elevó y el corazón , reforzado , tiró de mí como un ariete . No sé qué hubiera sido del saduceo si alcanzo a cruzarme con él en esos momentos de descontrol .
Y sin rozar siquiera el pulido suelo de piedra travertina , fui a caer como un tigre en la siguiente sala .
Y allí , entre las refulgentes paredes de bronce , asistí a una escena que , por un lado , me habría encantado protagonizar y , por otro , vendría a calmar mi justificada pero poco recomendable ira .
Jacobo , el albañil , giró la cabeza sobresaltado . Y al identificarme palideció.
Su mano izquierda sostenía una ancha espada de doble filo - un gladius - , con la punta encelada en la garganta de un individuo lloriqueante y derribado junto a la lujosa mesa de madera de limonero.
En un primer momento no reparé en la identidad del sujeto . Tenía el rostro vuelto hacia una de las memorah ( el candelabro sagrado de siete brazos ) incrustada en las plancgas . Fue su ginecomastia ( anormal volumen de las mamas ) , oscilando arriba y abajo a cada convulsa respiración , lo que trajo a mi mente el nombre del odiado Ismael. No había duda .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 26 )

Opté por ascender río arriba . Vadear la poderosa avenida y trepar por el acantilado no era aconsejable.
Y lentamente fui a reunirme con el endeble puentecillo de troncos . La no muy lejana y no menos amarga experiencia al cruzarlo con la Señora , perdiendo en el tropiezo el saco de viaje y , con él , las sandalias << electrónicas >> , me hizo extremar la cautela .
Una ojeada al desierto taller de alfarería - ubicado a un paso del puente - me previno . Era extraño que los hijos del desaparecido Nathan  no se hallaral ocupados  en sus habituales faenas con el barro .
Pero , con la obsesiva fijación de recuperar mis pertenencias y auxiliar al criado , pasé de largo , olvidando el asunto .
Esquivé el enmarañado cinturón de huertos  de aquella zona occidental de la aldea , decidiéndome  por el camino más corto - el filo del terraplén - hacia la explanada en la que se levantaba  el caseron que servía de sinagoga y vivienda del saduceo.
A una veintena de metros de la fachada norte detuve la cada vez más nerviosa  y acelerada marcha . Una rabia  sorda y un creciente sentimiento de desquite empezaban a ofuscarme  . Debía serenarme  . No podía  caer en nuevos errores . Esta vez no . Pero ¿ cómo actuar ?
Y el Destino allanó el problema
Lo primero que llamó mi atención fue la cortina de lana escarlata que colgaba habitualmente en el zaguán de la casa de Ismael . Se hallaba desprendida y revuelta sobre la tierra apisonada que daba la consistencia a la pequeña explanada .
Intuí algo . E indeciso permanecí acechante .
El pozo de piedra , a cuatro metros del encalado muro , aparecía tan solitario como el resto del lugar . Los recientes aguaceros  hacían brillar el húmedo trípode metálico . El cubo de madera , cargado de lluvia , crujía  a ratos , con desgana , mecido por la avanzadilla del maarabit , el puntual viento del oeste ..
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

domingo, 27 de marzo de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 25 )

Busqué referencias . Y torrente abajo , por detras de la masa de olivos , divisé el ceniciento perfil de la posada .
Pero ¿ cómo había escapado de aquel infierno ?
Sólo pude hacerme con una posible explicación . La desconcertante aparición en la orilla tenía que guardar relación con los gruesos caños de agua que fluían violentos a diferentes niveles en el cortado rocoso . Conté hasta seis . Y supuse que servían de aliviaderos a las cisternas de la tenebrosa Nazaret subterránea . Con toda probabilidad , la impetuosa riada terminó por arrojarme al exterior a través de algunom de los desagües que tenía a la vista . El resto no era de imaginar .
Y semidesnudo , sentado frente a tan indulgente torrentera , levanté la mirada hacia los oportunos y borrascosos << yunques >> , dando gracias a ese Padre imprevisible y bondadoso por haber prolongado mi vida . Y snreí para mis adentros . La vida tiene estas paradojas . ¿ O no era la vida ? La furiosa lluvia que me empapó por la mañana , forzándome a precindir de las ropas y desarmándome , se encargó de liberarme por la tarde . ¿ Era aquello casual ? ¿ Qué habría sido de este explorador de no haber llovido tan intensa y torrencialmente ?
Y dejando a un lado lo que , evidentemente , sólo eran hipótesis , me dispuse a actuar.
Busqué el sol  , adivinandolo con dificultad entre las oscuridades de la tormenta . Podía ser la hora décima ( al rededor de las cuatro de la tarde ) . Eso representaba unas dos horas y cincuenta minutos de luz . Eché cuentas y , aceptando que fuera jueves , deduje que la estancia en la gruta se había prolongado casi cinco horas .
Y el recuerdo de David  , denso y angustioso , llenó mi corazón , concendiéndole absoluta prioridad . ¿ Seguiría en la cripta ? Era imperioso acudir en su ayuda .
Pero al incorporarme comprendí lo penoso de mi situación . Ropas , bolsa y la << vara de Moisés >> - era un suponer - continuaban en la guarida de la víbora . Tenía que recuperarlas de inmediato . La pérdida del manton y la túnica no era grave . La bolsa de hule , en cambio , con las << crotalos >> , el salvoconducto de Poncio y los dineros - los últimos y preciosos ciento treinta y un denario de plata - sí me me preocupaba . En cuanto al cayado , la desaparición habría resultado irreparable . Buena parte de la Operaciçón funcionó , y debía seguir funcionando , merced a sus complejos y utilísimos dispositivos técnicos
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 24 )

Me sentía cansado . Muy cansado . Quizá por ello , conscientemente , me abandoné sin resistencia . Y no puedo asegurar en qué << ahora >> , en qué momento histórico , se hallaba mi mente . Fue un desconcertante estado  dulce y amargo a la vez . No pensaba o quizá lo hacía a niveles remotísimos .
Pero el golpeteo del agua entre los pies desnudos vino a socorrer a la extraviada memoria .
Y la escena de un rabioso río sobterráneo , arrastrandome , me devolvió al ojo del huracán.
¡ La caverna !
Intenté incorporarme . Un agudo dolor en la frente me detuvo . Palpé y un aparatoso hematoma abrió definitivamente el portalón de los recuerdos .
Caí de nuevo de espaldas , más desfondado ante la película  de la reciente y traumática experiencia  que por el pertinaz martilleo de la cabeza ,
¡ Dios Santo !
Vi el desplome de la última  plataforma de madera  y la caída en las aguas de la cisterna  . Vi las tinieblas y la desesperada  lucha con la turbulenta corriente  . ¿ Y despues ? ¿ Cómo había  llegado hasta allí ?
Temblé como un niño . Y fuy a refugiarme en los negros  torreones nubosos  . Los << CB >> procedentes del Mediterráneo , rumbo al sur , seguían cubriendo Nazaret . Había dejado de llover.
¿ Nazaret ? ¿ Me hallaba en verdad en la aldea ?
Y una atropellada legión de interrogantes me pisoteó literalmente  , dejándome sin aliento .
¿ Qué día era ? ...  ¿ Seguía en aquel fatídico jueves , 27 de abril del año 30 ? .. ¿ Cuánto había transcurrido desde el brutal encontronazo con la roca ? ... ¿ Dónde estaba David , mi fiel compañero ? ... ¿ Y mis ropas ? ... ¿ Y la << vara de Moisés >> ?
Angustiado acerté al fin a sentarme . Y algunas de las lagunas se despejaron .
Comprobé aliviado que me hallaba en la margen derecha de la torrentera  que descendía del Nebi. Enfrente , al otro lado del crecido y rugiente cauce , se alzaba el talud de veinte metros que ponía punto final al costado occidental de la población.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 23 )

Y este desafortunado explorador , braceando en la oscuridad , fue a irrumpir en las frías aguas de una de las cisternas que daban forma al subsuelo de Nazaret.
Me hundí . Toqué fondo y , reactivado por la súbita y fuerte impresión , propiné una decidida patada  contra la piedra , escapando veloz hacia la superficie.
Apenas si alcancé a tomar aire . Una turbulenta corriente me zarandeó . Y desorientado , incapaz de razonar , me vi arrastrado en mitad de las tinieblas .
Quise nadar . Pero ¿ hacia dónde ?
Y la violencia del río subterráneo - despertada sin duda por las recientes e intensas lluvias - me estrelló sin respiro contra unas invisibles paredes . Busqué asirme a alguno de los salientes . Inutil . la roca , erosionada , era un cuchillo .
Y en uno de los embates , en el fragor de la pelea , con la sola idea de sobrevivir , la frente topó con uno de los nudod rocosos . Y el Destino , así , dio por cerrado este ingrato e imborrable capítulo en la << otra >> Nazaret.
El tordo canoro - un bulbul - inclinó la cabeza de azabache . Me observó curioso . Cantó fugazmente y , asustado o aburrido , remontó el vuelo , dejando al descubierto la brillante mancha amarilla de la cola .
Los juncos , cimbreando , protestaron .
Quise hablar . Quise decirle que no me abandonara . No pude .
Y durante algunos instantes , aquellas imágenes fueron el mundo . Todo mi mundo.
La verde junquera recobró despacio la gallarda verticalidad . Y mirando sin ver me uní al lento y obstinado volar de los montañosos y amenazadores cumulonimbos.
¿ Que había sucedido ?
No hubo respuesta .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 22 )

Y los acontecimientos , como digo , se encadenaron a gran velocidad .
Con escasa  deiferencía sobre la tea fui a caer de bruces sobre una especie de plancha , también de madera , que afortunadamente  alivió el comprometido impacto . Acusé el dolor , pero , sin tiempo siquiera para lamentarme , el segundo entablado se desfondó hecho añicos  . Y el griego , en pleno caos , quedó atascado entre las hirientes astillas , malamente sujeto a la altura de las axilas .
Las piernas bambolearon en el vacio, solicitando un apoyo que naturalmente no encontraron .
Y perdido todo contros , clavé las uñas en las tablas que todavía resistían .
Tenía que liberarme .
Y movilizando hasta el últimi gramo de las perdidas fuerzas , haciendo palanca con los codos , me impulsé sobre los restos de la trampa .
Jadeando , con la musculatura aballestada  , las mandibulas rechinaron y los ojos desencajados  , peleé durante unos instantes eternos .
El tórax se elevó unos centímetros . Cerre los ojos e , intentando controlar la respiración , lancé una nueva acometida .
El segundo tirón fue ruinoso .
Un crujido congeló el empeño . La fortísima presión acababa de quebrar el listón sobre sobre el que intentaba izarme .
Y en un movimiento reflejo , buscando donde aferrarme , recorrí en décimas de segundo el sector de la oquedad que tenía a la vista .
Sólo tuve tiempo de distinguir la tea , caída y chisporroteando en un rincón , y aquel bulto negro aproximándose a pequeños saltos ...
Después , la negrura .
El entablado se vino abajo definitivamente , y yo con él .
Y otro calambre - casi una llamarada - atizó mis entrañas .
¿ Dos ?... ¿ Tres ? ... ¿ Cinco metros ?
Nunca lo supe . La caída - eso sí - se me antojó interminable .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

sábado, 26 de marzo de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 21 )

Pero la imperiosa necesidad  de cancelar aquella tortura fue más fuerte que el instinto . Y haciendo caso omiso de las sensatas  advertencias  del sirviente  - sacando fuerzas de ningún sitio -, arranqué la tea y me arrodillé sobre el podrido maderamen .
Silencio.
Los dedos , cautelosos  , se aproximaron a una de las rendijas .
El fuego , a una cuarta del entablado , acusó una recia y preciosa corriente de aire .
Me envalentoné .
De haberse tratado de otro silo ciego y sin escape la flama no habría protestado .
¿ Y el animal ? ¿ Por qué había enmudecido ? Mi proximidad era obvia . ¿ Aguardaba a que franqueara el agujero para atacar?
Y el tenso silencio - como un aviso - me traspasó hasta las entrañas .
Acaricié la trampilla . Deslicé las yemas de los dedos por una de las brechas y , conteniendo la respiración , tiré de la tabla con violencia .
Silencio .
Y el sudor , un tren de escalofríos y el miedo se asomaron conmigo a las tinieblas de la sima .
Ahora , en la distancia , entiendo y compadezco al pobre e indefenso Jasón . La obsesión por aquel animal o animales me renía  ofuscado . Y bregando con la oscuridad , en un desesperado empeño por localizarlo , caí en un nuevo error . Fui a descargar la casi totalidad del peso de mi cuerpo en la mano izquierda  , firmemente asentada sobre la trampilla  . La negrura era absoluta . Me removí inquieto . oscilando hacia uno y otro lado , pendiente del menor ruido o movimiento.
¡ Allí estaba !...
Creí distinguir una sombra informe , de gran tamaño , agitándose y gruñendo.
Me descompuse.
Y el instinto tiró de mí . Aún estaba a tiempo de escapar . Pero quise cercionarme . Segundo error.
Introduje la llama  por la estrecha abertura , volcándome materialmente sobre las míseras maderas.
A partir de esos momentos , todo fue confusión . Mis recuerdos no están muy claros .
El descompuesto entablado - vencido por mis ochenta kilos - cedió de improviso y con estrépito.
Traté de reaccionar . Imposible .
La antorcha escapó e , impotente , me precipite al vacío.
Y de aquel dramático segundo sólo viene a mi memoria el grito de terror de David .
 Autor : J.J. Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 20 )

David , impaciente , siguió reclamando información . Sinceramente , lo olvidé.
E inmovilizando la tea entre los sacos más cercanos - intuyendo el remedio a nuestros males -, me empeñé en una desordenada << limpieza >> del lugar . Arrastré como pude una de las canastas de piedra . Sin embargo , la holgada túnica limitó mis movimientos . Y ante la perpleja mirada de su dueño me desembaracé de ella .
No me equivocaba . Cerré los puños con satisfacción y , levantando el rostro hacia el desconpuesto sirviente , grité eufórico :
- ¡ Una trampilla !
Lo malo es que , en pleno aturdimiento , la expresión fue pronunciada en inglés . Era la tercera vez que caía en identico lapsus . La primera , en el patio de la casa de Elías Marcos , en Jerusalén , y en presencia del joven Juan Marcos , cuando me hallaba en plena conexión auditiva con el módulo . La segunda , días más tarde , en Caná , en el hogar de Meir , el rofé de las rosas , al ser despertado por María , la Señora , en plena pesadilla.
Afortunadamente , rectificando al instante , el desliz quedó solapado por la desbordante alegría de mi compañero de aventuras.
Me pidió bajar , si bien , recordándole que era el responsable  de la cuerda , se contuvo a regañadientes .
Al despejar la menguada base del silo apareció la magnífica  lámina de un tosco entablado de unos ochenta centímetros de lado . Nunca algo tan vulgar se me antojó tan sublime .
Y el ya familiar quejido atronó de nuevo la cueva , haciéndome retroceder y caer sobre las canastas .
No cabía duda . Nacía en la oquedad que , a buen seguro , se habría bajo la trampilla .
Y con un hilo de voz , indeciso ante el peligro que podía suponer la apertura del pozo , solicité el consejo de David .
El gesto de sus manos y la orden , apremiándome para que trepara , fueron tajantes . ¿ Qué desconocido animal se ocultaba bajo mis pies ?
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 19 )

Me reuní con él , contemplando lo que ya había observado en la anterior inspección : los sacos en desorden , el par de canastas y la sabdalia de cuero , con las tiras rotas y revueltas-
David , dirigiendo el fuego hacia el cargamento de piedras , manifestó su extrañeza , confirmando así mi error . Aquello - señaló sin titubeos - no era lógico .
¿ Por qué guardar piedras en un silo ,habitualmente destinado a forraje , grano y frutos secos ? ¿ Y desde cuándo los humildes felah - los campesinos de Nazaret - se permitían el lujo de abandonar una preciada sandalia ?
Y una idea - la misma , supongo - nos alcanzó de lleno .
De mutuo acuerdo nos dispusimos a descender , examinando la bodega con detenimiento.
El anciano me permitió hacer . Anudé la cuerda a su cintura y , antorcha en mano , me deslicé por la maroma hacia el fondo de la oquedad.
Siguiendo las indicaciones de mi amigo empecé por el calzado . El material , seco y desgastado por el uso , no me dijo nada . El polvo de la suela podía corresponder a cualquiera de los caminos de acceso a la aldea . Levanté la vista hacia los blancos cabellos de David y me encogí de hombros . La cerdad es que no supe identificarlo . Se trataba de una sandalia  como tantas otras . Y lanzándome hacia el criado le pedí que la revisara . No hubo suerte . El anciano negó con la cabeza .
Centré entonces mi interes en los sacos . Se hallaban perfectamente cerrados por una costura de esparto .Tanteé la arpillera , deduciendo el contenido  : muy posiblemente trigo o cebada . y al presionar el costado del siguiente  , los dedos se hundieron con facilidad . El venial e intrascendente detalle resultaría decisivo . Y extrañado empujé de nuevo . Un suave siseo confirmó mis sospechas . El grano escapaba por alguna rotura o descosido .
En un primer momento - así debo reconocerlo - no le presté excesiva atención . Y me pregunto con horror qué habría ocurrido de no ceder a la curiosidad . Pero algo o alguien ( ?)  me impulsó a doblarme sobre el fondo , buscando la fuga . ¡ Dios misericordioso ! Allí , en efecto , encontré un hilo de granos de trigo duro , elípticos , casi diáfanos , que resbalaban mansamente hacia el suelo del silo ..., ¡ perdiéndose por una ranura !
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 18 )

David simplificó su historia mostrando el agujereado lóbulo de la oreja derecha . Consumido por las deudas , sin opción alguna , un mal día tuvo que venderse a su acreedor , convirtiéndose en esclavo . El amo y  señor - debí imaginarlo - no era otro que el saduceo , dedicado además al inmoral negocio de la usura , prohibido hasta cierto punto por la ley mosaica .
Y fue al apurar el cuenco de vino cuando , de pronto , quedamos en suspenso.
Mi amigo bajó lentamente la vasija . Yo , perplejo , continué sosteniéndola frente a los labios .
Y echando mano de la lucerna fua a situarla - con idéntica lentitud - a la altura de su pecho . La llama osciló . El miedo , de nuevo , se había colado en los corazones .
- ¿ Has oído ? - susurró , conociendo de antemano la respuesta .
Moví la cabeza afirmativamente .
Y un segundo quejido , gruñido o lamento - imposible determinarlo -, más claro y prolongado , se propagó por la gruta . Y el cuenco se escurrió entre mis dedos
Catapultados por el pánico , nos pusimos en pie al unísono . El cabello volvió a erizarse y las respiraciones se atropellaron.
- ¿ Ratas ? - acerté a articular.
Pero David , atento a la posible repetición del ronco e irreconocible sonido , no contestó . Y con prisas vertió el aceite de la lámpara sobre la tela anudada al segundo bastidor del arpa , incendiándola.
Lejos de tranquilizarme , la precipitada acción aceleró mi ansiedad . Y sin saber a dónde mirar , imaginando un inminente ataque de cientos de roedores, apalstado por el miedo y el silencio , me lancé sobre el cántaro de barro , blandiéndolo con desesperación .
Un nuevo quejido me paralizó . Esta vez sí lo reconocí .Era idéntico al que nos sorprendió en la primera oquedad, cuando nos disponíamos a revisar el cofre . Una especie de apagado lamento , entre humano y animal . Procedía , al parecer , de los silos .
Y con el vello en pie y el corazón desbocado vi cómo mi compañero se arrodillaba frente a la entrada al tercer pozo . Introdujo la antorcha en la oscuridad y permaneció inmóvil unos segundos . Pero el lamento no regresó .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

viernes, 25 de marzo de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 17 )

Poco pude decirle . Mis palabras , más sosegadas y coherentes , intentando a mi vez tranquilizarme y tranquilizarle , le devolvieron el equilibrio . Y al advertir los escalofríos y estremecimientos  sugirió que siguiera sus consejos . Me desembaracé de la cuerda  y de la mutilada sábana y él , haciendo lo propio con su túnica  , me animó a vestirla . Después , improvisando una almohada con el lino y ayudado de la mejor de sus sonrisas , indicó el ingrato suelo , recomendando que descansara .
Sin demasiadas posibilidades de elección , vencido por el horror , acepté sumiso , pagándole con otra sonrisa . Y un reparador sueño tomó el mando , transformando al agotado y frágil griego de Tesalónica.
- ¡ David ! ... ¿ Qué ha pasado ?
Me incorporé despacio , sin conciencia clara de lo que me rodeaba  . No tuve que esforzarme . La silueta del anciano , sentado en el mismo lugar y acariciado a ratos por la luz  de una lucerna , despejó mis dudas. La gruta , en silencio , animada con dificultad por las lámparas de aceite , no había experimentado cambio alguno . Estábamos como al principio . Quizá peor .
Mi amigo no replicó . Mejor así . ¿ A que atormentarse con lo sucedido ?
Me senté de nuevo y le interrogué sobre el tiempo transcurrido . Las explicaciones - imprecisas - , amén de no satisfacer la pregunta  , me pusieron en alerta . Ahora era David el que flaqueba . No se lo reproché  . Aquellas dos horas - puede que más - en la tensa soledad del subterráneo , velando el sueño de un desconocido , habían vaciado su entereza . A sus pies , junto a la lucerna , descubrí una jarra de barro y tres cuencos de madera . Y adivinando mis pensamientos me tendió uno de los recipientes . En la penumbra distinguí una sabia mexcla de higos secos , nueces y miel de dátiles . Y desconcertado ante el minucioso examen del almuerzo - estimando erróneamente que no era de mi agrado -, preguntó si prefería vino . Acepté ambos ofrecimientos . El espeso caldo negro y los frutos me estimularon . Los escalofríos habían cesado y , por primera vez en aquel encierro , disfruté de una sensación de alivio . El descargo , fuera de toda lógica - lo sé - , me inclinó incluso a emprender una conversación que nada tenía que ver con nuestro problema . Y acerté porque , al interesarme por la vida del anciano , ambos olvidamos temporalmente dónde estábamos .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 16 )

El kinnor no tiene diez cuerdas .... Y david tomó el arpa - ¿ o fue una cítara ? - y la tocó con su mano ... Libro primero de Samuel ... No , el kinnor era de berosh ... Y este es de abeto .... Salomón , en cambio , lo construyó de madera de almug ... Libro primero de los Reyes... >>
Lo siguiente que recuerdo fue a mi compañero , zarandeándome por los hombros t levantando su vozsobre mi locura .
- ¡ Señor ! , ¿ qué te ocurre ?.... ¡ Vuelve en ti!
Y Dios misericordioso tuvo piedad . La << resaca psiquica >> se extinguió , al menos durante un tiempo . Este trastorno mental , no catalogado aún por la medicina y que , como ya he mencionado en otras páginas  de este diario , tenía su origen en el proceso de << inversión de masa >> de los swivels , provocaba lo que , en términos sencillos , podríamos describir como una repentina  disociación entre el consciente y el subconsciente . Las desconocidas mutuaciones en las redes neuronales del hipocampo amenazaban al explorador  con este y otros conflictos . Uno en particular . la correcta regulación del concepto y la sensación del espacio y del tiempo - fue el que más nos preocupó e hizo sufrir a lo largo de aquel segundo << salto >> en el tiempo y , sobre todo , en el tercero y más prolongado . Pero tampoco es mi deseo desviar la atención del hipotético lector de estas memorias hacia los padecimientos que nos tocó en suerte . Sólo Él y lo que aprendimos y vivimos a su lado importa realmente . Y sólo en beneficio de una más clara y redonda comprensión de cuanto le rodeó es por lo que me veo obligado a respetar el orden cronológico de los acontecimientos . La vida de cualquier ser humano - exactamente igual que la del Hijo del Hombre  - nunca puede ser interpretada y juzgada con rectitud si tan sólo contemplamos  una corta etapa de dicha existencia .Éste , en mi humilde opinión , fue el más grande de los pecados de los llamados escritores sagrados .
- ¡ Señor !...
Un frío intenso vino a ocupar el lugar del pasajero delirio . Y David , envuelto en la consternación , sin saber cómo actuar , siguió interrogándome .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 15 )

Ahí terminaría el examen de la gran sala . Y durante unos minutos - impotente y con la mente vacía - me limité a comtemplarla .
<< Esto es todo >>
Lo peor , sin embargo , estaba por llegar . Y lo hizo por el camino más insospechado . Es muy posoble  que la fortísima  tensión le hiciera despertar . No lo sé .  La cuestió es que , al poco , se apoderó de este explorador .Esto es lo que recuerdo y lo que aparece en mi cuaderno de notas :
Primero fue la imagen de la Señora y de sus hijos . Despues un alocado ir y venir de los pensamientos , sin orden ni concierto.
<< ... Ellos vendrán ... La gruta sólo tiene una salida .... Ellos lo saben ... Pero ¿ y si no es así ? .. >>
La proximidad del fuego a mi mano interrumpió momentáneamente el cataclismo . Reaccioné y regresé junto a David . Me senté frente a él , dejando la boca del tercer silo entre ambos . No levantó el rostro . Y con los restos de la tea chisporroteando a mi lado fui nuevamente asaltado por el mal que me consume y que , a no dudar , me conduciría a la tumba .
 ... La antorcha ... - me debatí en un caos mental -. La antorcha se apaga ... Es la señal ... Ellos no pueden tardar... Prederé la segunda mitad ... Entonces aparecerán ... >>
Y la lucidez se abrió paso de pronto . Cerré los ojos espantado . Froté el rostro con la punta de los dedos , tratando de huir de aquel trance . ¡ Dios ! , ¿ qué me sucede ?
Nueva crisis . Pero esta vez el bloqueo mental prosperó en un cortejo de inconexas y absurdas risotadas y una voz bronca que puso en guardia al pobre David .
<< ... Pero no puedo .... La antorcha es el arpa del Maestro ... Debo conservarla ...fue labrada con sus propias manos ... Él cortó el abeto .... Sí , la madera es blanda , elástica y resistente . Además , las cuerdas no arden ... Son de tripa de camello ... ¿ Ocho o nueve cuerdas ?... No , todos estamos equivocados ... No es un arpa ... Es un kinnor ... Tendré que rectificar la memoria de Santa Claus ... ¿ Un kinnor o una lira ?.... Josefo se equivoca ...
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario , ( 14 )

La tercera inspección tampoco arrojó cambios de importancia . Unas medidas algo menores - elredecor de dos metros de profundidad por otros tantos de diámetro -, un enlucido verde y lo único que despertó mi atención : varios sacos mal apilados en el fondo , supuestamente como cereal , dos canastas de regular tamaño , confeccionadas cono hojas de palma y repletas de piedras y una sandalia aparentemente abandonada .
El contenido del silo - en especial las piedras - me confundió . Y durante unos instantes continué arrodillado , con medio cuerpo vencido sobre el boquete  , tratando de pensar .
- Te lo advertí - me abordó el criado , sacándome de mis reflexiones -. Son ciegos .
Guardé silencio sobre lo que tenía a la vista , sin caer en la cuenta de un casi insignificante detalle : mi amigo , el esclavo , había inspeccionado conmigo los dos primeros silos . En este último , en cambio , se mantuvo sentado , sin asomarse . Mi error - mi grave error - fue no hacer un solo comentario sobre el cargamento depositado en el pozo. En parte porque imaginé que se hallaba  al corriente del mismo . Y decepcionado ante la ausencia de lo que verdaderamente interesaba - un escape -, olvidé momentáneamente el asunto , centrándome en lo poco que restaba por explorar .
David , humillado , no se movió . Continuó sentado , con el rostro hundido entre las rodillas . No supe qué hacer ni qué decir . La incursión , de momento , era un fracaso . Sin embargo , los recientes terrores no resucitaron . A pesar de lo amargo de la situación , una dulce e inesperada melancolía fue desalojando angustía y miedo . ¿ Era el principio del fin ? ¿ Me estaba resignando ? ¿ Daba por cierto que no había esperanza ?
Tampoco hoy me explico aquella extraña sensación , mezcla de paz y vaga tristeza . Pero lo agradecí .
Al final de la cuarta pared , a corta distancia de los silos , fui a tropezar con los restos de un pequeño horno doméstico , semiempotrado en la roca . La cara frontal , construida en ladrillo , presentaba una abertura de un metro , con un enlosado de piedras basálticas . Una espesa capa de polvo que cubría los negros y reducidos cantos volcánicos me indicó que se hallaba en desuso desde hacía tiempo. La caverna - o al menos aquella última oquedad - no parecía muy frecuentada . El deteriorado horno fue la confirmación final.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

jueves, 24 de marzo de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 13 )

Pero al finalde este penúltimo murallón , al pie de la cuarta lámpara de aceite , algo me detuvo .
- ¿ Y eso ?
David aproximó la antorcha , iluminando tres orificios circulares que rompían el pavimento . Aparecían alineados , muy próximos a la cuarta y última pared y separados entre si por algo menos de dos metros .
- Silos .
No percibí el menor entusiasmo en la aclaración.. Pero el instinto me hizo vibrar.
- Se utilizan para el grano y los frutos secos .- y entregándome el hacha subrayó -: Son ciegos  ... No conducen a ninguna parte  .
Me arrodillé frente al primero . Y a pesar del jarro de agua fría  , lo exploré con calma . La boca , de un metro . permitía un cómodo acceso .
Me hallaba ante un vaciado en la piedra  , con forma de pera , de unos tres metros de profundidad por otros tres de diámetro mayor y meticulosamente  pintado en rojo . En definitiva  , una de las típicas construcciones de la Nazaret trogoldítica  . Los había a cientos en las grutas que proliferaban en la colina del Nebi . De acuerdo con nuestras informaciones - y así pude constatarlo en el subterráneo de la casa de Santiago -, estos silos , labrados a base de voluntad , formaban incluso racimos  , superponiéndose unos a otros . Los estudios y excavaciones de investigadores como Loffreda , Bagatti , Daoust, Manns o Testa eran irrefutables . En ocasiones , estas intríncadas redes de grutas-almacenes comunicaban con los patios y corrales interiores de las casas . Y animado por esta realidad objetiba me afané en localizar algún canal o escalera que pudiera llevarnos al exterior.
¡ Pobre ingenuo !
El fondo y las cóncavas paredes eran tan herméticas como todo lo anterior .
Repetí la operación en el segundo silo ante el escepticismo de mi acompañante . La única diferencia con el anterior era el color . Éste había sido bañado en añil . Dimensiones  y solidez resultaron ydénticas  . Ambos aparecían vacíos
David , desarmado , fue a sentarse al filo de la última boca . Y esperó el desastre.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 -- El Diario ( 12 )

Pero la tenue esperanza duró poco . Se trataba únicamente del encendido de cinco lucernas de aceite , estratégicamente repartidas en otras tantas hornacinas excavadas en las paredes . Aquello , sin embrabo , facilitó nuestros movimientos ... que no era poco .
Y con el anciano a mi lado , y una tea que se consumía sin remisión , arranqué por la roca de la derecha .
Inspeccioné y tanteé el yeso , incluyendo cada centímetro del nacimiento de la bóveda . Pared y cubierta , como en las ratoneras anteriores no presentaban fisura alguna .
Recorrimos el segundo e inclinado muro con idéntico y fustrante resultado .
Y al alcanzar la esquina la llama se agitó . Fueron unas décimas de segundo . Lo suficiente , sin embargo , para alertarnos .
Aproximé la antorcha a la bóveda , acariciando la piedra con la lengua de fuego . Segundo estremecimiento . La tea acusó una leve corriente de aire . Sujeté la madera con ambas manos  , intentando localizar la filtración . Y el cimbreo me condujo , al fin , hasta una milimétrica grieta que corría hacia el centro de la gruta . Salté nervioso sobre la cresta rocosa que se levantaba en mitad de la sala , buscando , deseando y gritando en mi interior que la fisura terminara por abrirse .
Bajé los brazos desepcionado . La brecha , absolutamente natural , moría justo sobre mi cabeza , permitiendo apenas el paso de un dedo .
Inspiré profundamente . Los temblores arreciaron . La sentencia del criado - << Esto es todo >>- empezaba a golpear en mi cerebro , amenazando los últimos hilos de cordura . Ahora comprendo lo cerca que estyve del desastre . Y no sólo por el aparente blindaje de la caverna . Y me cuesta trabajo entender qué fue lo que me sostuvo . ¿ O sí lo sé y no tengo el valor de reconocerlo ?
Me reuní con el criado y agradecí en lo más profundo su discreto silencio.
Desfilamos juntos a la tercera pared , casi como autómatas . Roca . Yeso . roca ...
<< Esto es todo >>...
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 11 )

David , alertado , se aproximó a la boca de la galería , iluminándola y buscando la razón  de tan descompuesta entrada . Sólo acerté a sonreír como un perfecto estúpido . Y sin resuello lancé una breve ojeada al recinto , interrogando al criado con la mirada .
- Esto es todo - resumió con desaliento .
Tomé como referencia la boca del pasadizo . Frente a ella , como venía diciendo , se abría lo que , en realidad , constituía el corazón de aquel subterráneo : una gran cavidad , en buena medida de origen natural . A pesar de sus numerosos e irregulares salientes  y espolones guardaba cierta forma cuadrangular . Calculé unos diez metros de lado . La bóveda a cosa de dos metros , se hallaba al alcance de la mano . El pavimento , rebajado a martillo , había sido cuidadosamente  enlucido con un yeso de notable blancura  . Y otro tanto podía decirse de las inclinadas paredes . En el suelo , casi en el centro geométrico de la sala  , sobresalía  una cresta calcárea de unos cincuenta centímetros de altura , redondeada , dominando con sus deis metros de diámetro buena parte del lugar.
- Esto es todo - repitió el anciano con la voz rota ante la cruda realidad  .
La gruta  , en efecto , en aquel primer y superficial examen , no ofrecía muchas alternativas . ¡ Qué digo muchas ! para ser honesto , ninguna  . Y sintiendo el lejano pero firme  taconeo del miedo  , traté de acallarlo con lo único que podía  hacer : mantenerme ocupado , investigar , explorar cada minuto y confiar .
Y sin saber muy bien por dónde empezar , luchando por sacudir los incipientes temblores  en piernas y manos  , expliqué a mi amigo que necesitaba  estudiar cada palmo de la caverna . Calificó de inútil la sugerencia , aunque admirado por tan inusual optimosmo , me cedió la antorcha , jurando por su vida que , si le arrancaba de aquel trance , me serviría hasta la muerte .
Sonreí con desgana , agradeciendo el generoso gesto . Pero de improviso , golpeándose la frente con la palma de la mano , se excusó . Tomó de nuevo la tea y de dirigió hacia la pared de la derecha . Pareció . Parecía haber olvidado algo . Es increíble . No me cansaré de repetirlo . En semejantes circunstancias , cualquier movimiento , palabra o signo que pueda mover al éxito se convierte en un revulsivo.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 10 )

Nada más penetrar en la galería observén que descendía con suavidad . Toda ella aparecía igualmente excabada a mono.
Recorrimos unos diez metros , el sofocante túnel giró bruscamente a la izquierda . David se detuvo . A nuestra derecha , en olena curva , se presentó una cómoda abertura circular . E introduciendo el fuego en el interior abrevió :
- El silo del aceite .
Sin pensarlo le arrebaté la antorcha , situándome en cuclillas frente a la oquedad . Mi intención era clara : no pasar por alto un solo tincón .
Traspasé el umbral y fui alzándome con lentitud . la cueva , prácticamente redonda , de cuatro metros de diámetro por otros tres de altura , sólo era un enorme boquete , trabajosamente ganado a la masa calcárea sedimentada .
Y busqué con afán , Busqué una grieta , una tímida corriente de aire , una esperanza .
En el centro se apretaban cuatro campanudas ánforas , ancladas al suelo mediante sendos orificios . Golpeé los recipientes , Se hallaban cargados . Examiné la zona posterior . Pura roca .
Desalentado - intiyendo que las posibilidades mermaban -, pregunté al expectante criado si la gruta continuaba .
Asintió y , tomando de nuevo la tea , indicó el fondo del recodo . Nos arrastramos cuatro o cinco metros y , de pronto , la amarillenta flama que marchaba en cabeza desapareció . Permanecí inmóvil , desconcertado . Tampoco escuchaba el penoso arrastre del calzado de mi amigo . Era como sise lo hubiera tragado la tierra . Y con el corazón en la boca me lancé en tormba por la cerrada curva , topando con las paredes.
El acceso a la gran sala , a gatas y jadeando , mas muerto que vivo , fue toda una deshonra para mi maltratado espíritud  . Al alzar la vista , el miedo fue reemplazado por el ridiculo . El túnel conducía a una espaciosa gruta . Y mi amigo , al penetrar en ella y recuperar la verticalidad , me había dejado involuntariamente en tinieblas y sujeto a las más insanas cavilaciones.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

miércoles, 23 de marzo de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 9 )

Retrocedí derrotado , bañado nuevamente en sudor y con los ojos espantados .
Pero el Anciano - Dios le bendiga -, avisado , cortó de raiz aquel desfallecimiento . Y antes de que el shock arruinara mi precaria estabilidad emocional , me propinó una calculada y sonora bofetada . Santo remedio.
Y las lágrimas - nunca supe si de vergüenza , dolor o rabia por mi infantil comportamiento - acudieron en mi auxilio serenándome .
- Lo siento , señor - se disculpó David , más aturdido , si cabe , que este infeliz explorador  -, ¿ Debo recordarte tus palabras ?
Negué con la cabeza . Y la imagen de mi hermano , en el módulo , vino a liquidar , por segunda vez , todo rastro de debilidad . Estábamos comprometidos en la más excelsa misión que jamás se haya encomendado a hombre alguno y aquel desgraciado suceso no alteraría su rumbo .
Mi amigo , conmovido , me abrazó , animándome a proseguir . Y así fue.
El mugriento cofre nos reservaba una sorpresa . Y aunque entonces no tuve clara su posible utilidad , rescaté con júbilo de entre el polvo y la docena de túnicas apolilladas una gruesa cuerda  de cáñamo común de unos quince metros de longitud .
Y arrollada en bandolera  , señalé la negra boca que se abría en el extremo del cubil . David , contagiado , respondió con otra sonrisa .
- ¡ Adelante ! - le animé y me animé -. Ahí dentro nos aguarda la solución .
-  ¿ Ahí ? - masculló sin comprender -. Ahí , señor , sólo encontraremos ...
- Lo dicho - le interrumpí , negándome a aceptar la realidad -, ahí está la clave .
No me equivocaba . Lo que no imaginaba es que esa << solución >> a nuestro problema llegaría , como casi siempre , de forma imprevista e impensable .
Y resignado , inclinándome , me precedió por el oscuro agujero.
La antorcha puso al descubierto un angosto pasadizo de un metro escaso de altura y alrededor de setenta centímetros de anchura . Y la marcha , gateando , fue lenta y laboriosa .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 8 )

Allí , meticulosamente  precintados , guardaba  los más exquisitos  y codiciados dátiles  de Jericó ; los << cariotes >> , de jugo espeso , los secos e interminables << nicolas >> , así denominados en memoría de Nicolás de Damasco , el secretario de Herodes el Grande ; los << dactilos >> , retorcisos y enorme como dedos ; los dulcísimos << adélfidos >> y los jugosos << patetes >> . Y naturalmente , una generosa colección de ánforas , de un metro de alzada  , con la genuina rosa de la isla de Rodas grabada en una de las asas  y conteniendo lo más granado de los vinos griegos y de palma , tan frecuentemente cantados por Plinio y siempre obligados en las mesas de los ricos .
Y en el mismo y perfecto orden , amplios cuencos  de Magara , lujosos vasos del valle del Po y recipientes de brillante terracota de Arezzo ( Toscana ) , con cumplidas raciones de higos prensados  , tortas de << dátiles - bellota >> , aceitunas , pescado salado y nueces del Hermón .
Fue suficiente . Davíd siguió mi consejo , interrumpiendo el inventario de unas provisiones más que sobradas para alimentarnos durante semanas . Al menos , nuestra muerte no sería por hambre.
¿ Muerte ? Me revelé contra mi mismo . Estaba dispuesto a reencontrarme con el Maestro y nada ni nadie se interpondría en el camino . Y aquel fogonazo interior casi me levantó del suelo .
- ¡ El cofre ! ordene al criado - . Veamos que encierra .
Y en mitad del silencio , apenas alterado por el crepitar del hacha , cuando nos disponíamos a remover el interior del arca , un lejano y amortiguado quejido nos sobresaltó . No podía asegurarlo , pero lo asocié con un lamento.
Nos miramos . Y un temblor se propagó por el brazo de David , haciendo oscilar la llama .
Instintivamente llevé el dedo índice derecho a los labios  , reclamando silencio . El tiempo se detuvo . Pero aquel gruñido - o lo que fuera - no se repitió.
Y mi compañero susurró una palabra que me erizó el cabello :
- ¡ Ratas !
¡ Cuán frágil es la naturaleza humana ! La reciente y traumática experiencia en los túneles de la gruta de Santiago , con aquel amasijo de ratas negras y peludas devorando la sandalia de Jacobo , el albañil , me descompuso. Y toda mi supuesta fuerza se eclipsó.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El diario ( 7 )

Y como medida precautoria , el criado se reservó un puñado de << cerillas >> , acomodándolo en la faja .
Y sin más dilación nos embarcamos en el siguiente y no menos delicado ogjetivo : la exhaustiva exploración de la gruta . En mi ánimo - azotado por toda clase de incertidumbres y negros preagios - pujaba por sobrevivir una única y obsesiba idea : aquella pesadilla no podía prolongarse . Tenía que haber una solución . Tenía que dar con una salida ..
Inspiré profundamente . Calma . Sobre todo , calma . Cada paso debía ser meditado.
David me observó , aguardando alguna indicación . Retrocedí hasta los peldaños . Y le advertí que , a partir de ese momento , procurase pegarse a mi persona , iluminando mis movimientos . Asintió nervioso.
Inspeccioné la pesada muela . Negativo . Ni la fuerza de cuatro hombres la hubieran desplazado .
<< ¡ Calma ! >> me , fui repitiendo mentalmente .
Y girando sobre los talones presté toda mi atención a aquella primera oquedad . Al igual que el subterraneo existente  bajo la casa de Santiago y Esta , se trataba de una sala escabada en la roca calcárea . Se presentaba , tal y como anunciara el sirviente , como un almacén . A primera vista , la cubierta , groseramente cincelada , carecía de conductos o chimeneas de aireación . Aquello era una masa pétrea , cerrada y compacta . Y la angustía conquistó terreno en mi tembloroso corazón .
Paseé arriba y abajo , aparentando una frialdad que , en verdad , escapaba a chorros . El cubil resultó infranqueable . Aquel cajón , de cinco metros de longitud por cuatro de ancho y dos y medio de altura , sólo era una ratonera . La primera ratonera ...
La inspección de las alacenas fortaleció en parte las débiles esperanzas . ¡ Dios ! , en situaciones extremas , qué poco precisa el alma para empujar la voluntad ! ..
La voz de David , enumerando los dispares contenidos  de cántaras , ánforas y vasijas , me reconfortó . El corrupto sacerdote - haciendo justicia a la filosofía saducea - disponía de una surtida y lujosa despensa .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 6 )

No sé qué fue primero : la reconfortante sonrisa del eficaz criado o mi desolación . Al verle con la tea en la mano comprendí . Pero era demasiado tarde .
El buen hombre , deseoso  de obtener una pronta y aceptable iluminación , recordó el arcón depositado al fondo de la estancia  . El polvoriento y consumido cofre de madera  que Ismael me había mostrado  a manera de cebo . Y con la mejor de las intenciones , ajeno al singular valor de aquel objeto , tomó la descompuesta arpa , golpeándola sin piedad contra la roca . Ahora entendía los enigmáticos sonidos .
Una vez seccionada , envolvió los brazos en sendas tiras de lino , empapándolas en aceite .
Fue un triste hallazgo . El venerable instrumento , que yo pude acariciar durante breves instantes , aparecía ahora destrozado y consumiéndose  . Tuve que contenerme  . Todos mis esfuerzos  , argucias y penalidades para alcanzar aquel tesoro - una de de las escasas posesieones del añorado rabí de Galilea , vendida por Jesús al saduceo hacía diecisiete años  - acababan de hacer humo . El destino , como digo , volvía a burlarse de quien esto escribe .
David sugirió que me encargara de la segunda antorcha . De momento , por prudencia , no consideró oportuno darle fuego . Y sin mediar palabra , aceptando los hechos , me hice con la otra mitad del arpa . Revisé y reforcé el lino que la cubría mientras el criado retiraba la jarra con el aceite . Después hizo otro tanto con la taza de arcilla que guardaba la providencial reserva de << cerillas >> . Nunca imaginé que aquellas modestas astillas y pajuelas de centeno de ocho a diez centímetros , prácticamente cubiertas de azufre fundido , jugarían un papel decisivo en nuestra historia . El invento , de uso común en todo el imperio , era tan simple como eficaz . Yo las había examinado en algunos de los hogares por los que acerté a pasar . Para provocar la ignición bastaba  el pedernal y una base o soporte metálicos . La limpieza y rapidez de la operación , proporcionando un cómodo encendido de lámparas , fogones y fogatas , las convirtió en un artículo de gran popularidad y , naturalmente , en un saneado negocioLa mayor parte era exportada desde las regiones italianas de Sicilia , Pozzuolo y Felamona . Al pie de los volcanes apagados , en estos azufrales y solfataras , se trabajaba  puro , calentándolo a 110 º centígrados . Una vez fundido se procedía al rociado de las astillas y pajuelas , disponiendo el cargamento para su empaquetado y posterior transporte .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

martes, 22 de marzo de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 5 )

No fue mucho lo que acerté  a resolver . El crujido de las articulacions del anciano indicó que acababa de agacharse . Rasgó el lienzo en dos ocasiones y ahí murieron las pistas . Despues , enganchado en el irritante mutismo , se enderezó , alejándose de nuevo . Lo escuché trastear entre los cacharros depositados en la pared de mi derecha . En la memoria conservaba la imagen de aquella  primera oquedad , repleta - a uno y otro lado - de alacenas de muy dispares alturas y profundidades , cargadas de ánforas , vasijas de diferentes calibres y un sinfín de enseres que , obviamente , dadas las circunstancias , no recordaba .
Y el entrechocar del cobre y la arcilla cesó de pronto .
- ¡ Bendito sea el Todopoderoso !
La exclamación del viejo y su inmediato regreso hasta mi pisición terminaron de acelerarme .
- ¡ Por Dios ! - clamé -. ¿ Qué te propones ?
Pero , ignorándome , volvió a agacharse , absorto - supongo - en una operación que , en efecto , como descubriría instantes después , requería toda su atención y destreza .
Y con los nervios a un paso del desastre le imité , colocándome en cuclillas .
Percibí primero su agitada respiración . Después , un leve borboteo . Parecía manipular algún líquido . Y el aroma del aceite de oliva llegó inconfundible . Pero ¿ para qué ?
Acto seguido golpeó el pavimento con algo contudente . El sonido , sordo , resultó igualmente indescifrable .
Algo debió fallar porque , a renglón seguido y desairado , se refigió en una maldición .
Contuvo la respiración . Segundo golpe y nueva imprecación.
Y el tercero , claramente metálico , como la más hermosa  de las visiones , vi estallar una diminuta llama azul-verdosa .
El susto y la alegría  me desequilibraron . Y fui a dar , por segunda vez, contra el duro suelo .
David , sin pérdida de tiempo , tomando la incendiada  astilla , procedió a cebar la primera de las improvisadas antorchas . Y el jirón de lino , empapado en aceite , prendió con avidez , llenando la cueva con un penetrante tufillo y , lo que era más importante , de una luz amarilla y salvadora .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario , ( 4 )

Y antes de que acertara  a reaccionar , el diligente criado - notablemente repuesto  - Tomo la iniciativa , recomendándome  que no me moviera .Y escuché el roce de sus sandalias , alejándose hacia el fondo de la sala . ¿ Moverme ? ¿ Cómo hacerlo en semejante oscuridad ? Y el involuntario chiste vino a oxigenar el apaleado ánimo .
A cosa de cuatro o cinco metros percibí un chirrido . Parecía el lamento de un herrumboso pasador . ¿ Una puerta ? El corazón brincó . Imposible .
 Segundos después , un gemido similar y un golpe seco - como si David hubiera cerrado algo - me despistaron definitivamente . Y aguijoneado por la intriga  hice ademán de avanzar hacia el punto del que habían partido los misteriosos sonidos . Pero , consciente de que debería  atar en corto a la curiosidad , evitando así complicaciones añadidas , aguardé ansioso , forzando en vano las espesas tinieblas .
No puedo asegurarlo , pero de haber caminado al encuentro del sirviente  , descubriendo lo que se traía entre manos , quizá hubiera abortado la maniobra . ¿ O no ? Lo cierto es qué , poco después , el << hallazgo >> me sumiría en una angustia que todavía me acompaña  . Aunque , bien mirado , ¿ quién soy yo para modificar el Destino ? La Fontaine , en su obra Fables , dibujó perfectamente mi situación : << Con frecuencia , uno encuentra  su destino siguiendo las veredas que tomaron para evitarlo . >>
Y aquel breve silencio volvió a quebrarse . Esta vez con una sucesión de decididos impactos , aparentemente contra la pared de la caverna . Por último , confundido con el eco , creí identificar el golpeteo de la madera rebotando en el  suelo rocoso .
Las sandalias rachearon , retornando junto a este confuso explorador . Y David , alargando el brazo izquierdo , tras palpar mi pecho y asegurarse de mi presencia , rogó que le entregara la sábana . No pregunté . Obedecí al punto y , guiado por el sonido , me afané en descifrar el misterio .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 3 )

- ¡ Señor ! Esa víbora no perdona . Estamos condenados a morir ...
No contesté . Mi pensamiento , extrañamente tranquilo , había volado hasta la << cuna ) . Y la imagen de Eliseo me proporcionó una benéfica fuerza .
Extendí los brazos  y busqué a David en la negrura . Al topar con él , aferrándome a su túnica , estallé con una seguridad que todavía me admira :
- ¡ Olvida a ese miserable ! .... ¡ Es hora de actuar ! No lo dudes , amigo : ¡ vamos a salir de este infierno !
- Pero..
No le permití nuevas lamentaciones . Y dócil , ciertamente animado por el persuasivo timbre de aquel extranjero , fue respondiendo a mis preguntas :
- Señor , no conozco otra salida .... La gruta se utiliza como almacén ... Aquí se guarda de todo ... Provisiones , herramientas , agua ... Generalmente sólo baja la servidumbre y de tarde en tarde ... A veces pasan semanas ..
El panorama no era muy prometedor . Guardé silencio , procurando fijar un orden de prioridades . Y el temple militar rindió sus frutos . Además - me consolé - estaba la familia . Santiago y su gente terminarían por formularse algunas interrogantes respecto a mi repentina desaparición . Tanto la Señora como sus hijos - sin olvidar a Débora , la prostituta de la posada de Heqet , la << rana >> - sabían de mi anunciada entrevista con Ismael , el jefe del consejo local de Nazaret . Pero , frío y realista , dejé a un lado la endeble esperanza . Y fui a centrarme en el primero de los objetivos  : la minuciosa exploración de la gruta . Y para ello necesitábamos  luz , un mínimo de iluminación .
Oedené a David que me ayudara a rastrear el suelo , a la búsqueda  de la malograda lucerna que él mismo portaba al entrar en el subterráneo . Tal y como suponía , sólo conseguimos reunir dos o tres trozos de una cerámica inservible y aceitosa .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario , ( 2 )

No recuerdo mucho más . Debí derrumbarme , cayendo de espaldas sobre el rugoso pavimento calcáreo . Fue lo mejor que pudo ocurrirme .
- ¡ Señor ! .... ¡ Oh , Dios !...
Más que ver intuí la encorvada figura del anciano , arrodillado junto a este explorador . Sostenía mi cabeza entre las manos , susurrando e implorando .
- ¡ David ! - acerté a pronunciar con dificultad . Y un leve entumecimiento alrededor de la boca y en los dedos de manos y pies me devolvió a la realidad , recordándome el síndrome de hiperventilación y la pérdida de conciencia .
- ¡ Señor ! - replicó el sirviente con un hilo de voz -.
¡ Gracias a Dios !
Ignoro cuánto tiempo permanecí inconsciente . Pero , como digo , el traumatismo - afortunadamente  sin mayores consecuencias  - vino a rescatarme de aquel peligroso ataque de pánico . Y fue a raíz de este aviso en la Nazaret subterránea cuando , en previsión de situaciones similares , mi hermano y yo adoptamos nuevas y extraordinarías medidas de seguridad . Una de ellas - bautizada por los hombres del general Curtiss como el << tatuaje >> - resultó tan útil como espectacular . Pero sigamos por orden .
Traté de incorporarme y reunir las confusas y diezmadas ideas . La alcalosis , sin embargo , continuaba coleando . T consciente de la urgente necesidad de equilibrar la presión del dióxido de carbono , reduciendo el PH sanguíneo , busqué un remedio de urgencia .
- ¡ Maldita oscuridad !
A tiemtas tomé uno de los extremos de la sábana que me cubría , improvisando con el lino una especie de reducida bolsa . La aproximé al rostro , practicando varias e intensas inspiraciones y espiraciones . El CO 2 hizo el resto.
Minutos más tarde , con el ánimo relativamente reconfortado , la astillada voz del criado vino a recordarme que poco o nada había cambiado.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

lunes, 21 de marzo de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - El Diario ( 1 )

<<  - ¡ Enterrados !...
David , el anciano sirviente , comprendió lo inutil de sus gritos y lamentos . Ismael, el saduceo - implacable y sin entrañas -, había ejecutado parte de su diabólico plan.
- ¡ Enterrados vivos ! - gimió mi acompañante , dejándose caer sobre los peldaños  que conducían a la gruta .
Y este torpe explorador  , con las palmas de las manos fundidas a la áspera muela  que acababa de ser removida por el sacerdote , se quedó en blanco . Por primera vez en aquella intensa odisea por las tierras de Palestina un terror desconocido me paralizó . ¿ Qué fue lo que me doblegó ? Ni siquiera ahora , al ordenar los recuerdos , consigo despejarlo . Quizá fuera el pavor del criado - más consciente que yo de la crítica situación - lo que me contagió . Quizá también - y no fue poco - el dramático hecho de hallarme desarmado y sin la menor posibilidad de recurrir a la vital << vara de Moisés >> . A buen seguro , los dispositivos de defensa me habrían ahorradolos angustiosos instantes que se avecinaban .
¿ Cuánto tiempo transcurrió ? Imposible calcularlo . Una y otra vez , la escasa lucidez de quien esto escribe bregó por ponerse en pie . Finalmente la vi apagarse , desapareciendo . Hoy creo intuir lo ocurridom . Y me estremezco .
Habíamos sido enterrados para casi todo , menos para un ataque de ansiedad aguda  . Porque de eso se trataba .
Aquella súbita y demoledora emoción - aquel pánico - anuló todo resto de pensamiento racional . Y la Operación - ¡ Dios Santo ! - se tambaleó en el filo de un precipicio .
Petrificado frente a la roca  , ajeno al convulsivo llanto se Davíd , en uno de los escasos destellos de cordura , comprobé  con desolación cómo la fuerza muscular no respondía  . Y fui presa de una debilidad motora generalizada . El vértigo me hizo esperar . traté de aferrarme  a la piedra . Pero las manos temblaron , incapaces de obedecer . Y un sudor denso precedió a la inevitable taquicardia . Creí morir  . Un punzante dolor precordial fue el último aviso . Y en mitad de la negrura de los pulmones fallaron y el organismo entró en un peligroso proceso de alcalosis respiratoría secundaria
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 5 - Seis años de silencio ( Nota de J.J.Benitez )

Nunca , en los treinta y dos libros anteriores , había experimentado tanto miedo . Pero ¿ a qué ? No lo sé muy bien . Miento . Claro que lo intuyo . Es el terror a franquear una puerta que cerré un 18 de setiembre de 1989 . En aquella fecha  - << siendo las veintiuna horas >>- daba por concluido Caballo de Troya 4 . Y hoy , siendo las once horas del miercoles , 1 de noviembre de 1995 , esa puerta a sido empujada de nuevo . Y el miedo , como digo , me tiene acobardado . Un miedo justificado , supongo . Miedo porque , en estos largos seis años , los ojos interiores se han abierto providencial y definitivamente . Miedo porque , al fin , he captado el magnífico y esperanzador mensaje del <protaginista de esta obra . Miedo , en suma , a no saber trasmitir la genial verdad de Jesús de Nazaret : existe un Dios -Padre que ama , dirige y sostiene . Miedo a enfrentarme a una historia que es mucho más que una historia .
Resulta reconfortante . Ahora , querido Padre , querido << Ab-ba >>, comprendo y te comprendo . El presente relato no podía ser atacado en tanto en cuanto servidor - El Instrumento - No hubiera hecho suya la esencia que perfuma y define la llamada vida pública del Maestro : << que se haga la voluntad del Padre >>. Una idea - la gran idea - que motorizó su existencia terrenal .
Y ese Dios - Padre , en otro alarde de paciencia y sabiduría , me ha dejado reflexionar y madurar sobre ello , nada menos que durante seis años . Seis años de silencio , de dudas de sufrimiento , de comprobaciones en cadena y de una íntima e indefinible alegría al verificar - una y otra vez - que , en efecto , todos estamos sentados en las rodillas de un Padre que << sabe ..., antes de que acertemos a despegar los labios .
Debo confesarlo . Cada vez que puse manos a la obra , luchando por abrir la puerta del siguiente Caballo de Troya , una fuerza firme y sutil me apartaba sin  concesiones . Recuerdo media docena de intentos  . Y sólo cuando mi corto conocimiento apareció justa y sólidamente forjado en el yunque  de la voluntad del Padre  , sólo entonces ha sido posible esta nueva y fascinante aventura . Pero , supongo que desconfiado ( y no le falta razón )  , antes de regalarme su confianza  , el Padre Azul  decidió someterme  a una última prueba  . Y en 1994 este aturdido mensajero se desnudaba en público a la luz uno de sus libros más queridos  : Mágica Fe . Una suerte de ensayo general de lo que ahora comienza . Y estoy convencido : la serie de los Caballos de Troya vive gracias a esa mágica fe .
He aquí la única explicación a tan dilatado silencio . Era preciso que , antes de desvelar cuanto me ha sido dado , me hallara entrenado y en sintonía . Y aun así - que el Padre me disculpe - siento miedo.
J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Final del Tomo 4 - El Diario , 27 de abril , jueves - y ( 16 )

A poco más de tres metro de la trampilla secreta se levantaba  una pared de ladrillo . Y en ella , en el centro , una abertura - a manera de puerta - de un metro de alzada . A la derecha  del hueco se dibujó imprecisa la silueta  de una enorme muela  , encajonada y calzada en un canalillo que corría en pendiente a lo largo del tabique  . Al igual que las piedras que cerraban los sepulcros , aquella mole podía ser desplazada , sellando así la boca que tenía frente amí . Para ello bastaba con propinar un puntapié al taco de madera que la retenía .
Y David se introdujo por la tenebrosa oquedad . Al salvar el último de los peldaños que facilitaba el acceso a la cueva levantó la llama , alumbrando nuestro descenso . Ismael me precedió . Y como sucediera  en los subterráneos de la casa de Santiago , establecí contacto con una primera gruta , con numerosas alacenas a derecha e izquierda . Al fondo se distinguía la entrada  a otra caverna . Y el saduceo , tomando la iniciativa  , se dirigió a una de las esquinas . El criado se apresuró a iluminar sus pasos  . E inclinándose sobre su enorme alcón procedió a destaparlo . La víbora esbozó una sonrisa y señalando el interior exclamó eufórico :
- Aquí la tienes .
Emocionado , olvidando el reciente y amargo trance , recorrí los cuatro o cinco metros que me separaban del rincón de la cueva , asomándome al arca . La luz que sostenía  David desveló el misterio . Y nervioso me abalancé sobre una polvorienta y descompuesta arpa , con unas cuerdas rotas , semipodridas y desmelenadas .
- ¡ Dios mío !..
Y tomándola con toda la delicadeza de que fui capaz la rescaté del fondo , levantándola a la altura del candil . No sabría  precisar cuanto tiempo permanecí absorto en cu contemplación . Quizá dos o tres minutos . No más . Y , como un trágico aviso , la llama osciló violentamente . Y un bronco , infernal y amenazador rugido golpeó las paredes de la cripta .
- ¡ No !....
Y dejando caer la lucerna , David se precipitó hacia los peldaños . Y en la más terrible de las oscuridades le escuché gritar algo que me heló la sangre en las venas :
- ¡ Enterrados ! ... ¡ Enterrados vivos !
Y como un loco , tropezando con los escalones , intenté ganar la salida . Mis manos , como las del aterrorizado sirviente , sólo encontraron una áspera y fría piedra . El saduceo había hecho rodar la pesada muela . Y una siniestra carcajada retumbó al otro lado de la roca...
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 4-- El Diario , 27 de abril , jueves ( 15 )

Las palabras de David - pues este era su nombre - quedaron congeladas . Y el hielo de un presagio cristalizó sus facciones . Y sus ojos descendieron hacia la mesa  que nos separaba. No fue precisa  explicación alguna . Yo también lo perciví . Y al volverme  descubrí con espanto la descompuesta faz del sacerdote . ¿ Cómo era posible ? Se hallaba  en el extremo opuesto a la única puerta . ¿ Por dónde habia entrado ? Lo peor , sin embargo , no fue eso . Lo dramático es que ignorábamos  cuánto tiempo llevaba a mis espaldas .A juzgar por la cólera que afilaba sus mandíbulas saltaba a la vista que había  escuchado lo suficiente .Y David , nervioso , fue sirviendo el vino . Y este desconcertado explorador no supo que hacer ni dónde esconderse . Y en mitad de un silencio tan espeso como el néctar que llenaba las copas , las << arañas >> sanguinolentas que deformaban el rostro de Ismael fueron dilatándose como el peor de los augurios  . Y aquella rata , en minutos , maquinó nuestra destrucción   .
- Bien -tronó al fin -, vayamos a lo que importa . Lo primero el arpa .
Y girando sobre los talones llevó la mano izquierda al centro geométrico de la monorach que presidía aquella pared . No tuve tiempo material de distinguir el dispositivo . Al punto , una de las estrechas láminas de bronce osciló silenciosa , dejando al descubierto una puesta secreta . David y yo nos miramos . Y el saduceo , encaminándose a la mesa  , apuró un trago de uno de los vasos . Y la ira se disfrazó de cínuica sonrisa . No sé qué fue peor ...
- Vamos pues .
Y con un pie en el otro lado de la estancia se volvió hacia el criado , ordenándole que nos acompañara .
A partir de ese momento , todo discurriría a gran velocidad .
Al abordar el frío y oscuro lugar me vi en una sala de menguadas dimensiones , desnuda de enseres y pobremente alumbrada por una lucerna que descansaba en el suelo rocoso . El sirniente se hizo con el candily , conociendo el camino , se situó en cabeza .
Autor : J.J Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez