Longino y Arsenius acudieron de inmediato al centro del pasadizo , tratando de poner orden en aquel revuelo . Otros soldados ayudaron al compañero que había sido golpeadocon el madero . Una de las aristas le había abierto el pómulo izquierdo , provocando una aparatosa hemorragia . El centurión examinó la brecha , ordenando que fuera relevado de inmediato . Su puesto ocupado por otro de los centinelas . Mientras tanto , Jesús permanecía inmovil , boca arriba e impotente para levantarse . Las espinas habían vuelto a herir la nuca y el Maestro , con un rictus de dolor , intentaba adelantar la cabeza, evitando así el contacto con la madera .
Algunos de los soldados que portaban las flagrum , cegados por la ira , se revolvieron también hacia el rabí y comenzaron a golpearle , insultándole y exigiéndole que se incorporase . Pero aquellas demandas fueron tan inútiles como absusrdas . Nadie , en aquella posición , hubiera podido elevar el tronco por sus propios medios . En un desesperado intento por obedecer , el Nazareno llegó a doblar las piernas , tensando sus músculos . Pero a los pocos segundos , vencido y agotado , desistió . Antes de que la lógica y el buen juicio se impusieran entre la confusa soldadesca , otro de los romanos se inclinó sobre el maestro y agarrándole por la barba comenzó a tirar de él , en medio de un torrente de imprecaciones y blasfemias . La rabia del verdugo era tal , que , en uno de aquellos salvajes tirones , los crispados dedos se despegaron del rostro de Jesús , llevándose un mechón de pelo . Con aquella porción de la barba , el soldado arrancó también parte de la epidermis y del corión o capa interna de la piel , dejando al descubierto - entre borbotones de sangre - las bandas fibrosas del músculo cuadrado ( en su zona derecha ) . Con un fuerte lamento , el Galileo dejó caer su cabeza sobre el patibulum , presa del insoportable dolor que suponía el desgarro de un sinnúmero de papilas nerviosas . ( Resulta importante anotar que , entre los minúsculos órganos violentamente desprendidos , se hallaban los conocidos como intérpretes de la << sensibilidad dolorosa >> : unos receptores específicos para el dolor y que se manifican en terminaciones nerviosas libres , que se arborizan en los intersticios del epitelio cutáneo . )
Algunos de los soldados que portaban las flagrum , cegados por la ira , se revolvieron también hacia el rabí y comenzaron a golpearle , insultándole y exigiéndole que se incorporase . Pero aquellas demandas fueron tan inútiles como absusrdas . Nadie , en aquella posición , hubiera podido elevar el tronco por sus propios medios . En un desesperado intento por obedecer , el Nazareno llegó a doblar las piernas , tensando sus músculos . Pero a los pocos segundos , vencido y agotado , desistió . Antes de que la lógica y el buen juicio se impusieran entre la confusa soldadesca , otro de los romanos se inclinó sobre el maestro y agarrándole por la barba comenzó a tirar de él , en medio de un torrente de imprecaciones y blasfemias . La rabia del verdugo era tal , que , en uno de aquellos salvajes tirones , los crispados dedos se despegaron del rostro de Jesús , llevándose un mechón de pelo . Con aquella porción de la barba , el soldado arrancó también parte de la epidermis y del corión o capa interna de la piel , dejando al descubierto - entre borbotones de sangre - las bandas fibrosas del músculo cuadrado ( en su zona derecha ) . Con un fuerte lamento , el Galileo dejó caer su cabeza sobre el patibulum , presa del insoportable dolor que suponía el desgarro de un sinnúmero de papilas nerviosas . ( Resulta importante anotar que , entre los minúsculos órganos violentamente desprendidos , se hallaban los conocidos como intérpretes de la << sensibilidad dolorosa >> : unos receptores específicos para el dolor y que se manifican en terminaciones nerviosas libres , que se arborizan en los intersticios del epitelio cutáneo . )
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