Con una estudiada precisión , el mercenario aprisionó la base del clavo con ambas manos , haciendolo oscilar arriba y abajo . sabiamente , el responsable del enclavamiento había dejado dicha cabeza a unos ocho o diez centímetros por encima de la piel . De esta forma disponía de espacio suficiente para manejarlo , A los pocos segundos , con un fuerte tirón , la punta metálica quedaba fuera de la madera y la extremidad inferior del Galileo se relajó totalmente , oscilando ligeramente en el vacío . El infante sujetó entonces el talón con su mano izquierda , rescatando el clavo con la derecha . Al desenterrarlo del empeine , la sangre brotó de nuevo , formando una enorme rosa rojiza sobre la citada cara del pie .
Antes de situarse frente al izquierdo , el verdugo comprobó si su compañero , encaramado en lo alto de la escalera , habá anudado la maroma al patibulum . Esperó a que rematará la lazada central y , acto seguido , repitió la extración del segundo clavo . Tampoco en esta ocasión se registró problema alguno . El cuerpo del Maestro colgaba ya , inerme , escurriendo sangre desde la punta de los pies . Los dedos gruesos , como dije , se hallaban visiblemente separados del resto , muy forzados hacia el eje central del cadaver . Buena parte del volumen sanguíneo acumulado en las piernas , y que había quedado relativamente represado por los propios clavos , al desaparecer el efecto hemostático comenzó a fluir , convirtiendo aquella parte de la roca en un extenso charco en el que los legionarios resbalaron varias veces .
Libres ya los pies , otros dos soldados se aferraron a ambos lados del árbol y un tercer y cuarto , saltando sobre los hombros de aquéllos , se dispusieron a repetir la operación de izado del madero transversal .
Pendiente de aquella maniobras no caí en la cuenta de que la minuscula representación del sanedrín se había visto incrementada por otro grupo de sacerdotes , recien llegados a la base del Gólgota . Aquellos sanedritas estaban a punto de protagonizar otro lamentable suceso .....
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Antes de situarse frente al izquierdo , el verdugo comprobó si su compañero , encaramado en lo alto de la escalera , habá anudado la maroma al patibulum . Esperó a que rematará la lazada central y , acto seguido , repitió la extración del segundo clavo . Tampoco en esta ocasión se registró problema alguno . El cuerpo del Maestro colgaba ya , inerme , escurriendo sangre desde la punta de los pies . Los dedos gruesos , como dije , se hallaban visiblemente separados del resto , muy forzados hacia el eje central del cadaver . Buena parte del volumen sanguíneo acumulado en las piernas , y que había quedado relativamente represado por los propios clavos , al desaparecer el efecto hemostático comenzó a fluir , convirtiendo aquella parte de la roca en un extenso charco en el que los legionarios resbalaron varias veces .
Libres ya los pies , otros dos soldados se aferraron a ambos lados del árbol y un tercer y cuarto , saltando sobre los hombros de aquéllos , se dispusieron a repetir la operación de izado del madero transversal .
Pendiente de aquella maniobras no caí en la cuenta de que la minuscula representación del sanedrín se había visto incrementada por otro grupo de sacerdotes , recien llegados a la base del Gólgota . Aquellos sanedritas estaban a punto de protagonizar otro lamentable suceso .....
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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