Así que uno de los romanos se situó frente a Jesús , introduciendo lentamente sus dedos por dos de los huecos del casco . Cuando las manos habían agarrado el haz de juncos a la altura de las orejas dio un violento tirón hacia arriba .
El Galileo se estremeció . Pero el yelmo de espinas no terminó de desprenderse . Algunas de las largas y afiladas púas estaban sólidamente incrustadas en la carne y aquel primer intentosólo consiguió desgarrar aún más los tejidos , provocando el nacimiento de nuevos hilos de sangre .
Arsenius movió la cabeza con impaciencia , recordando al infante que primero debería estirar horizontalmente y después tirar hacia lo alto . El Nazareno apretó los labios y esperó el segundo tirón.
Al jalar hacia los lados , en efecto , muchas de las espinas de las áreas parietales y frontal se desprendieron . Y el verdugo repitió la maniobra . El empuje vertical fue tan violento que el yelmo saltó , pero las púas ubicadas sobre las mejillas y nuca arañaron la piel y dos de las espinas - clavadas en el tumefacto pómulo derecho y en el músculo elevador izquierdo - se partieron , quedando alojadas en ambas regiones del rostro .
Un gemido acompañó aquella brutal retirada y los saduceos , pendientes del Maestro , acogieron la maniobra con aplausos y aclamaciones .
Antes de que el rabí tuviera ocasión de recuperarse de los nuevos y agudos dolores , dos de los soldados levantaron sus brazos , mientras un tercero procedía a desnudarle , recogiendo la túnica desde el filo inferior .
Al descubrir las piernas sentí cómo mi corazón aceleraba su ritmo . Se hallaban cruzadas y recorridas en todos los sentidos por regueros de sangre , coágulos , hematomas azulados o reventados y una miríada de pequeños círculos , la mayoría abiertos por los clavos de las sandalias romanas . En cuanto a las rodillas , la izquierda presentaba una considerable hinchazón . La derecha , aunque menos deformada , se hallaba abierta en la cara anterior de la rótula , con desgarros múltiples y pérdida del tejido celular subcutaneo , pudiendo apreciarse , incluso , parte del periostio del hueso . Era incomprensible cómo aquel ser humano había conseguido caminar y arrastrarse sobre sus rodillas hasta la muralla . Las fuerzas - lo confieso - empezaron a fallarme de nuevo....
Pero aquel martirio no había empezado siquiera ...
Autor :J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
El Galileo se estremeció . Pero el yelmo de espinas no terminó de desprenderse . Algunas de las largas y afiladas púas estaban sólidamente incrustadas en la carne y aquel primer intentosólo consiguió desgarrar aún más los tejidos , provocando el nacimiento de nuevos hilos de sangre .
Arsenius movió la cabeza con impaciencia , recordando al infante que primero debería estirar horizontalmente y después tirar hacia lo alto . El Nazareno apretó los labios y esperó el segundo tirón.
Al jalar hacia los lados , en efecto , muchas de las espinas de las áreas parietales y frontal se desprendieron . Y el verdugo repitió la maniobra . El empuje vertical fue tan violento que el yelmo saltó , pero las púas ubicadas sobre las mejillas y nuca arañaron la piel y dos de las espinas - clavadas en el tumefacto pómulo derecho y en el músculo elevador izquierdo - se partieron , quedando alojadas en ambas regiones del rostro .
Un gemido acompañó aquella brutal retirada y los saduceos , pendientes del Maestro , acogieron la maniobra con aplausos y aclamaciones .
Antes de que el rabí tuviera ocasión de recuperarse de los nuevos y agudos dolores , dos de los soldados levantaron sus brazos , mientras un tercero procedía a desnudarle , recogiendo la túnica desde el filo inferior .
Al descubrir las piernas sentí cómo mi corazón aceleraba su ritmo . Se hallaban cruzadas y recorridas en todos los sentidos por regueros de sangre , coágulos , hematomas azulados o reventados y una miríada de pequeños círculos , la mayoría abiertos por los clavos de las sandalias romanas . En cuanto a las rodillas , la izquierda presentaba una considerable hinchazón . La derecha , aunque menos deformada , se hallaba abierta en la cara anterior de la rótula , con desgarros múltiples y pérdida del tejido celular subcutaneo , pudiendo apreciarse , incluso , parte del periostio del hueso . Era incomprensible cómo aquel ser humano había conseguido caminar y arrastrarse sobre sus rodillas hasta la muralla . Las fuerzas - lo confieso - empezaron a fallarme de nuevo....
Pero aquel martirio no había empezado siquiera ...
Autor :J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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