¿ Fue miedo lo que experimenté al ver aquellos rugosos troncos ? Ahora , en la distancia , supongo que tuvo que ser una mezcla de terror y decepción . Terror por su negro y puntiagudo perfil y decepción porque , influenciado quizá por las incontables tradiciones e imágenes sobre la Cruz b´blica por excelencia , en mi mente se había fraguado una estampa muy distinta a la que tenía ante mis ojos . Aquello no tenía nada que ver con las majestuosas , pulidas y hasta esmeradas cruces que han sido y son representadas por las iglesias o por casi todos los maestros universales de la pintura y la imaginería .
Frente a mí , en el centro casi del lomo convexo del Gólgota , sólo había seis << árboles >> mutilados , desnudos , mostrando aquí y allá las << cicatrices >> circulares y blanquecinas donde antaño habían florecido otras tantas ramas . Aún conservaban la cenicienta y áspera corteza propia de las coníferas , con algunos reguerillos resinosos , solidificados entre los vericuetos de sus superficies .
Casi todos presentaban en su parte baja un sinfín de muescas que permitían ver la sólida cara de la madera . Pero en aquellos instantes no supe adivinar a qué se debían.
En sus extremos , los stipes - cuyas alturas oscilaban entre los tres y cuatro metros - aparecían afilados muy toscamente . Como si los responsables del patíbulo hubieran pretendido << sacarles punta >> a base de machetazos ... Eran las únicas zonas claras de aquellos siniestros fantasmas alineados en dos filas casi paralelas . En las puntas , los seis árboles presentaban sendas hendeduras , a la manera de horquillas . La separación entre poste y poste - en la primera hilera - no llegaba a los tres metros . En cuanto a los otros palos , habían sido clavados cuatro o cinco metros más atrás y uno de ellos , el situado hacia el oeste , se hallaba inclinado . Sin duda , las cuñas de madera que servían para estaquillar el árbol habían cedido.
Dos de ellos - y esto me extrañó también - habían sido perforados , como a un metro del suelo , por sendas barras de hierro , que quedaban al descubierto por uno y otro lado de los cilíndricos postes .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Frente a mí , en el centro casi del lomo convexo del Gólgota , sólo había seis << árboles >> mutilados , desnudos , mostrando aquí y allá las << cicatrices >> circulares y blanquecinas donde antaño habían florecido otras tantas ramas . Aún conservaban la cenicienta y áspera corteza propia de las coníferas , con algunos reguerillos resinosos , solidificados entre los vericuetos de sus superficies .
Casi todos presentaban en su parte baja un sinfín de muescas que permitían ver la sólida cara de la madera . Pero en aquellos instantes no supe adivinar a qué se debían.
En sus extremos , los stipes - cuyas alturas oscilaban entre los tres y cuatro metros - aparecían afilados muy toscamente . Como si los responsables del patíbulo hubieran pretendido << sacarles punta >> a base de machetazos ... Eran las únicas zonas claras de aquellos siniestros fantasmas alineados en dos filas casi paralelas . En las puntas , los seis árboles presentaban sendas hendeduras , a la manera de horquillas . La separación entre poste y poste - en la primera hilera - no llegaba a los tres metros . En cuanto a los otros palos , habían sido clavados cuatro o cinco metros más atrás y uno de ellos , el situado hacia el oeste , se hallaba inclinado . Sin duda , las cuñas de madera que servían para estaquillar el árbol habían cedido.
Dos de ellos - y esto me extrañó también - habían sido perforados , como a un metro del suelo , por sendas barras de hierro , que quedaban al descubierto por uno y otro lado de los cilíndricos postes .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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