En cuanto a la aceleración de la eritropoyesis en la médula ósea y la estimulación se la síntesis proteica , hacía tiempo que habían quedado << bajo mínimos >>.
estas pérdidas en el torrente sanguíneo y la no ingesta de líquidos compensacores desde que fuera izado sobre el madero vertical estaban originando una sed aplastante - quizá uno de los peores sufrimientos - y , consecuentemente , un desmesurado y casi sostenido gasto cardíaco . La rudimentaria ventilación pulmonar , cada vez más degradada , había hecho saltar todas las alarmas >> y el corazón en un esfuerzo supremo , luchaba por bombear sangre a las musculaturas de hombros , brazos e intercostales . Estos últimos , sobre todo , se habían hecho cargo prácticamente del 90 y , a veces del 100 por 100 de la responsabilidad respiratoria .
El músculo cardíaco , en definitiva , que en una persona normal trabaja a razón de 60 a 70 pulsaciones por minuto , golpeaba la caja torácica de Jesús a un promedio de 120 - 130 latidos , agobiando ante la dramática solicitud de oxígeno y de fuerza por parte de las áreas nobles del organismo : cerebro , riñones y , en estas circunstancias , de la musculatura que peleaba por la entrada de aire en los pulmones . El instinto de supervivencia estaba imprimiendo al corazón un gasto que Caballo de Trolla estimó entre 30 y 40 litros por minuto . Sin embargo , conforme iba corriendo el tiempo , las formidables palpitaciones del Nazareno fuero oscilando , con sensibles descensos , consecuencia de la menor actividad del bulbo raquídeo , que empezaba también a flaquear , enviando muchos menos impulsos nerviosos al corazón . Esto , en suma , provocaría un círculo vicioso de caracter irrevesible .
- 14,40 horas...
El Maestro , con las costillas tensas como ballestas y las arterias pulsando sin descanso , despegó la barbilla del tórax . Su ojo derecho empezaba a apuntar un ligero estrabismo o desviación divergente . Frunció las cejas y con un gemido suplicante exclamó:
- ¡ Tengo sed !
Autor ; J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
estas pérdidas en el torrente sanguíneo y la no ingesta de líquidos compensacores desde que fuera izado sobre el madero vertical estaban originando una sed aplastante - quizá uno de los peores sufrimientos - y , consecuentemente , un desmesurado y casi sostenido gasto cardíaco . La rudimentaria ventilación pulmonar , cada vez más degradada , había hecho saltar todas las alarmas >> y el corazón en un esfuerzo supremo , luchaba por bombear sangre a las musculaturas de hombros , brazos e intercostales . Estos últimos , sobre todo , se habían hecho cargo prácticamente del 90 y , a veces del 100 por 100 de la responsabilidad respiratoria .
El músculo cardíaco , en definitiva , que en una persona normal trabaja a razón de 60 a 70 pulsaciones por minuto , golpeaba la caja torácica de Jesús a un promedio de 120 - 130 latidos , agobiando ante la dramática solicitud de oxígeno y de fuerza por parte de las áreas nobles del organismo : cerebro , riñones y , en estas circunstancias , de la musculatura que peleaba por la entrada de aire en los pulmones . El instinto de supervivencia estaba imprimiendo al corazón un gasto que Caballo de Trolla estimó entre 30 y 40 litros por minuto . Sin embargo , conforme iba corriendo el tiempo , las formidables palpitaciones del Nazareno fuero oscilando , con sensibles descensos , consecuencia de la menor actividad del bulbo raquídeo , que empezaba también a flaquear , enviando muchos menos impulsos nerviosos al corazón . Esto , en suma , provocaría un círculo vicioso de caracter irrevesible .
- 14,40 horas...
El Maestro , con las costillas tensas como ballestas y las arterias pulsando sin descanso , despegó la barbilla del tórax . Su ojo derecho empezaba a apuntar un ligero estrabismo o desviación divergente . Frunció las cejas y con un gemido suplicante exclamó:
- ¡ Tengo sed !
Autor ; J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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