Claro que , por otra parte , aquella contraorden también presentaba un cierto atractivo. Si las operaciones se desarrollaban con presteza , aquella noche no transcurririan al raso , expuestos a nuevas tormentas ni al rigor de la vigilancia .
Así que , dispuesto a terminar con el caso , el oficial y Arsenius ordenaron el descendimiento de los << zelotas >> y del Galileo . Longino advirtió a los recién llegados que el prisionero del centro ya había muerto . Y los tres soldados , que venían provistos de sendos bastones , idénticos a los que yo habia visto utilizar en el apaleamiento del soldado romano,Tomaron posiciones . Dos frente a Disma y el tercero a la derecha del segundo guerrillero , también , como sus compañeros , a medio metro escaso de las extremidades inferiores de Gista . Un cuarto mercenario , espada en mano , completó el cuadro , apostándose nfrente a la pierna izquierda del << zelota >> más viejo .
No hubo señal alguna . Los cuatro romanos asentaron bien sus sandalias en la dura costra de la roca y , blandiendo los bastones y la espada , descargaron cuatro secos y temendos golpes sobre las piernas de los infelices . El crujido de las tibias , pulverizadas a la altura del tercio inferior , fue seguido de una serie de cortas y violentas convulsiones . Los << zelotas >> habían sido << despertados >> por el dolor .Probablemente , los mazazos habían afectado también al peroné porque , al instante , las piernas se inflamaron y los cuerpos , sin el arduo consuelo siquiera del apoyo de los clavos de los pies , se desplomaron unos centímetros , mientras los desgraciados , entre aullidos , abrían sus bocas desesperadamente , en pleno e irreversible proceso de asfixia . Gistas , en esta ocasión , había llevado la peor parte . La espada del soldado de había seccionado la pierna . En cuestión de segundos el shock traumático y una posible embolia aceleraron la muerte por asfixia .
A la 15 ,45 , ambos dejaron de existir .
A pesar de la advertencia del centurión , uno de los soldados encargado de rematar a los condenados se situó bajo el cadáver del Maestro , examinándolo detenidamente .La verdad es que , ni LOngino ni el resto de la tropa se percataron de las intenciones de aquel infante .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Así que , dispuesto a terminar con el caso , el oficial y Arsenius ordenaron el descendimiento de los << zelotas >> y del Galileo . Longino advirtió a los recién llegados que el prisionero del centro ya había muerto . Y los tres soldados , que venían provistos de sendos bastones , idénticos a los que yo habia visto utilizar en el apaleamiento del soldado romano,Tomaron posiciones . Dos frente a Disma y el tercero a la derecha del segundo guerrillero , también , como sus compañeros , a medio metro escaso de las extremidades inferiores de Gista . Un cuarto mercenario , espada en mano , completó el cuadro , apostándose nfrente a la pierna izquierda del << zelota >> más viejo .
No hubo señal alguna . Los cuatro romanos asentaron bien sus sandalias en la dura costra de la roca y , blandiendo los bastones y la espada , descargaron cuatro secos y temendos golpes sobre las piernas de los infelices . El crujido de las tibias , pulverizadas a la altura del tercio inferior , fue seguido de una serie de cortas y violentas convulsiones . Los << zelotas >> habían sido << despertados >> por el dolor .Probablemente , los mazazos habían afectado también al peroné porque , al instante , las piernas se inflamaron y los cuerpos , sin el arduo consuelo siquiera del apoyo de los clavos de los pies , se desplomaron unos centímetros , mientras los desgraciados , entre aullidos , abrían sus bocas desesperadamente , en pleno e irreversible proceso de asfixia . Gistas , en esta ocasión , había llevado la peor parte . La espada del soldado de había seccionado la pierna . En cuestión de segundos el shock traumático y una posible embolia aceleraron la muerte por asfixia .
A la 15 ,45 , ambos dejaron de existir .
A pesar de la advertencia del centurión , uno de los soldados encargado de rematar a los condenados se situó bajo el cadáver del Maestro , examinándolo detenidamente .La verdad es que , ni LOngino ni el resto de la tropa se percataron de las intenciones de aquel infante .
Autor : J.J.benitez
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Antonio Martinez
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