Sin embargo , ante mi sorpresa , María no derramó una sola lágrima . Sólo el temblor de sus largas y encallecidas manos , bajo cuya piel serpenteaba una maraña de venas azules y pronunciadas , reflejaba su aflicción.
Cuando longino aproximó la improvisada antorcha al cuerpo del Maestro , con el fin de que su madre pudiera contemplarle mejor , el Galileo , alertado quizá por el resplandor rojizo del fuego , despegó la barbilla del pecho , descubriendo a su familia . Su respiración volvió a agitarse y su ojo derecho se abrió al máximo.
La mujer , al igual que Juan y el hermano de Jesús , no despegaron ya sus miradas del rostro del crucificado .
La boca del gigante se abrió ligeramente , intentando hablar , pero sus pulmones - disminuidos en su capacidad vital por las múltiples lesiones de los músculos respiratorios y por la angustiosa falta de apoyo - se hallaban ante una gravísima insuficiencia ventilatoria restrictiva . ( Pocos minutos más tarde , al ajustar los ultrasonidos a su tórax , Caballo de Troya recibiría información sobre esa delicada situación , certificando mis sospechas : la capacidad vital de Jesús se hallaba muy por debajo del 80 por 100 del valor teórico normal , estimado - como se sabe - en 5,50 litros . )
A pesar de ello , el Nazareno , en un titánico esfuerzo , contrajo los músculos abdominales y , casi al unísono , la agotada musculatura de los antebrazos y hombros comenzó a palpitar , buscando la energía necesaria para elevar la parte superior del cuerpo esos imprescindibles y kilométricos 26,5 centímetros . pero las reservas del Cristo estaban casi agotadas y su voluntad no fue suficiente . En esos dramáticos momentos sucedió algo casi insignificante , poco menos que imperceptible para los que se hallaban al pie de la cruz , pero que para mí , como médico , me heló el corazón . Jesús arqueó el diafragma por segunda vezy tensó de nuevo los músculos elevadores y extensores , haciéndolos vibrar . Al mismo tiempo , su muñeca izquierda giró apenas un centímetro sobre el eje del brazo .
Aquel movimiento del carpo sobre el clavo colaboró decisivamente enla elevación de los Hombros
Autor :J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Cuando longino aproximó la improvisada antorcha al cuerpo del Maestro , con el fin de que su madre pudiera contemplarle mejor , el Galileo , alertado quizá por el resplandor rojizo del fuego , despegó la barbilla del pecho , descubriendo a su familia . Su respiración volvió a agitarse y su ojo derecho se abrió al máximo.
La mujer , al igual que Juan y el hermano de Jesús , no despegaron ya sus miradas del rostro del crucificado .
La boca del gigante se abrió ligeramente , intentando hablar , pero sus pulmones - disminuidos en su capacidad vital por las múltiples lesiones de los músculos respiratorios y por la angustiosa falta de apoyo - se hallaban ante una gravísima insuficiencia ventilatoria restrictiva . ( Pocos minutos más tarde , al ajustar los ultrasonidos a su tórax , Caballo de Troya recibiría información sobre esa delicada situación , certificando mis sospechas : la capacidad vital de Jesús se hallaba muy por debajo del 80 por 100 del valor teórico normal , estimado - como se sabe - en 5,50 litros . )
A pesar de ello , el Nazareno , en un titánico esfuerzo , contrajo los músculos abdominales y , casi al unísono , la agotada musculatura de los antebrazos y hombros comenzó a palpitar , buscando la energía necesaria para elevar la parte superior del cuerpo esos imprescindibles y kilométricos 26,5 centímetros . pero las reservas del Cristo estaban casi agotadas y su voluntad no fue suficiente . En esos dramáticos momentos sucedió algo casi insignificante , poco menos que imperceptible para los que se hallaban al pie de la cruz , pero que para mí , como médico , me heló el corazón . Jesús arqueó el diafragma por segunda vezy tensó de nuevo los músculos elevadores y extensores , haciéndolos vibrar . Al mismo tiempo , su muñeca izquierda giró apenas un centímetro sobre el eje del brazo .
Aquel movimiento del carpo sobre el clavo colaboró decisivamente enla elevación de los Hombros
Autor :J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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