Los << sediles >> en cuestión ( fue la única identificación que me vino a la memoria ) habían sido dispuestos en el madero central de la primera hilera y en el que se levantaba a la izquierda de éste ; es decir , en el que ocupaba el extremo este de citada primera fila de stipes . Yo no podía saberlo entonces , pero la presencia de aquel último << sedile >> resultaría de cierta trascendencia en lo que podía calificar de << dialogo >> entre el Galileo y uno de los << zelotas >>.
Durante unos minutos que me parecieron interminables , tanto los << bandidos >> como Jesús permanecieron con la vista fija en aquellos troncos . El silencio , quebrado por la tempestad , fue dramáticamente significativo .
Pero aquella tensa situación duraría poco . Siete de los soldados tomaron posiciones , rodeando los tres primeros árboles , mientras el que había cargado con el saco de cuero se apresuraba a revolver en su interior , rescatando una serie de herramientar . La sangre se me heló en las venas al ver un manojo de clavos ( creo recordar que conté 15 ), dos martillos provistos de grandes cabezas cuadrangulares de madera , unas tenazas de mugrientos mangos de cuero , una cadena de un metro de longitud y un machete de cortas dimensiones y ancha hoja .
Los terroristas , hipnotizados al pie de los stipes , salieron pronto de su mutismo . Dos miembros de la patrulla habían empezado a soltar la maroma que amarraba al patibulum al más viejo de los << zelotas >> . Aquella fue la chispa que encendió uno de sus últimos ataques de histerimo y deseperación. Al intuir que él había sido elegido como primera victima , comenzó a aullar , sacudiendo el madero con sus brazós y propinando paradas a los funcionarios romanos . Longino , que parecía esperar aquella reacción , ordenó algo a un tercer soldado . Éste se situó por detras del reo y agarrándole por el pelo dio un fuerte tirón , inmovilizándole . Sin perder un segundo , el centurión se hizo con una de las lanzas y tras apuntar con la base del fuste ala cabeza del prisionero , le propinó un golpe seco que le hizo perder la conciencia .
Autor :J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Durante unos minutos que me parecieron interminables , tanto los << bandidos >> como Jesús permanecieron con la vista fija en aquellos troncos . El silencio , quebrado por la tempestad , fue dramáticamente significativo .
Pero aquella tensa situación duraría poco . Siete de los soldados tomaron posiciones , rodeando los tres primeros árboles , mientras el que había cargado con el saco de cuero se apresuraba a revolver en su interior , rescatando una serie de herramientar . La sangre se me heló en las venas al ver un manojo de clavos ( creo recordar que conté 15 ), dos martillos provistos de grandes cabezas cuadrangulares de madera , unas tenazas de mugrientos mangos de cuero , una cadena de un metro de longitud y un machete de cortas dimensiones y ancha hoja .
Los terroristas , hipnotizados al pie de los stipes , salieron pronto de su mutismo . Dos miembros de la patrulla habían empezado a soltar la maroma que amarraba al patibulum al más viejo de los << zelotas >> . Aquella fue la chispa que encendió uno de sus últimos ataques de histerimo y deseperación. Al intuir que él había sido elegido como primera victima , comenzó a aullar , sacudiendo el madero con sus brazós y propinando paradas a los funcionarios romanos . Longino , que parecía esperar aquella reacción , ordenó algo a un tercer soldado . Éste se situó por detras del reo y agarrándole por el pelo dio un fuerte tirón , inmovilizándole . Sin perder un segundo , el centurión se hizo con una de las lanzas y tras apuntar con la base del fuste ala cabeza del prisionero , le propinó un golpe seco que le hizo perder la conciencia .
Autor :J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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