Lo izaron por ambos extremos y lo encajaron de golpe sobre la nuca del Galileo . Pero las múltipes ramificaciones del casco de espinas constituyeron un obstáculo : el espeso cilindro de madera no se ajustaba con precisión sobre los músculos tarpecios , rodando por la espalda.Por tres veces , los romanos - cada vez más sofocados - golpearon el cuello de Jesús hasta , que al fin , presa de nuevos dolores , el propio reo se inclñinó aún más , facilitando el depósito del patibulum sobre las áreas altas de las paletillas . En cada uno de aquellos salvajesintentos de colocación del madero experimenté una especie de latigazo que me recorrió las entrañas . Las púas situadas en la nuca y región opcipital se clavaron un poco más en cada empeño , desgarrando el cuero cabelludo y , posiblemente , hundiéndose en el periostio craneal ( lámina que envuel ve a los huesos ) . ( Los traumatólogos saben muy bien qué clase de dolor produce la perforación de dicha lámina .)
El intenso y mantenido dolor hizo que jesús gimiera en cada uno de los tres impactos .Y en cuestión de segundos , sus cabellos y cuello volvieron a brillar , profusamente ensangrentados .
Los verdugos tensaron los brazos bajo la zona inferior del tronco y procedieron a su anclaje , anudando la cuerda- de derecha a izquierda -, rematando la sujeción en el tobillo izquierdo.
El notable peso del patibulum - al menos para un hombre tan sumamente castigado - hizo que el cuerpo del rabí se inclinara peligrosamente , obligándole a flexionar las piernas . Jesús trató de elevar la cabeza . Sus músculos y arterias parecían a punto de estallar bajo la piel enrojecida del cuello . Pero , a cada intento de remontar y vencer el peso del leño , su nuca se emparedaba conla corteza rugosa del patibulum y el dolor de las espinas , entrando sin piedad en la cabeza , le vencía , humillando el rostro.
Comprendiendo que todo esfuerzo por recobrar la verticalidad era inutil , el Maestro pareció resignado . Su respiración se había hecho nuevamente agitada y temí que , en cualquier momento , aquel esfuerzo desenbocara en un nuevo desfallecimiento . ( Los evangelistas , lógicamente , ya que ninguno se encontraba presente en aquel dramático momento de la carga del patibulum , no reflejaron jamás en sus escritos lo duro y crítico de aquel instante .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
El intenso y mantenido dolor hizo que jesús gimiera en cada uno de los tres impactos .Y en cuestión de segundos , sus cabellos y cuello volvieron a brillar , profusamente ensangrentados .
Los verdugos tensaron los brazos bajo la zona inferior del tronco y procedieron a su anclaje , anudando la cuerda- de derecha a izquierda -, rematando la sujeción en el tobillo izquierdo.
El notable peso del patibulum - al menos para un hombre tan sumamente castigado - hizo que el cuerpo del rabí se inclinara peligrosamente , obligándole a flexionar las piernas . Jesús trató de elevar la cabeza . Sus músculos y arterias parecían a punto de estallar bajo la piel enrojecida del cuello . Pero , a cada intento de remontar y vencer el peso del leño , su nuca se emparedaba conla corteza rugosa del patibulum y el dolor de las espinas , entrando sin piedad en la cabeza , le vencía , humillando el rostro.
Comprendiendo que todo esfuerzo por recobrar la verticalidad era inutil , el Maestro pareció resignado . Su respiración se había hecho nuevamente agitada y temí que , en cualquier momento , aquel esfuerzo desenbocara en un nuevo desfallecimiento . ( Los evangelistas , lógicamente , ya que ninguno se encontraba presente en aquel dramático momento de la carga del patibulum , no reflejaron jamás en sus escritos lo duro y crítico de aquel instante .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
No hay comentarios:
Publicar un comentario
puede comentar todas las personas que lo deseen , con educación y respeto