Eliseo buscó descanso al pie de uno de los piramidales cipreses . Yo hice otro tanto e intentamos calcular la distancia que nos separaba de la hipotética aldea . No nos pusimos de acuerdo . Él estimó que nos encontrábamos muy cerca . Quizá a un kilómetro . Yo , basándome en la altitud a la que había desaparecido el olivar - alrededor de mil metros -, deduje que aún restaba el doble : unos dos kilómetros .
Y en ello estábamos cuando , de pronto , en la negrura sonaron unos silvidos .
Nos alzamos como impulsados por un resorte . En el fondo , no era el único preocupado por los bandidos ...
Inspeccionamos el laberinto de troncos . Imposible . Las tinieblas de la luna nueva eran casi impenetrabes..
Nuevos silbidos . Largos . Con una clara intencionalidad ...
Mi hermano preguntó , pero no supe aclarar el origen de los repetitivos y cada vez , más cercanos sonidos .
- ¡ Allí !...
Eliseo marcó un ounto entre el confuso y rectilíneo ramaje .
- ¡ Veo unos ojos ! ... ¡ Allí !
Me aproximé unos pasos y , efectivamente , en la parte baja de uno de los berosh , medio acultos , se distinguían dos pares de ojos redondos , grandes , amarillos y perfectamente alineados .
Los silbidos , ahora monótonos , se repitieron . Pero no parecían proceder del árbol desde el que éramos observados .
Avancé algunos metros más y , súbitamente , los ojos desaparecieron . Al detenerme , a los pocos segundos , surgieron de nuevo , en el mismo lugar .
Respiré aliviado . Y creyendo conocer la identidad de los << propietarios >> de los espectaculares y pertinaces ojos regresé junto a mi compañero .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Y en ello estábamos cuando , de pronto , en la negrura sonaron unos silvidos .
Nos alzamos como impulsados por un resorte . En el fondo , no era el único preocupado por los bandidos ...
Inspeccionamos el laberinto de troncos . Imposible . Las tinieblas de la luna nueva eran casi impenetrabes..
Nuevos silbidos . Largos . Con una clara intencionalidad ...
Mi hermano preguntó , pero no supe aclarar el origen de los repetitivos y cada vez , más cercanos sonidos .
- ¡ Allí !...
Eliseo marcó un ounto entre el confuso y rectilíneo ramaje .
- ¡ Veo unos ojos ! ... ¡ Allí !
Me aproximé unos pasos y , efectivamente , en la parte baja de uno de los berosh , medio acultos , se distinguían dos pares de ojos redondos , grandes , amarillos y perfectamente alineados .
Los silbidos , ahora monótonos , se repitieron . Pero no parecían proceder del árbol desde el que éramos observados .
Avancé algunos metros más y , súbitamente , los ojos desaparecieron . Al detenerme , a los pocos segundos , surgieron de nuevo , en el mismo lugar .
Respiré aliviado . Y creyendo conocer la identidad de los << propietarios >> de los espectaculares y pertinaces ojos regresé junto a mi compañero .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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