Si nuestros cálculos y las indicaciones de los felah no erraban , Bet Jenn tenía que aparecer al final del solitario sendero , a cosa de cuatro kilómetros y a unos 1200 metros de altitud . En otras palabras : teniendo en cuenta que partíamos de la cota << 330 >> , si los cuerpos resistían y el Destino era benévolo , quizá coronásemos los riscos en hora y media . Es decir , justo al anochecer.
Pero el hombre propone ...
A medio camino , como era previsible , las fuerzas fallaron . El cansancio acumulado pasó factura y la marcha se ralentizó . Hasta los livianos sacos de viaje pesaban como el plomo ...
Sugerí una pausa , pero Eliseo , impaciente y receloso , tiró de mí , no concediendo tregua ni cuartel.
Reconozco que llevaba razón . La soledad del nathiv no era normal . Desde que dejáramos atras la calzada de Damasco no habíamos tropezado con un solo lugareño .
Extraño , sí . Muy extraño ...
Y las insistentes advertencias de los campesinos me abordaron sin previo aviso , sumando inquietud a la ya agotada mente .
<< ¡ Atención ! ... Bet Jenn y sus alrededores son un nido de maleantes . >>
Luché por sacudir los negros presagios . La senda , culebreando entre olivares , parecía tranquila e inonfesiva . De vez en cuando , a nuestro paso , alguna madrugadora rapaz nocturna huía sigilosa y molesta , cambiando de observatorio entre las verdiazules copas de los árboles .
Todo , en efecto , respiraba calma .
Sin embargo , el instinto continuó en guardia . Y poco faltó para que me ajustara las << crótalos >> , las lentes de visión infrarroja . Pero no quise alarmar a mi hermano .
Y la luz , inexorable , se apagó , obligando a detenernos ya recapacitar . Para colmo , los espaciados olivos se rindieron , siemdo reemplazados de inmediato por el bosque de berosh , los cipreses siempre verdes , mirando hostiles desde sus 25 y 30 metros de altura .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Pero el hombre propone ...
A medio camino , como era previsible , las fuerzas fallaron . El cansancio acumulado pasó factura y la marcha se ralentizó . Hasta los livianos sacos de viaje pesaban como el plomo ...
Sugerí una pausa , pero Eliseo , impaciente y receloso , tiró de mí , no concediendo tregua ni cuartel.
Reconozco que llevaba razón . La soledad del nathiv no era normal . Desde que dejáramos atras la calzada de Damasco no habíamos tropezado con un solo lugareño .
Extraño , sí . Muy extraño ...
Y las insistentes advertencias de los campesinos me abordaron sin previo aviso , sumando inquietud a la ya agotada mente .
<< ¡ Atención ! ... Bet Jenn y sus alrededores son un nido de maleantes . >>
Luché por sacudir los negros presagios . La senda , culebreando entre olivares , parecía tranquila e inonfesiva . De vez en cuando , a nuestro paso , alguna madrugadora rapaz nocturna huía sigilosa y molesta , cambiando de observatorio entre las verdiazules copas de los árboles .
Todo , en efecto , respiraba calma .
Sin embargo , el instinto continuó en guardia . Y poco faltó para que me ajustara las << crótalos >> , las lentes de visión infrarroja . Pero no quise alarmar a mi hermano .
Y la luz , inexorable , se apagó , obligando a detenernos ya recapacitar . Para colmo , los espaciados olivos se rindieron , siemdo reemplazados de inmediato por el bosque de berosh , los cipreses siempre verdes , mirando hostiles desde sus 25 y 30 metros de altura .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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