De ellos habla Eratóstenes , cuando recorrió Egipto invitado por Tolomeo III . Estas partidas de sanguinarios eran el peor problema de Palestina y países limítrofes en la época de Jesús de Nazaret . A pesar de los esfuerzos de Roma y de los tetrarcas , las bandas organizadas sembraban la muerte y el horror en la alta Galilea , al este del Jordán y en los desiertos de Judá y del Neguev . Pronto , muy pronto , estos exploradores vivirían una amarga experiencia con uno de estos escurridizos y violentos grupos ...
Naturalmente , tanto los vecinos de la Gaulanitis , como los de otras regiones en las que imperaban estos desalmados , aplaudían este tipo de << exhibiciones >> . Y los esqueletos permanecían en caminos , o a las puertas de las ciudades , antes el regocijo de propios y extraños .
Casi escapamos del lugar . Y al cruzar al otro lado de la ruta , en efecto , distinguimos al punto el angosto y maltrecho senderillo de cabras que ascendían hacia el este , materialmente encajonado entre las estribaciones del Hermón , por la izquierda , y los cerros sobre los que se asentaba el lago Phiale , a nuestra derecha .
Intentamos divisar la aldea . Fue inútil . A cosa de medio kilómetro , el nathiv desaparecia , engullido primero por los bosques de olivos y , posteriormente , conforme trepaba , por otra oscura , apretada y puntiaguda masa de cipreses .
Una vez más quedamos maravillados ante los cientos , quizá miles , de olivos , sabia y pacientemente plantados a ambos lados del desfiladero , en interminables y eficaces terrazas . Tenían razón los rabinos cuando , refiriéndose al río de aceite que mana de la Gaulanitis , aseguraban que era más fácil << criar una plantación de olivos en la Galilea que un niño en Judea >>.
Eliseo , inquieto , señaló la peligrosa posición del sol . En cuestión de hora y media , como mucho , desaparecería por detrás del Meroth . La verdad es que nos habíamos descuidado .
Lanzamos una última ojeada al silencioso paisaje y , preocupados , iniciamos el ascenso.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Naturalmente , tanto los vecinos de la Gaulanitis , como los de otras regiones en las que imperaban estos desalmados , aplaudían este tipo de << exhibiciones >> . Y los esqueletos permanecían en caminos , o a las puertas de las ciudades , antes el regocijo de propios y extraños .
Casi escapamos del lugar . Y al cruzar al otro lado de la ruta , en efecto , distinguimos al punto el angosto y maltrecho senderillo de cabras que ascendían hacia el este , materialmente encajonado entre las estribaciones del Hermón , por la izquierda , y los cerros sobre los que se asentaba el lago Phiale , a nuestra derecha .
Intentamos divisar la aldea . Fue inútil . A cosa de medio kilómetro , el nathiv desaparecia , engullido primero por los bosques de olivos y , posteriormente , conforme trepaba , por otra oscura , apretada y puntiaguda masa de cipreses .
Una vez más quedamos maravillados ante los cientos , quizá miles , de olivos , sabia y pacientemente plantados a ambos lados del desfiladero , en interminables y eficaces terrazas . Tenían razón los rabinos cuando , refiriéndose al río de aceite que mana de la Gaulanitis , aseguraban que era más fácil << criar una plantación de olivos en la Galilea que un niño en Judea >>.
Eliseo , inquieto , señaló la peligrosa posición del sol . En cuestión de hora y media , como mucho , desaparecería por detrás del Meroth . La verdad es que nos habíamos descuidado .
Lanzamos una última ojeada al silencioso paisaje y , preocupados , iniciamos el ascenso.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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