miércoles, 18 de marzo de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 1 - 2 de abril , domingo ( 16 )

A eso de las tres y media o cuatro de la tarde , llegamos al largo muro oeste del hipódromo . Una vez allí , al sur del gran recinto del Templo , Jesús descendió definitivamente del jumento , pidiendo a los gemelos Alfeo que regresaran a Betfagé y devolvieran el burrito a su dueño . Atraidos por el incensante griterío de los judíos , algunos de los miembros del Sanedrín se asomaron por entre los altos arcos del acueducto que unía el vertice suroccidental del Templo con la zona alta de la ciudad , contemplando atónitos cómo la multitud solicitaba a gritos que Jesús hablase y que fuese proclamado rey . En el ánimo general - incluyendo a los más íntimos del Nazareno - flotaba la creencia de que aquél era el libertador esperado . Por un momento me ejé llevar por la fantasia e imaginé qué hubiera podido ocurrir si el rabí hubiera accedido a las incesantes peticiones del pueblo ....
Pero no eran esas - ni mucho menos - las intenciones del Galileo . Muy al contrario . Haciendo caso omiso de las sugerencias de sus propios discípulos , que le suplicaban que se dirigiera a la muchedumbre , Jesús de Nazaret , en silencio y con su peculiar paso rápido , dejó a la gente plantada , entrando a la gran explanada del Templo por la llamada Puerta Doble .
Los diez apóstoles y las mujeres recordaron las órdenes de Cristo de no dirigirse públicamente a los hebreos y , a regañadientes y mauhumorados , siguieron al Maestro hasta el interior del recinto . Yo permanecí unos instantes al pie del imponente muro sur del Templo , observando cómo parte de los que habían venido aclamando se dispersaban , mientras otros cientos se decidían finalmente por acompañar al Masías .
Al penetrar en la gran explanada que rodeaba el Santuario - y a pesar de haber visto aquel formidable << rectángulo >> desde el aire  - quedé sobrecojido por la magnificencia de la obra  . Herodes se había jugado el todo por el todo en la construcción de aquel Templo . Enormes bloques de piedra  - meticulosamente escuadrados  y encajados  ( los mayores de 4,80 x 3,90 metros ) - constituían las hiladas inferiores de los sillares . El inmenso patio de los Gentiles , que rodeaba totalmente el santuario propiamente dicho , había sido cercado con una soberbia columnata . Una balustrada aislaba el Templo de la zona destinada a los no judíos ( el mencionado atrio de los Gentiles ).
Autor :J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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