martes, 24 de marzo de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 1 - 3 de abril , lunes ( 12 )

Este humilde granjero había empezado a ser molestado por un grupo de peregrinos procedentes de la Judea .Entre empujones y codazos , los engreidos individuos se burlaban de él por su credulidad . Cuando el gigante se percató de esta última escena , ante el asombro de sus discípulos y de cuantos nos encontrabamos presentes , soltó su manto y , dejándolo caer sobre la escalinata , salió al encuentro del pastor , arrebatándole el látigo de cuerdas . Con una seguridad inaudita , el Galileo fue reuniendo a los astados , sacándolos del Templo  entre sonoros gritos y secos y potentes golpes de látigo sobre el embaldosado  de la explanada . Cuando la muchedumbre  vio al Maestro dirigir al ganado quedó electrizada  . pero eso no fue todo . Una vez concluida la operación de >> limpieza >> , Jesús de Nazaret , en silencio , se abrió paso mejestuosamente entre la multitud , dirigiendose a grandes zancadas y con el látigo en la mano izquierda hacia los corrales situados al otro lado del atrio de los Gentiles , al pie de la fortaleza Antonia .
 Aquello era nuevo para mi y corrí tras Él . Al llegar a los establos , el Maestro - con una frialdad que me dejó sin habla -  fue abriendo , uno tras otro , todos los portalones , animando a los bueyes , machos cabríos y corderos a salir de sus recintos . En un instante , cientos de animales irrumpieron en el atrio . Y el rabí , con la misma decisión  y destreza con que había sacado del Templo a la primera manada , dirigió aquellos asustados animales en dirección a las mesas y puestos de ventas de los cambistas e intermediarios . Como era de suponer , la estampida provocó el pánico de los hebreos que , en su atropellada huida hacia los pórticos de salida , derribaron un sin fin de tenderetes . Los bueyes , por su parte , terminaron por pisotear el género , derramando numerosos cántaros de aceite y de sal .
La confusión fue aprovechada por un nutrido grupo de peregrinos que se desquitó , volcando las pocas mesas que aún quedaban en pie . En cuestión de minutos , aquel comercio había sido materialmente barrido , con el consiguiente regocijo de los miles de judíos que odiaban aquella permanente profanación . Para cuando los soldados romanos hicieron acto de presencia , todo aparecía tranquilo y en silencio.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio martinez

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