miércoles, 4 de marzo de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 1 - 2 de abril , domingo ( 10 )

La considerable estatura del rabí le obligaba a flexionar sus largas piernas hacía atrás , a fin de no arrastrar los pies por el camino . Con todos mis respetos  hacia el Señor  , su figura ,  cabalgando de semejante guisa  sobre el jumento  , era todo un espectáculo , mitad ridículo , mitad cómico . Poco a poco , como digo , me fui dando cuenta que aquél , precisamente , era uno de los efectos que parecía buscar el Maestro . La tradición - tanto oriental como romana - fijaba que los reyes y héroes entrasen siempre en las ciudades a lomos de briosos corceles o engalanados carros . Algunas de las profecías judías hablaban , incluso , de un rey - un Mesías - que entraría en Jerusalén como un aguerrido libertador , sacudiendo de Israel el yugo de la denominación extranjera .
Pero , ¿ qué clase de sentimientos podía provocar en el pueblo un hombre de semejante estatura , a lomos de un burrito ? Indudablemente , una de las razones para entrar así en la ciudad santa había que buscarla en una intencionada idea de ridiculizar el poder puramente temporal . Y Jesús iba a lograrlo ...
Al principio , tanto los hombres de su grupo , como las diez o doce mujeres elegidas por Jesús - y que se habían unido a la comotiva  - quedaron desconcertados . Pero el Maestro era así , imprevisible , y ellos le amaban por encima de todo . Así que encajaron el hecho con resignación . El propio Jesús , con sus constantes bromas , contribuyó - y no poco - a descargar los recelos de sus fieles seguidores . Yo mismo me vi sorprendido al observar cómo el Nazareno se reía de su propia sombra .
Aquel hambiente festivo fue intensificandose conforme nos alejamos de Betania . Una muchedumbre que no sabría calcular se había agrupado a ambos lados del camino , saludando , vitoreando y reconociendo al Cristo como el << profeta de Galilea >>.
Los doce , que rodeaban al rabí estrechamente ( tanto Pedro como Simón , el Zelotes , Judas Iscariote e incluso el propio Andrés , habían adoptado precauciones y sus espadas habían vuelto a las fajas ) , estaban estupefactos . Su miedo inicial por la seguridad de su jefe y del resto del grupo fue disipándose conforme avanzábamos .
Cientos - quizá miles - de peregrinos de toda Judea , de la Perea y hasta de Galilea parecían haberse vuelto de repentinamente  locos .
Autor : J.J. Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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