domingo, 10 de julio de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 6 - del 15 al 18 de junio ( 5 )

En mitad de la roca caliza que hacía las veces de fachada , a poco más de dos metros del suelo , perfectamente visible , las autoridades de Roma habían empotrado una losa de mármol de 60 por 40 centímetros , aproximadamente , en la que , en griego , podía leerse lo siguiente :
<< Sabido es que los sepulcros y las tumbas , que han sido hechos en consideración a la religión de los antepasados , o de los o de los parientes , deben permanecer inmutables a perpetuidad . Si alguien , pues , es convicto de haberlo destruido , de haber , con mala intención , transportado el cuerpo a otros lugares , haciendo injuria a los muertos , o de haber quitado las inscripciones o las piedras de la tumba , ordeno que ése sea llevado a juicio como si quien se dirige contra la religión de los Manes lo hicieran contra los mismos dioses . Así , pues , lo primero es preciso homrar a los muertos . Que no sea en absoluto permitido a nadie el cambiarlos de sitio , si no quiere el convicto por violación de sepultura sufrir la pena capital . >>
¡ Dios bendito ! Aquello parecía otra burla del Destino ...
Sabía lo que me aguardaba si era sorprendido con las manos en la masa . Pero tampoco era necesario que me lo recordaran con semejante pompa y puntualidad ...
El << edicto >> , nacido probablemente en las cancillerías de Augusto , era algo abitual en aquel tiempo en muchos de los cementerios de la provincia romana de la Judea . No sería el primero ni el último que acertaría a descubrir en mis correrías .
Traté de olvidar el << aviso >> y proseguí con lo que importaba .
Me acerqué a las redondas piedras que cerraban las entradas a las respectivas grutas funerarias y fui palpando y examinando . No había duda . Roca caliza...
Las cinco moles , de metro y medio de diámetro , podían pesar no menos de setecientos kilos por unidad . Demasiado para desplazarlas con la fuerza de un solo hombre . Y tal y como fue planificado , me retiré unos metros , activando el << tatuaje >> . No había opción . Si deseaba penetrar en las criptas y localizar los restos de José , aquél era el procedimiento má rápido y eficaz .
Lancé una mirada a mi alrededor  . En el firmamento , envalentonadas por la luna nueva , unas madrugadoras estrellas parpadeaban insolentes . Tuve la sensación de que gritaban , delatándome . Pero no . Todo continuaba en paz .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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