jueves, 25 de agosto de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 6 - 19 de agosto , domingo , ( 17 )

Aldetectarnos , las mujeres se alzaron , acercándose cautelosas . Se detubieron a un metro y una de ellas , con la voz ronca y varonil , me increpó , exigiendo comida . La hebrea podía pesar cien o ciento veinte kilos .
Desafiante , esperó una respuesta .
Me encogí de hombros , insinuando que no era el momento .
El rostro , redondo como una luna llena , rojizo y rubicundo , se endureció . Aprecié claros síntomas de calvicie . Una alopecia frontal , de tipo masculino .
Supongo que insatisfecha con mis palabras terminó dándome la espalda . Entonces , bajo la mugrienta túnica , muy próximo a la nuca , descubrí un bulto sospechoso .Probablemente , otra acumulación de grasa . La típica << giba de búfalo >> que presentan los afectados por el llamado síndrome de Cushing. Un cuadro clínico provocado por el defectuoso funcionamiento de la corteza suprarrenal. En suma , una excesiva secreción de cortisol , una homona adrenocortical . Si era lo que sospechaba , la notable obesidad tenía que estar propiciada por dicho mal .
Y ante mi sorpresa , impúdica , la mujer fue a levantar los bajos de la túnica , mostrando un enorme trasero .
El desvengorzado gesto revelaría algo que confirmó el diagnostico .
La piel , en efecto , aparecía frágil , atrófica y dejando transparentar las vénulas . Los flancos y raíces de los muslos se hallaban arrasados por las características estrias rojovinosas . En cuanto a las piernas , flacas como palillos , contrastando con el pronunciado vientre en péndulo , remataban el desastre con un racimo de equimosis y otras manchas rojas ( púrpura ).
 No había duda . La mujer era victima del sindrome de Cushing. Una patología que , además de lo ya descrito coloca al paciente en una no menos delicada inferioridad psíquica .
La segunda , envuelta en un grueso manto de lana , tiritando de pies a cabeza , se llevó el dedo índice izquierdo a la sien y me dio a entender que su compañera no estaba muy cuerda . Después , confiada , se acercó . Cabellos , cejas y pestañas casi habían desaparecido.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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