miércoles, 31 de agosto de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 6 - 19 de agosto , domingo ( 42 )

Mi hermano me interrogó . Los observé minuciosamente y deduje que estábamos ante un contubernium , una patrulla o grupo de ocho infantes , pertenecientes a las tropas auxiliares . En definitiva , soldados rasos , más que artos y aburridos . A juzgar por los arcos , cortos y fabricados con acero y cuerno , supuse que eran sirios . Los hábiles y belecosos guerreros asentados habitualmente en Rafan ( Siria ) . En lugar de la típica coraza metálica - la lorica segmentata - vestían una armadura anatómica  , de cuero leonado , que protegía el tórax . También las largas espadas , de un metro y de bordes afiladísimos , les distinguían de los legionarios .
Tres o cuatro parecían jugar a los dados . El resto dormitaba o miraba de vez en cuando hacia la obra , más pendientes del sol y de la caída de la tarde que del tráfico y de los vigilábamos los trabajos .
Por delante , en cabeza , distinguimos media docena de operarios , a las órdenes de los topógrafos y de sus ayudantes . Su labor consistía en la limpieza del terreno por el que debía discurrir la calzada . Y con ellos , los admirables << técnicos >> encargados del trazado propiamente dicho . Sencillamente , quedamos perplejos . La minuciosidad y buen hacer de los romanos en ese tipo de construcciones eran sobresalientes.
Los topógrafos , armados de los instrumentos de nivelación - dioptras , bastones y gromas - medían una y otra vez , apuntando los cálculos en pequeñas tablillas de cera que colgaban de los ceñidores . Los ayudantes sostenían los bastones , pendientes de los gritos de sus << jefes >> . Ora subían los discos . Ora los bajaban hasta que , finalmente , el punto de mira de la dioptra quedaba alineado con el disco deslizante del bastón . Aquélla , probablemente , era la tarea más dificil y engorrosa . La La dioptra , obviamente , no servía para medir grandes distancias . Ello obligaba a repetir las mediciones hasta un centenar de veces . Teniendo en cuenta que la casi totalidad de los 90 000 kilómetros de calzada de que disponía el imperio era prácticamente en línea recta , es fácil imaginar la paciencia , tesón y habilidad de dichos topógrafos ..
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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