sábado, 11 de octubre de 2014

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 1 - 1 de Abril , Sábado , ( 13 )

Los comensales , eufóricos por los vapores del vino, se enzarzaban en las más dispares e interminables polémicas. Jesús y Simón , al frente de la mesa , dialogaban sobre el mítico Josué y de como fueron derribadas las murallas de Jericó . Los discípulos , por su parte , permanecían extrañamente sobrios y callados , pendientes tan sólo del grupo de fariseos , que no dejaban de apurar copa tras copa .
Ante mi sorpresa , algunos de los comensales comenzaron a eructar sin el menor pudor . Aquello se convirtió pronto en algo colectivo. Nadie parecía der excesiva importancia al hecho , a excepción del anfitrión y de mí mismo . Pero las razones de Simón - que correspondía a cada uno de los groseros gestos con una leve inclinación de su cabeza - obedecían a otra escala de valores . Aquellos eructos venían a demostrar públicamente la satisfacción de cada uno de los invitados por la espléndida comida y el trato recibido.
Por supuesto , tuve que esforzarme en eructar , agradeciendo así a mi nuevo amigo su sabiduría y delicadeza gastronómicas.
Cuando terminaron de servirse los postres , varias doncellas fueron pasando junto a cada uno de los comensales , ofreciendo unas minúsculas bolitas o cápsulas transparentes y blancoamarillentas. Ante mi duda , Lázaro me animó a coger una o dos de auellas lágrimas e introducirlas en la boca . Se trataba de una especie de goma de mascar , muy refrescantey aromática . Según mi amigo , eran extraidas de los lentiscos que poblaban a millares toda Palestina .Para los hebreos , aquellas bolitas reforzaban los dientes y la garganta , proporcionando , además , un aliento más fresco y agradable .
Pero , aunque todo parecía transcurrir dentro de la más sana e intensa alegría , no iba a tardar en estallar el escandalo.
Creo que todos , o casi todos los presentes -distraidos con la música y la agradable tertulia - tardamos algunos minutos en repararen aquella hebrea que , salida sigilosamente del corro de las mujeres , se habá arrodillado a espaldas de Jesús . Era María .
Autor :J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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