martes, 7 de octubre de 2014

Caballo de Troya - El Diario del mayor - Tomo 1 -31 de Marzo , viernes ( 2 )

Por supuesto, no había sido el primero en levantarme . Desde mucho antes del amanecer , las mujeres de la casa se afanaban ya en las tareas de la domésticas . Mientras Marta se encargaba de la compra del pan en el horno comunal de la aldea , María y otras jovencitas acarreaban el agua y terminaban de adecentar la hacienda , Los hombres , por su parte , ultimaban los preparativos para el duro trabajo de los campos . El padre de Lázaro - rico hacendado - había dejado a sus hijos la tierra suficiente como para vivir sin estrecheces , permitiendo holgadamente en cada cosecha que los pobres pudieran recoger una de las esquinas de sus campos , tal y como ordenaban los viejos preceptos.
Cuando estré en el salón comedor , la diligente e incansable Marta preparaba la harina para cocer unas pequeñas tortas sin levadura . Al verme se incorporó , rogándome excusase a su hermano . Lázaro había tenido que acompañar a sus operarios hasta uno de los campos próximos ,donde se venía trabajando en lo que llamaban la << siembra tardía >> es decir , el cultivo de productos como el mijo , sésamo , lentejas , melones ,etc, y que debían plantarse necesariamente entre enero y marzo.
Antes de que pudiera reaccionar , Marta me suplicó que me sentara a la mesa . En un abrir y cerrar de ojos situó ante mí un ancho cuenco de madera sobre el que vertió leche caliente . Siempre en silencio , mientras su compañera seguía triturando el grano , cortó varias revanadas de una hogaza de pan moreno que posiblemente pesaría más de tres libras . Dos generosas porciones de queso y miel completaron mi desayuno.
Desde la hora tercia ( las nueve de la mañana aproximadamente ), grupos de peregrinos  procedentes de Galilea , de la Perea , viejos conocidos de la familia  , parientes de Jerusalén y muchos curiosos , habían llegado hasta las puertas de Lázaro . Como casi todos los días , aquellos hebreos  habían aprovechado su obligada presencia en la ciudad santa para distraerse viendo y escuchando al resucitado. Al verlos sentados en el jardín e invadiendo , incluso , el atrio y el patio central , sentí una cierta rabia . ¿ Es que Lázaro no se daba cuenta de que la mayoría de aquellos individuos sólo buscaban un motivo para el comadreo ?
Autor : J.J.Benitez
Un  abrazo
Antonio Martinez

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