martes, 7 de octubre de 2014

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 1 - 31 de Marzo , viernes ( 4 )

La noche anterior , el ciclómetro especial de la cuna - en base a un haz de luz laser - había detectado una barrera de nubes tormentosas ( cumulonimbus) de unos trescientos kilometros de longitud , que se levantaba a seis mil pies sobre el perfil de la costa fenicio - israelita . De momento , estas amanazantes nubes de desarrollo vertical parecían frenadas en su avance hacia Jerusalén por una corriente de aire frío procedente del norte .
<< No hay que descartar , sin embargo - me anunció mi compañero -, que puedan cambiar las condiciones y que en 24 - 48 horas se registren lluvias sobre nuestra área>>
Me arropé en la chlamys y proseguí por el tortuoso camino , entre los ondulantes campos de cebada . Algunos campesinos habían iniciado ya la siega . Los segadores tomaban los tallos con la mano derecha y con la otra los cortaban a escasa distancia de la base de dichos tallos . Las hoces consistían en pequeñas hojas curvadas de hierro , sólidamente engastadas con remaches a una empuñadura de madera . La trilla se realizaba en una era proxima al camino . Las mujeres cargaban los haces , esparciéndolos sobre el suelo . Después separaban el grano de la paja , bien a mano o con la ayuda de los bueyes . En este último caso - el más frecuente , según pude comprobar - los animales pisaban la cebada . Después los hombres pasaban el trillo por encima , tirado por estos mismos bueyes . Los más comunes estaban construidos con una tabla plana en cuya cara inferior habían sido incrustados pequeños trozos de perdenal . Otros eran simples rodillos , también de madera .
En euna segunda operación , las mujeres aventaban la paja , cerniendo el grano y guardándolo finalmente en sacos . Varios asnos y algunos carros se encargaban del transporte de los mismos hasta la aldea , donde era trasvasado a silos o grandes tinajas de barro como la que habia visto en la casa de Lázaro .
No tardé en encontrar al resucitado y a sus obreros . Lázaro se alegró al verme pero rechazó de plano mi idea de ayudarles en las labores de la siembra . Nos encontrabamos en pleno forcejeo dialéctico cuando algunos de los servidores llamaron nuestra atención . Procedente de la aldea se acercaba un jinete.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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