viernes, 17 de julio de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 2 - El Diario ( 43 )

Traté de orientarme  , en en absusrdo  afán or reconocer  por reconocer el punto exacto  sobre el que se había despeñado el infeliz apóstol . Recordaba muy bien  que el cuerpo yacía  en el fondo  de aquella garganta  , a unos cuarenta metor de profundidad . Retrocedí  hacia el oeste  , bordeando la zona  donde se levanta hoy la tumba de David  y el Cenáculo . Fue inutil . Las sucesivas edificaciones  y cambios en la orografia  habían borrado parte de la antigua  y abrupta depresión . Quizá la iglesia  de San Andrés  , al borde la la Derech Hevrón , sea el ricón  más aproximado . Pero no podría  asegurarlo . Resulta trite que la Cristiandad - a pesar de haber sido un traidor - no haya eregido un simple y modesto monumento a la memoria  de un personaje tan importante y - ¿ por qué no ? - tan cercano al Maestro  . Ojalá estas líneas  muevan a alguien  a emprender la caritativa  - no sé si justa - empresa  de plantar una cruz  en el fondo o en el filo del valle  del Hinnom , en memoria del Iscariote  . Por mi parte  , tras recoger en una de las  laderas de la barranca  un puñado de  primerizas margaritas y arroparlas  en un manojo de verdes y brillantes mirtos salvajes , muy abundantes  entre los roquedales  , arrojé el improvisado ramillete al corazón del desfiladero  . Nunca logré  explicarme  satisfactoriamente  el porqué de aquel sincero gesto . Quizá , en ocasiones , me sienta más atraido por los hombres derrotados o equivocados que por los justos e intachables . << Él , después de todo , también había amado a Judas . Y en cierta ocasión habia dicho : << ... Dios es tan liberal que permite , incluso , que te equivoques  ... Cuando llegue el caso , pide explicaciones a tu hermano , pero nunca le odies . Sólo cuando mireis a vuestros hermanos concaridad podréis sentiros contentos . >>
Eché una última  mirada  am mi modesta ofrenda , confundida entre los abrojos  y arbustos  que crecen dolorosamente  en las grietas rocosas del fondo y , reconfortado , deshice  el camino que serpenteaba paralelo sobre el Hinnom , tomando las calzadas de Malchisedek y Ha`Ofel  . Bajo el famoso pináculo del tenplo , en el extremo más oriental de la Ciudad Bieja  , decenas de palomas  - como hace dos mil años - se acurrucaban en los huecos de la orgullosa muralla . Pero mi atención se vio desviada por la falda  oeste del monte de los Olivos .
Autor ;J.J. Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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