jueves, 23 de julio de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 2 - El Diario ( 75 )

Al oeste se recortaban las suaves lomas y los acantilados amarillentos  del desierto de Judá  , milagrosamente  vivos  y en << movimiento >> , merced a las decenas de cascadas y a los vados  serpenteantes que , colmados por las lluvias  , corrían incontenibles  hacia  la orilla occidental del mar Muerto . Durante mi estancia en masada  comprendí cómo aquellos wadi habían alimentado con sus turbulentas aguas  las ciclópeas  cisternas  excavadas en la roca  virgen por Herodes el Grande .
Frente a la montaña  , en dirección este , a tres kilómetros  escasos  , las aguas verdiazules  del mar Muerto espejeaban aquí y allá  . Los rayos del sol  perforaban en ocasiones  las negras y bajas  formaciones nubosas  , cayendo sobre  el lago salado en bellísimos  celajes . Y a lo lejos  , a orillas de este mar , el oasís  de Ein - Gedi .
Curtiss me sacó de estas primeras observaciones  . El equipo  de Caballo de Troya se encaminaba  ya , siempre en compañía  del jefe del campamento y de Bahat , el supervisor  , hacia la zona sur de la meseta .
¡ Era asombroso ! Junto a la grúa  se apilaban buena parte de los bloques de piedra  que habian sido trasladados  por el aerocarril  . varios tractores  oruga  cargaban los sillares  , trasportándolos  sin interrupción por el centro del irregular romboide , en direción a una empalizada  de madera que separaba  el sur de Masada  del resto de la meseta . Pero ¿ cómo habían logrado situar aquellas pesadas máquinas  en lo alto de la roca  ? Por  supuesto , era imposible  que hubieran subido por sus propios medios  y tampoco cabían en los funiculares . La explicación llegaría esa misma noche .
La empalizada - porque de eso se trataba en realidad - había sido levantada  por los judíos a base de gruesos troncos  , sólidamente hundidos en el terreno . Alcanzaban la suficiente altura  - unos cuatro metros - como para que nada de lo que pudiese acontecer al otro lado fuera detectado desde las ruinas del sector norte .
Al cruzar el ancho portalón por el que entraban , incansables , los tractores ,  un insólito espectáculo apareció ante mi . A la derecha del mencionado y único acceso , pegadas a los restos de la muralla del filo oeste de Masada , el Ejército israelí había plantado diez grandes tiendas de campaña , alineadas en una doble hilera .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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