lunes, 17 de octubre de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 7 - 17 de setiembre , lunes - año 25 ( 13 )

SErían las tres de la tarde ( hora nona ) cuando , inesperadamente , Jesús se detuvo . El viento arrecio , lo que dificultó la marcha . Espesas masas de polvo se levantaban sobre la senda , obligándonos a adivinar la llegada de las caballerías y , sobre todo , forzándonos a no perder de vista la blanca y ondeante túnica del Galileo . Lo más probable es que , de no haberse detenido , estos torpes exploradores no habrían reparado en el nuevo rumbo tomado por el Maestro.
Jesús hizo un gesto con la mano izquierda y , señalando un desvío , desapareció por la derecha de la ruta principal . Poco faltó , como digo , para perderlo ...
Al entrar en el senderillo , el paisaje cambió . Los huertos y las plantaciones de olivos y manzanos desaparecieron y nos vimos rodeados por una familiar y enredada << jungla >> de altísimas cañas , de hasta cinco metros de altura , venenosas adelfas y compactas espadañas , con sus esbeltos tallos buscando la luz . Y en lo alto , sobre los agitados penachos de plumas y las finas hojas de suf, que sirvieron para trenzar la canasta que salvó a Moisés, millones de zumbantes y peligrosos mosquitos , zarandeados por el maarabit.
No tardé en reconocer la estrecha huella . Era el camino que conducía al kan, el siniestro refugio en el que nos habíamos introducido cuando marchábamos hacia el macizo montañoso del Hermón . El recuerdo de los enfermos que alcanzamos a ver en dos de las chozas me estremeció. ¿ Qué no reservaba el Destino en esta nueva e inesperada visita ?
Según mis cálculos , en esos momentos nos hallábamos a unos seis kilómetros de la posada situada en el cruce de Qazrin y a veinte de la costa norte del lago o mar de Tiberíades . Dudé . ¿ Era aquel el lugar en el que el Maestro se proponía pasar la noche ? ¿ En las chozas , junto a los lisiados y los dementes ? Rechacé la idea y supuse que sólo se trataba de una visita . El sol huía hacia el oeste , pero aún faltaban tres horas para el ocaso . Lo lógico es que siguiéramos caminando , pernoctando , quizá , en el albergue de Sitio , el homosexual.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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