sábado, 22 de octubre de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 7 - 17 de setiembre , lunes , año 25 ( 30 )

El Maestro , de rodillas , lo dejó hacer . Aru retrocedió un paso y , súbitamente  , se detuvo . Lanzó una ojeada  al suelo de ceniza  y , al comprobar que no estaba encadenado , se inclinó , y palpó el desollado tobillo izquierdo . Así permaneció unos segundos .
Tinieblas , consciente de la gravedad del momento , fue a interponerse entre el amok y el auxiliador . Era evidente que procuraba la defensa de Assi .
Y en cuclillas , entre la sorpresa y la confusión , Aru desvió la mirada hacia el Galileo . Temí lo peor . Jesús era el más proximo. Si el loco se arrancaba , ¿ qué debíamos hacer ? E instintivamente deslicé los dedos hacia la parte superior del cayado , buscando la cabeza de cobre de los ultrasonidos .
El Maestro no movió un músculo . Tenía la vista fija en el verde manzana de los ojos del corpulento muchacho . Ninguno de los dos parpadeó . Y de la inicial firmeza , la mirada del Hijo del Hombre , como la luz que nos rodeaba , fue descendiendo - ¿ qué palabras utilizar ? - hacia una dulzura que podía tocarse . Y aquel hilo invisible entre el Dios y el hombre propició un benéfico final . Eso , al menos , es lo que deduzco ahora , al poner por escrito aquellos inolvidables días ...
Aru , para sorpresa de todos , sonrió . Assi y el embozado , mudos , lo observaron con desconfianza . El negro , sin embargo , se relajó y , curioso , fue a tocar el vendaje que protegía la ceja lesionada .
La crisis , aparentemente , se había alejado . E interpreté la calma como período que sigue a los violentos ataques de furia . El enfermo queda abatido , sin fuerzas siquiera para ponerse en pie y con una demoledora amnesia que le impide recordar lo sucedido . Y allí mismo , al ser testigo del comportamiento del amok , algo me dijo que el diagnóstico no era del todo correcto . El negro << tatuado >> se alzó de nuevo . No parecía exhausto . Todo lo contrario...
En esos instantes , se produjo un detalle que multiplicaría mi confusión y , supongo , la del resto de los testigos . Aru reparó en su desnudez y , en un gesto instintivo , fue a tapar sus genitales con ambas manos . Nos miró avergonzado y terminó por bajar la cabeza.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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