La vi llegar y minimizar las prudentes advertencias de su yerno y de Mirian . Y tozuda como una mula se alzó varias veces , mostrándonos la humilde estancia y recordando a los presentes que << aquel lugar había sido bendecido por el ángel de Dios >>.
y en ello estábamos cuando , de improviso , el lejano y prácticamente olvidado parlamento del Zebedeo fue a transformarse en un entrecortado y confuso vocerío . Santiago y Jacobo se miraron alarmados . Ruth y Esta palidecieron , aferrándose al unisono a los brazos de María . La Señora , fría y resuelta , hizo un gesto a su hija Mirian , indicándole que se asomara . Y la joven , valiente como su madre , se apresuró a obedecer . Jacobo la dejó llegar a la puerta pero , al escuchar algunas secas y dolorosas imprecaciones contra su fallecido amigo , saltó como un leopardo , arrastrando en su cólera a Santiago . Y obligando a su esposa a entrar en la habitación se recortó a un palmo de la entrada , hombro con hombro con su cuñado . Despacio y cautelosamente fui tras ellos , asomándome al exterior . Lo que vi y escuché fue un galimatías de improperios y amenazas entre los grupos . A nuestra izquierda , arropando a un Juan Zebedeo en pie sobre la escalera y fuera de sí , gritaba una decena de vecinos , mujeres en su mayoria , insultando a la veintena restante . Estos últimos , que no iban a la zaga en lo que a maldiciones se refiere , blandían sus bastones en el aire , escupiendo sobre la pequeña franja de tierra que los separaba . Unos y otros , en un vano empeño de aplastar las voces de los contrarios a base de elevar el tono y la corrosión de sus insultos , se acusaban de << malnacidos , esclavos de un borracho saduceo , amigos de un carpintero al servicio de Roma , traidores a la ley y visionarios >>, entre otras lindezas ...
Quizá lo más triste de aquella - de momento - batalla dialéctica fue asistir a la total descomposición de la lámina del Zebedeo . No podía creer lo que estaba presenciando . Juan , histérico , con los ojos desencajados , levantando lo brazos al cielo y berreando como un poseso << exigió de la justicia divina que arrasara aquel impío pueblo con el azufre y el fuego que abatió a Sodoma >>. Y lo que no habían conseguido las sensatas y reiteradas peticiones de paz por parte de Jacobo y de Santiago lo alcanzó aquella loca invocación . Las gargantas , todas , se apagaron , como fulminadas . Santiago y su compañero , conscientes de los gravísimos efectos que podía acarrear tan insensata provocación , se abrieron paso entre los silenciosos y perplejos vecinos . Y sin el menor miramiento echaron mano de la túnica del enloquecido Zebedeo , arrastrándole hasta la puerta de la casa . Una vez allí , Santiago , con el semblante descompuesto, se limitó a empujarle , introduciéndole en la penumbra de la estancia . Y al punto , desenvainando la espada , fue a clavarla a sus pies , clamando en los siguientes términos :
- Os ruego que disculpéis la ira de nuestro amigo .... No fue ése el espíritu de mi Hermano y Maestro ... Pero también os aviso : ésta es nuestra tierra ....- Y señalando el gladius que cimbreaba plateado añadió con firmeza - :... Y si es menester , nos defenderemos de los reptiles que anidan en Nazaret .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio martinez
y en ello estábamos cuando , de improviso , el lejano y prácticamente olvidado parlamento del Zebedeo fue a transformarse en un entrecortado y confuso vocerío . Santiago y Jacobo se miraron alarmados . Ruth y Esta palidecieron , aferrándose al unisono a los brazos de María . La Señora , fría y resuelta , hizo un gesto a su hija Mirian , indicándole que se asomara . Y la joven , valiente como su madre , se apresuró a obedecer . Jacobo la dejó llegar a la puerta pero , al escuchar algunas secas y dolorosas imprecaciones contra su fallecido amigo , saltó como un leopardo , arrastrando en su cólera a Santiago . Y obligando a su esposa a entrar en la habitación se recortó a un palmo de la entrada , hombro con hombro con su cuñado . Despacio y cautelosamente fui tras ellos , asomándome al exterior . Lo que vi y escuché fue un galimatías de improperios y amenazas entre los grupos . A nuestra izquierda , arropando a un Juan Zebedeo en pie sobre la escalera y fuera de sí , gritaba una decena de vecinos , mujeres en su mayoria , insultando a la veintena restante . Estos últimos , que no iban a la zaga en lo que a maldiciones se refiere , blandían sus bastones en el aire , escupiendo sobre la pequeña franja de tierra que los separaba . Unos y otros , en un vano empeño de aplastar las voces de los contrarios a base de elevar el tono y la corrosión de sus insultos , se acusaban de << malnacidos , esclavos de un borracho saduceo , amigos de un carpintero al servicio de Roma , traidores a la ley y visionarios >>, entre otras lindezas ...
Quizá lo más triste de aquella - de momento - batalla dialéctica fue asistir a la total descomposición de la lámina del Zebedeo . No podía creer lo que estaba presenciando . Juan , histérico , con los ojos desencajados , levantando lo brazos al cielo y berreando como un poseso << exigió de la justicia divina que arrasara aquel impío pueblo con el azufre y el fuego que abatió a Sodoma >>. Y lo que no habían conseguido las sensatas y reiteradas peticiones de paz por parte de Jacobo y de Santiago lo alcanzó aquella loca invocación . Las gargantas , todas , se apagaron , como fulminadas . Santiago y su compañero , conscientes de los gravísimos efectos que podía acarrear tan insensata provocación , se abrieron paso entre los silenciosos y perplejos vecinos . Y sin el menor miramiento echaron mano de la túnica del enloquecido Zebedeo , arrastrándole hasta la puerta de la casa . Una vez allí , Santiago , con el semblante descompuesto, se limitó a empujarle , introduciéndole en la penumbra de la estancia . Y al punto , desenvainando la espada , fue a clavarla a sus pies , clamando en los siguientes términos :
- Os ruego que disculpéis la ira de nuestro amigo .... No fue ése el espíritu de mi Hermano y Maestro ... Pero también os aviso : ésta es nuestra tierra ....- Y señalando el gladius que cimbreaba plateado añadió con firmeza - :... Y si es menester , nos defenderemos de los reptiles que anidan en Nazaret .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio martinez
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