Y más allá de la vega , escalando laderas , marciales legiones de olivos . Y sobre ellos , recortando sus copas en el azul cristal de la mañana , masas boscosas de algarrobos y nogales . Y en todas partes , acunadas en las vaguadas , asomándose en las terrazas escalonadas o desafiando los espolones rocosos de las pendientes , la auténtica imagen de la abundancia y de la bendición divina para los Judios : la vid . Las habia a miles , apuntaladas con estacas de madera de un metro de altura , dispuestas así para sostener y aliviar la futura y , seguramente , granada cosecha .
Mientras cruzábamos el vergel , fuente de vida y de prosperidad de los notzrim ( nazarenos ) , algunos de los campesinos más próximos , al reconocer a la Señora , alzaron sus brazos en señal de saludo y bien venida . Otros , dejando sus azadones y aperos , se apresuraron a correr a su encuentro . Y al pisar el camino , con el rostro grave , comenzaron a batir palmas . El gesto en cuestión nada tenía que ver con lo que hoy , en el siglo veinte , interpretamos como << aplausos >> . No se trataba de un reconocimiento o de una manifestación de alabanza por el hecho de ser la madre del gran rabí de Galilea . Aquellos hombres , jóvenes y viejos , aplaudían en señal de luto . Era esta una forma de expresar su condolencia por el reciente fallecimiento de Jesús a cuyo duelo , obviamente , no habían asistido . Y María , emocionada , con los ojos humedecidos , fue abrazando a la mayoría . En Nazaret , como sucediera en la vecina Caná , no se hallaban muy al tanto de la resurrección ni de las apariciones del << gigante >> . Tiempo habría de verificarlo y de asistir a las polémicas que dichas noticias levantarían entre los humildes y escépticos vecinos .
Y al rededor de las 08 horas y 30 minutos de aquel martes , 25 de abril , me encontré , al fin , a las <<puertas >> de Nazaret . Y entrecomillo la palabra porque , a decir verdad , sólo se trata de una figura literaria . Al carecer de murallas , la aldea , consecuentemente , no disponía de un acceso principal , propiamente dicho . Las << puertas >> las formaban al final - o el nacimiento , según se mire -del << paseo de las palmeras >> ( así fue bautizado por quien esto escribe ) , el cruce y arranque de los caminos allí ubicados y un caño de agua que nanaba ruidoso a unos veinte pasos a nuestra derecha .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Mientras cruzábamos el vergel , fuente de vida y de prosperidad de los notzrim ( nazarenos ) , algunos de los campesinos más próximos , al reconocer a la Señora , alzaron sus brazos en señal de saludo y bien venida . Otros , dejando sus azadones y aperos , se apresuraron a correr a su encuentro . Y al pisar el camino , con el rostro grave , comenzaron a batir palmas . El gesto en cuestión nada tenía que ver con lo que hoy , en el siglo veinte , interpretamos como << aplausos >> . No se trataba de un reconocimiento o de una manifestación de alabanza por el hecho de ser la madre del gran rabí de Galilea . Aquellos hombres , jóvenes y viejos , aplaudían en señal de luto . Era esta una forma de expresar su condolencia por el reciente fallecimiento de Jesús a cuyo duelo , obviamente , no habían asistido . Y María , emocionada , con los ojos humedecidos , fue abrazando a la mayoría . En Nazaret , como sucediera en la vecina Caná , no se hallaban muy al tanto de la resurrección ni de las apariciones del << gigante >> . Tiempo habría de verificarlo y de asistir a las polémicas que dichas noticias levantarían entre los humildes y escépticos vecinos .
Y al rededor de las 08 horas y 30 minutos de aquel martes , 25 de abril , me encontré , al fin , a las <<puertas >> de Nazaret . Y entrecomillo la palabra porque , a decir verdad , sólo se trata de una figura literaria . Al carecer de murallas , la aldea , consecuentemente , no disponía de un acceso principal , propiamente dicho . Las << puertas >> las formaban al final - o el nacimiento , según se mire -del << paseo de las palmeras >> ( así fue bautizado por quien esto escribe ) , el cruce y arranque de los caminos allí ubicados y un caño de agua que nanaba ruidoso a unos veinte pasos a nuestra derecha .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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