Un profundo silencio cerró la oración de María . ¡ Qué radical transformación la experimentada por aquella mujer , antaño enfrentada a su primogénito ... !
Concluido el ritual reanudamos la marcha . La bella y personal << adaptación >> del Padrenuestro me animó a intentar el diálogo con mis acompañantes . Y durante un kilómetro tuve cierto éxito . El Zebedeo volvió a distanciarse pero la mujer , a mi lado , me explicó que la primitiva plegaria - el mencionado Padrenuestro - había sido escrita por Jesús en su lejana juventud y cuando ella , desgraciadamente , tenía los ojos del espíritu cerrados a la verdadera misión de su Hijo.
De pronto , cuando apenas llevábamos quince minutos de conversación , Juan se detuvo . El abrupto terreno había descendido ligeramente - quizá nos hallásemos a unos quinientos metros - y el sendero , a juzgar por el sol , empezaba a enderezarse hacia el oeste . Llegamos a su altura y , antes de que pronunciáramos una palabra , señaló hacia la izquierda de la vereda , recomendando silencio y precaución . Inspeccioné intrigado el bosque y la alta maleza que nos rodeaba , siguiendo la dirección apuntada por el discípulo . Pero no vi nada anormal . Y proseguimos la andadura . Al Observar cómo el Zebedeo tomaba a María de la mano me alarmé . ¿ Había divisado algún animal salvaje ? Estaba avisado de la existencia de osos pardos en los montes de Arbel , algunos de hasta 450 libras de peso , pero no disponía de información sobre la presencia de estas fieras en las abruptas y solitarias colinas de Caná . A decir verdad , los ricos y cerrados bosques que se perdían en todas direcciones , constituían un hábitat ideal para osos , hienas rayadas , chacales , perros salvajes , zorros , numerosos ofidios e , incluso , leopardos . Agucé el oído pero sólo obtuve el habitual ruido de fondo del bosque . Aquello me tranquilizó relativamente . La proximidad de una osa a la que hubieran arrebatado su cria - afición muy extendida entre los judíos y gentiles de entonces , que comerciaban con los oseznos - habría alertado y puesto en fuga a la mayor parte de los << inquilinos >> de la espesura .
Procuré no distanciarme , acariciando con mi mano derecha los dispositivos de defensa de la << vara de Moisés >>. Después del percance con la víbora no podía descuidarme ...
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Concluido el ritual reanudamos la marcha . La bella y personal << adaptación >> del Padrenuestro me animó a intentar el diálogo con mis acompañantes . Y durante un kilómetro tuve cierto éxito . El Zebedeo volvió a distanciarse pero la mujer , a mi lado , me explicó que la primitiva plegaria - el mencionado Padrenuestro - había sido escrita por Jesús en su lejana juventud y cuando ella , desgraciadamente , tenía los ojos del espíritu cerrados a la verdadera misión de su Hijo.
De pronto , cuando apenas llevábamos quince minutos de conversación , Juan se detuvo . El abrupto terreno había descendido ligeramente - quizá nos hallásemos a unos quinientos metros - y el sendero , a juzgar por el sol , empezaba a enderezarse hacia el oeste . Llegamos a su altura y , antes de que pronunciáramos una palabra , señaló hacia la izquierda de la vereda , recomendando silencio y precaución . Inspeccioné intrigado el bosque y la alta maleza que nos rodeaba , siguiendo la dirección apuntada por el discípulo . Pero no vi nada anormal . Y proseguimos la andadura . Al Observar cómo el Zebedeo tomaba a María de la mano me alarmé . ¿ Había divisado algún animal salvaje ? Estaba avisado de la existencia de osos pardos en los montes de Arbel , algunos de hasta 450 libras de peso , pero no disponía de información sobre la presencia de estas fieras en las abruptas y solitarias colinas de Caná . A decir verdad , los ricos y cerrados bosques que se perdían en todas direcciones , constituían un hábitat ideal para osos , hienas rayadas , chacales , perros salvajes , zorros , numerosos ofidios e , incluso , leopardos . Agucé el oído pero sólo obtuve el habitual ruido de fondo del bosque . Aquello me tranquilizó relativamente . La proximidad de una osa a la que hubieran arrebatado su cria - afición muy extendida entre los judíos y gentiles de entonces , que comerciaban con los oseznos - habría alertado y puesto en fuga a la mayor parte de los << inquilinos >> de la espesura .
Procuré no distanciarme , acariciando con mi mano derecha los dispositivos de defensa de la << vara de Moisés >>. Después del percance con la víbora no podía descuidarme ...
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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