Afortunadamente , ninguno de los esbirros me asoció con el desplome del saduceo y de sus compinches . Entre los comadreos que pude escuchar en las intensas horas y jornadas siguientes , algunos , a media voz , atribuían el << mal >> que les había << dejado sin pálpito >> a una minifestación de la << cólera divina >> . Otros , en cambio , se burlaban de los atemorizados testigos , recordando que aquélla no era la primera vez que Ismael perdía el sentido ..., << a causa del vino de palma >> . Los más se encogían de hombros , convencidos de la ineptitud y de la falta de valor de los atacantes . Lo cierto es que el incidente marcaría el destino de la familia de Jesús . En especial , el de la Señora . Ni unos ni otros estaban dispuestos a perdonar ...
Y en la solitaria calle planeó un silencio agrio , mal barruntado , apenas incomodado por el retorno a la azotea de las asustadizas palomas y el desdibujado relámpago horizontal de los gatos . Y con los yacentes cuerpos a mi espalda me situé frente a la puerta . Antes de llamar me pregunté qué debía hacer o responder ante los presumibles y lógicos interrogantes de los moradores . Quizá había llegado el momento de abrir mi atormentado espíritu - aunque sólo fuera m´nimamente - y sofocar así los recelos de María . El cielo tenía la palabra . Y presa de la vanidad - no pude remediarlo - me sentí orgulloso del << trabajo >> con los ultrasonidos .
No tuve que golpear la hoja . El repentino y anormal silencio no había pasado desapercibido en la vivienda . Y un susurro cayó desde el terrado . Al levantar los ojos distinguí la cabeza de Jacobo , escondida entre las palomas . Me pidió que aguardase . Y la incertidumbre , como un cuervo , fue a posarse sobre mi corazón . << ¿ Cuánto tiempo llevaba el amigo de Jesus en la azotea ? ¿ Había presenciado el desplome de los viejos ? >> Y con la zozobra navegando en mi mente percibí el nervioso desatranque de la madera . Y la hoja se abrió cuatro dedos . Y unos ojos llorosos - los de Ruth - parpadearon heridos por la claridad .
Me colé raudo en la estancia , al tiempo que las hijas de la Señora se pricipitaban sobre la puerta , apuntalandola con una tranca .
Y acurrucada junto a la mesa de piedra , arrasada en llanto , descubrí a una María nueva para mí . Y antes de que acertara a mover un músculo , aquella mujer , derrotada por la angustía y el miedo , se lanzó en mis brazos , estrechándome entre sollozos y temblores . Y emocionado sólo supe corresponder a su infortunio acariciando sus fragantes y sedosos cabellos negros .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Y en la solitaria calle planeó un silencio agrio , mal barruntado , apenas incomodado por el retorno a la azotea de las asustadizas palomas y el desdibujado relámpago horizontal de los gatos . Y con los yacentes cuerpos a mi espalda me situé frente a la puerta . Antes de llamar me pregunté qué debía hacer o responder ante los presumibles y lógicos interrogantes de los moradores . Quizá había llegado el momento de abrir mi atormentado espíritu - aunque sólo fuera m´nimamente - y sofocar así los recelos de María . El cielo tenía la palabra . Y presa de la vanidad - no pude remediarlo - me sentí orgulloso del << trabajo >> con los ultrasonidos .
No tuve que golpear la hoja . El repentino y anormal silencio no había pasado desapercibido en la vivienda . Y un susurro cayó desde el terrado . Al levantar los ojos distinguí la cabeza de Jacobo , escondida entre las palomas . Me pidió que aguardase . Y la incertidumbre , como un cuervo , fue a posarse sobre mi corazón . << ¿ Cuánto tiempo llevaba el amigo de Jesus en la azotea ? ¿ Había presenciado el desplome de los viejos ? >> Y con la zozobra navegando en mi mente percibí el nervioso desatranque de la madera . Y la hoja se abrió cuatro dedos . Y unos ojos llorosos - los de Ruth - parpadearon heridos por la claridad .
Me colé raudo en la estancia , al tiempo que las hijas de la Señora se pricipitaban sobre la puerta , apuntalandola con una tranca .
Y acurrucada junto a la mesa de piedra , arrasada en llanto , descubrí a una María nueva para mí . Y antes de que acertara a mover un músculo , aquella mujer , derrotada por la angustía y el miedo , se lanzó en mis brazos , estrechándome entre sollozos y temblores . Y emocionado sólo supe corresponder a su infortunio acariciando sus fragantes y sedosos cabellos negros .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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