El sendero siguió descendiendo , hasta entrar en una hoz de altas paredes que se prolongaba alrededor de quinientos metros . El discípulo aceleró el paso obligando a la Señora a seguirle casi a la carrera . A derecha e izquierda , en los taludes , descolgados terebindos desafiaban la gravedad , auxiliados por grisáceos y no menos audaces matorrales de ezov , el nombrado arbusto bíblico , hoy conocido como << hisopo sirio >> A los pocos metros , un eco me sobresaltó . El Zebedeo que debió percibirlo antes que yo , dudó . Amonoró la marcha pero , al instante , tirando de la mujer , emprendió una rápida huida . Desconcertado giré en redondo , a la búsqueda del origen del cavernoso ruido . Pero seguí ciego . El instinto me impulsó a imitar a Juan . Y sin meditarlo dos veces , con el miedo hormigueando en las entrañas , me lancé en persecución de la pareja . No sabía qué estaba pasando y tampoco sentía demasiados deseos de averiguarlo . Sin embargo , las cosas no eran , no iban a suceder como imaginaba...
Apenas iniciada la frenética carrera , una sombra surgió por la izquierda , en pleno terraplén . Y el eco , al llegar a su altura , se hizo claro , profundo y , en esos momentos escalofriante .
Sólo Dios sabe por qué me detuve . Medio estrangulado por un terror absurdo e irracional , con las pulsaciones desbocadas , retrocedí hasta situarme frente a la << sombra >> . Mis amigos estaban a punto de alcanzar el final del pequeño desfiladero . El eco , efectivamente , resonaba nítido en el fondo de la cueva que tenía ante mi . La hoz ofrecía en aquel lugar una oquedad de un metro de altura por otros dos de ancho , medio cerrada por el ramaje . Y despacio , muy despacio , fui agachándome , escrutando la oscuridad del agujero e intentando identificar los sonidos . María y el discípulo , a trescientos o cuatrocientos metros , me hacían señales , gritando algo que no entendí . Y cuando me disponía a alejarme , convencido de que podía tratarse de la guarida de alguna alimaña , el eco , más cercano , me erizó los cabellos . Algo reptaba o arrastraba la tierra a su paso , precipitándose hacia la salida . Con la voluntad y los nervios en desorden traté de retroceder . Pero el bastón se me fue de los dedos . Al inclinarme para recogerlo , entre los cada vez más cercanos gruñidos creí identificar un sonido humano : algo similar a un grito , mitad lamento , mitad aviso ... Algo parecido a << ame >>...
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Apenas iniciada la frenética carrera , una sombra surgió por la izquierda , en pleno terraplén . Y el eco , al llegar a su altura , se hizo claro , profundo y , en esos momentos escalofriante .
Sólo Dios sabe por qué me detuve . Medio estrangulado por un terror absurdo e irracional , con las pulsaciones desbocadas , retrocedí hasta situarme frente a la << sombra >> . Mis amigos estaban a punto de alcanzar el final del pequeño desfiladero . El eco , efectivamente , resonaba nítido en el fondo de la cueva que tenía ante mi . La hoz ofrecía en aquel lugar una oquedad de un metro de altura por otros dos de ancho , medio cerrada por el ramaje . Y despacio , muy despacio , fui agachándome , escrutando la oscuridad del agujero e intentando identificar los sonidos . María y el discípulo , a trescientos o cuatrocientos metros , me hacían señales , gritando algo que no entendí . Y cuando me disponía a alejarme , convencido de que podía tratarse de la guarida de alguna alimaña , el eco , más cercano , me erizó los cabellos . Algo reptaba o arrastraba la tierra a su paso , precipitándose hacia la salida . Con la voluntad y los nervios en desorden traté de retroceder . Pero el bastón se me fue de los dedos . Al inclinarme para recogerlo , entre los cada vez más cercanos gruñidos creí identificar un sonido humano : algo similar a un grito , mitad lamento , mitad aviso ... Algo parecido a << ame >>...
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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