Mi despertar no tuvo nada de plácido . Estaba a punto de amanecer . Los cronómetros de la << cuna >> debían marcar las cinco o cinco y media de la madrugada . Alguien me zarandeó por los hombros y , sumergido , como estaba , en el abismo del sueño , no tuve conciencia de dónde ni con quién estaba . Y adormilado , con la << vara de Moisés >> entre las manos y enganchado aún a las escenas de una terrible pesadilla , en la que el módulo luchaba por atravesar una infernal tormenta ( reminiscencias , sin duda , de los graves momentos vividos en el vuelo sobre el mar de Tiberíades ), pregunté - ¡ en ingles ! - << si el Maestro se hallaba a bordo >>
Al distiguir el perplejo rostro de María , que trataba de despertarme , caí en la cuenta del nuevo e involuntario error .
- Jasón , ¿ que lengua es ésa ? ... Vamos , es hora de partir .
La pregunta , gracias a Natanael , quedó momentáneamente sin respuesta . De pie , con el semblante fresco como la brisa que irrumpía en la estancia , apoyándose ligeramente en los hombros de la arrodillada mujer , terció en la escena con una de sus habituales bromas :
- Es la primera ve que veo a un maldito griego durmiendo en compañía de un bastón ...
Con los ojos fijos en los de la Señora , aunque escuchando la ocurrencia del << oso >> ,me excusé con un amago de sonrisa , más propia de un idiota . No había duda . El discípulo , catorce horas después de la embestida de la v´bora , se hallaba francamente recuperado . Superada la crisis volvía a se el de siempre : charlatán , bromista , soñador e ingenuo como un niño . Él nunca lo supo pero , al verle restablecido , me alegré en lo más íntimo . Y esqivando deliberadamente a la pertinaz e intrigada María me refugié en Bartolomé , examinando su mano izquierda e interrogándole acerca de su estado . El edema inicial casi había desaparecido , aunque reconoció que todavía experimentaba pinchazos y dolores en el área de la mordedura . La temperatura y el pulso , estabilizados , eran otra saludable señal del retroceso de la infección . Lo mismo podía decirse de su dicción y ritmo respiratório . Pero , cuando me disponía a examinar las pupilas , Juan de Zebedeo , desde el rincón donde crepitaba el fogón , me gritó << que quitara mis cobardes manos de su compañero >>. Y la tensión del día anterior se espesó en la penumbra de la sala . Obedecí a pesar de la atónita mirada de Bartolomé que , lógicamente , no recordaba lo ocurrido al pie del trigal.
Autor : J.J.Benitez
Una abrazo
Antonio Martinez
Al distiguir el perplejo rostro de María , que trataba de despertarme , caí en la cuenta del nuevo e involuntario error .
- Jasón , ¿ que lengua es ésa ? ... Vamos , es hora de partir .
La pregunta , gracias a Natanael , quedó momentáneamente sin respuesta . De pie , con el semblante fresco como la brisa que irrumpía en la estancia , apoyándose ligeramente en los hombros de la arrodillada mujer , terció en la escena con una de sus habituales bromas :
- Es la primera ve que veo a un maldito griego durmiendo en compañía de un bastón ...
Con los ojos fijos en los de la Señora , aunque escuchando la ocurrencia del << oso >> ,me excusé con un amago de sonrisa , más propia de un idiota . No había duda . El discípulo , catorce horas después de la embestida de la v´bora , se hallaba francamente recuperado . Superada la crisis volvía a se el de siempre : charlatán , bromista , soñador e ingenuo como un niño . Él nunca lo supo pero , al verle restablecido , me alegré en lo más íntimo . Y esqivando deliberadamente a la pertinaz e intrigada María me refugié en Bartolomé , examinando su mano izquierda e interrogándole acerca de su estado . El edema inicial casi había desaparecido , aunque reconoció que todavía experimentaba pinchazos y dolores en el área de la mordedura . La temperatura y el pulso , estabilizados , eran otra saludable señal del retroceso de la infección . Lo mismo podía decirse de su dicción y ritmo respiratório . Pero , cuando me disponía a examinar las pupilas , Juan de Zebedeo , desde el rincón donde crepitaba el fogón , me gritó << que quitara mis cobardes manos de su compañero >>. Y la tensión del día anterior se espesó en la penumbra de la sala . Obedecí a pesar de la atónita mirada de Bartolomé que , lógicamente , no recordaba lo ocurrido al pie del trigal.
Autor : J.J.Benitez
Una abrazo
Antonio Martinez
No hay comentarios:
Publicar un comentario
puede comentar todas las personas que lo deseen , con educación y respeto