lunes, 6 de julio de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 1 - 8 de abril , sábado ( 8 )

Esas hipócritas bestias que rodean y adulan a Caifás no han tenido el menor escrúpulo en violar el sagrado sábado y han invadido mi propiedad  . Cuando intenté bajar hasta la cripta , algunos de los guardianes del Santuario me salieron al paso , obligándome  a salir del huerto . ¡ Es indigno ! ...
- Entonces - insinué - , nadie puede acercarse a la tumba  .
- Nadie que no sea de la guarnición de Antonia  o del cuerpo de levitas . Incluso , los muy salvajes , han retirado la losa que cubría el pozo del hortelano , uniéndola a la roca que cierra la cámara sepulcral . Despues han estampado el sello de Pilato para que nadie pueda removerlas .
Aquella noticia me dejó francamente preocupado . Los últimos minutos de mi misión en Jerusalén debían transcurrir precisamente lo más cerca posible del sepulcro . Caballo de TRoya tenía esoecial interés , como es lógico , en averiguar si la pretendida  resurrección del Maestro de Galilea era o no una realidadobjetiva o , por el contrario , una leyenda . ¿ Cómo podía llevar a cabo mi observación si el paso al sepulcro se hallaba prohibido por aquellos 20 centinelas ?
Aún quedaban muchas horas y preferí no atormentarme  con semejante dilema  . Algo se me ocurriría ...
El Cambio de conversación de José me ayudo a olvidar temporalmente el asunto .
Con gran desconcierto por mi parte  , una de las máximas preocupaciones del anciano judío era acertar con el epitafio que debía  grabarse en la fachada  rocosa del sepulcro donde reposaba el cuerpo de su Maestro . José traía escritas , incluso , algunas frases , que dio a leer a Jude y a Juan , respectivamente .
Con gesto grave , los tres hombres discutieron sobre el posible texto , llegando a la conclusión de que la última era quizá la más adecuada . Le rogué a Juan que me pasara el trozo de pergamino y , en arameo , leí lo siguiente :

                                                         Éste es Jesús , el Masías.
                                                         No hay aquí oro ni plata ,
                                                         sino sus huesos .
                                                         Maldito sea el hombre
                                                        que lo abra .
Autor :J.J.benitez
Un abrazo
Antonio martinez  

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