domingo, 5 de julio de 2015

Caballo de TRoya - El Diario del Mayor - Tomo 1 - 8 de abril , sábado ( 4 )

Aunque resultaba verosímil que el traidor , en su desesperación , no ajustara el nudo del cinto convenientemente , cayendo al vacío antes de perecer por ahorcamiento , nunca pude comprender cómo este sujeto - generalmente meticuloso - pudo cometer un error semejante .
Volví a depositar el cuerpo sobre las piedras y , tras cerrar sus ojos ( olo que quedaba de ellos ) , permanecí unos minutos en pie y en silencio , contemplando a aquel desdichado  . Me pregunté si aquel iscariote  y << hombre de Carioth >> , hijo de Simón , un hombre ilustre y adinerado de Judea , discipulo de Juan el Bautista y atormentado buscador de la Verdad , merecía realmente un fin tan desolador....
Regresé junto a mi amigo , confirmandole la muerte de Judas . Juan Marcos había recuperado el manto del renegado y , lentamente , en silencio , volvimos a Jerusalén .
Una vez en la ciudad , tras rogarle que me condijera hasta la casa de Juan Zebedeo , le pedí que me pusiera en contacto con la familia de Judas  , a fin de que levantaran sus restos antes de que las ratas y las alimañas de la Géhenne terminaran por desfigurarle .
Con gran diligencia , como era su costumbre , el hijo de los marcos cumplió mi nuevo encargo .
Juan Zebedeo no me esperaba. Pero me recibió con un entrañable abrazo . Disponía de una casita de una planta  , muy humilde y casi vacía , en la zona norte de la ciudad . En un barrioque , por aquel entonces , enpezaba a crecer y que era conocido por << Beza´tha >> .
Sorteé un caldero en el que ardían algunos pequeños troncos , y que se destinaba generalmente para ahuyentar a los insectos  y mosquitos  , y crucé  el umbral de la puerta . En el interior  de la única estancia  , penosamente alumbrada por una lámpara de aceite, distinguí  en seguida a cuatro mujeres . Eran María , la madre de Jesús ; su hermana Mirián  ; Salomé  , madre de Juan y la joven Ruth , hermana del Nazareno .
No había sillas ni taburetes y el Zebedeo me invitó a tomar asiento sobre una de las esteras esparcidas sobre la tierra apisonada que formaba el pavimento . Me extrañó la singular austeridad de aquella casa , con un liviano terrado a base de ramas  cubiertas dem tierra y arcilla  y sin una sola ventana o tronera . Después supe que aquélla no era la residencia habitual de los Zebedeos . Ésta se hallaba al norte , en Galilea .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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