domingo, 5 de julio de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 1 - 8 de abril , sábado ( 5 )

Juan no me presentó a las mujeres . No era costumbre pero , además , tampoco lo necesitaba . Todas las hebreas  se mostraban especialmente solícitas con María  . Una de ellas acababa de ofrecerle un cuenco de madera con leche . Pero la madre del Galileo se resistía a tomarlo . Cuando mis ojos fueron acostumbrándosea la penumbra  comprobé que la Señora tenía la cabeza descubierta . Sus cabellos eran mucho más negros de lo que había supuesto  . Se peinaba con raya en el centro , recogiendo en la nuca  una sedosa y azabache mata de pelo . Sus ojeras , mucho más marcadas que en el momento de su encuentro con el cricificado , reflejaban una noche de vigilia  y sufrimiento . Se hallaba sentada sobre una de aquellas gruesas esterillas de palma  y junco , con el cuerpo y la cabeza reclinados sobre el muro de adobe y los ojos semicerrados . De vez en cuando , un profundo suspiro agitaba todo su ser y los hermosos ojos rasgados se antreabrían . Por un momento , al captar la resignada amargura de aquella hebrea , me sentí desfallecer . No tenía valor para interrogarla . las fuerzas y el coraje parecían escapar  de mí , anonadado ante la angustía de una madre que acababa  de perder a su hijo primogénito . ¿ Cómo podía iniciar la conversación ? ¿ Con qué valor me enfrentaba a aquella mujer , rota por el dolor , para pedirle que me hablara de su Hijo , de su infancia y de su no menos ignorada juventud ?
Fue Juan quien , sin proponérselo , alisó tan arduo trabajo , previsto por Caballo de Troya  como uno de los últimos  objetivos de aquella misión.
Después de sacudir un viejo y renegrido pellejo de cabara , el discípulo llenó otro cuenco de madera  con una leche espesa y agria  , rogándome que aceptase  aquel humilde refigerio .
- No te inquietes por el olor  - me dijo - . Sacia mejor la sed ...
No quise desairarle y apuré el pestilente  cuenco , procurando cerrar los ojos y contener la respiración .
Al terminar , el Zebedeo recogió el recipiente  y señalando el manto de lino blanco  que colgaba de mi ceñidor  , exclamo :
- Veo que no has olvidado tu regalo ...
Autor . J.J. benitez
Un abrazo
Antonio martinez

No hay comentarios:

Publicar un comentario

puede comentar todas las personas que lo deseen , con educación y respeto