Bajé la vista y comprendí . Y aunque aquella especie de << chal >> había sido comprado para Marta , la hermana de Lázaro , la genial sugerencia del discípulo hizo variar mis planes . En efecto : aquél podía ser el medio ideal para ganarme la estima y confianza de María .... ¿ Como no se me había ocurrido antes ?
Lo tomé en mis manos y , levántandome , me acerqué al ricón donde descansaba la Señora . Me arrodillé frente a ella y extendiendo el rico presente le rogué que se dignara aceptarlo .
María y las mujeres que la rodeaban me miraron y se miraron entre sí . Pero , al fin , la madre del rabí, apartándose de la pared , tomó el manto , llenándome con una mirada intensa . Una mirada que me recordo la de su hijo .
Juan , atento y solícito , aproximó la lucerna de barro , con el fin de que María pudiera contemplar mejor la finisima textura del lino . Entonces , a la luz de la lámpara de aceite , los ojos de aquella surgieron ante mi en toda su hermosura : ¡ eran verdes !
Despues de acariciar el tejido , María levantó de nuevo sus ojos hacia mí , y mostrándome una dentadura blanca y perfecta , exclamó :
- ¡ Gracias , hijo !
Era la primera vez que escuchaba aquella voz gruesa y , sin embargo , cálida y segura .
- Yo te conozco - añadió confusa -. ¿ Donde nos hemos visto antes ?
Negué con la cabeza , intrigado ante aquella - aparente - obsesión colectiva . El << tiempo >> ( nunca mejor dicho ) se encargaría de aclararme tan insólita situación . pero no debo adelantarme a ese tiempo >> .....
a partir de aquellos instantes - las ocho de la mañana aproximadamente - y después que Juan Zebedeo le explicara quién era y por qué estaba allí , María accedió gustosa a hablarme de Jesús , de sus primeros años en nazaret , de sus viajes por el Mediterráneo y de la muerte de trabajo en accidente de trabajo de su esposo , el constructor y carpintero llamado José .
Intentando poner orden en mis ideas y en los miles de temas que se agitaban en mi mente , empecé por preguntarle sobre el nacimiento del gigante ...
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Lo tomé en mis manos y , levántandome , me acerqué al ricón donde descansaba la Señora . Me arrodillé frente a ella y extendiendo el rico presente le rogué que se dignara aceptarlo .
María y las mujeres que la rodeaban me miraron y se miraron entre sí . Pero , al fin , la madre del rabí, apartándose de la pared , tomó el manto , llenándome con una mirada intensa . Una mirada que me recordo la de su hijo .
Juan , atento y solícito , aproximó la lucerna de barro , con el fin de que María pudiera contemplar mejor la finisima textura del lino . Entonces , a la luz de la lámpara de aceite , los ojos de aquella surgieron ante mi en toda su hermosura : ¡ eran verdes !
Despues de acariciar el tejido , María levantó de nuevo sus ojos hacia mí , y mostrándome una dentadura blanca y perfecta , exclamó :
- ¡ Gracias , hijo !
Era la primera vez que escuchaba aquella voz gruesa y , sin embargo , cálida y segura .
- Yo te conozco - añadió confusa -. ¿ Donde nos hemos visto antes ?
Negué con la cabeza , intrigado ante aquella - aparente - obsesión colectiva . El << tiempo >> ( nunca mejor dicho ) se encargaría de aclararme tan insólita situación . pero no debo adelantarme a ese tiempo >> .....
a partir de aquellos instantes - las ocho de la mañana aproximadamente - y después que Juan Zebedeo le explicara quién era y por qué estaba allí , María accedió gustosa a hablarme de Jesús , de sus primeros años en nazaret , de sus viajes por el Mediterráneo y de la muerte de trabajo en accidente de trabajo de su esposo , el constructor y carpintero llamado José .
Intentando poner orden en mis ideas y en los miles de temas que se agitaban en mi mente , empecé por preguntarle sobre el nacimiento del gigante ...
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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