martes, 7 de julio de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 1 - 9 de abril , domingo ( 3 )

Antes de que pudiera explicarle se llevó el dedo índice a los labios , indicándome que guardara silencio .
Acto seguido me hizo señas para que le acompañara . Desconcertado , obedecí como un autómata . Los perros , al ver al inquilino de la casa , guardaron silencio , siguiéndonos dócilmente hasta el interior de la vivienda .
Una vez allí , el hortelano supo de mis intenciones . Me había reconocido y , como seguidor de la enseñanzas del Maestro , se mostró complacido ante mi supuesta fe , prometiendome ayudarme a encontrar el sitio adecuado y satisfacer así mi aparentemente insólito y loco deseo .
Muydespacio , midiendo cada paso , aquel hombre rodeó la casa , entrando en un pequeño viñedo al oeste de cripta y que yo había visto fugazmente durante mi primera visita al huerto . En la linde más próxima al suave promontorio donde había sido sepultado el cuerpo del Nazareno se levantaba una especie de enorme  cajón , de unos dos metros  de altura . Aquel individuo se me ocultó tras uno de los muros  de tablas del misterioso  << cubo >> y yo hice lo propio
- Desde aquí podrás observar sin peligro...
Y acto seguido entreabrió una trampilla existente al pie de aquel lado del cajón , haciéndome señas para que me agachara y entrara .
Sin saber lo que me aguardaba  , me puse de rodillas  , penetrando en el interior . En mi precipitación olvidé la << vara de Moisés  >> en el suelo . Para cuando quise retroceder  , el hortelano había bajado la trampilla . Empujé pero ... ¡ estaba cerrada por fuera ! Desesperado , escuché  los pasos del jardinero , alejándose en dirección a la casita .
¿ Qué podía hacer ? Si gritaba , reclamando la presencia  del guarda  , los soldados se darían cuenta . << Además - pensé con un nerviosismo desbocado -, ¿ cómo voy a salir ? >>
Una serie de aleteos me devolvió al presente . Levanté el rostro , tratando de identificar aquellos sonidos y , al incorporarme , las tinieblas de aquel cajón se convirtieron en un bombardeo de pequeños cuerpos blancos , chocando entre sí , contra mi cabeza y contra las paredes del cubiculo. Instintivamente me cubrí con ambos brazos . Pero el aterrador y aterrado ir y venir de aquellos seres prosiguió por espacio de varios minutos . Me agaché de nuevo y , poco a poco ,todo fue apaciguándose . El suelo de tierra se halllaba alfombrado de plumas . Al examinarlas comprendí : ¡ estaba en un palomar !
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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